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El empresario y su hermano menor

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La acción del empresario y la del directivo a menudo se entremezclan y confunden pero la función de cada uno de ellos es muy distinta, siendo lo óptimo que ambas se complementen mutuamente. A pesar de que hay excepciones verdaderamente geniales, un buen empresario no tiene por qué ser un buen directivo, ni viceversa.

El empresario, por lo general, es propietario de todas o de un paquete significativo de las acciones del negocio que pone en marcha. Por ello toma decisiones vitales de cómo emplear el capital de su industria y la cuantía de las inversiones a realizar. Su función consiste en recombinar cada escaso factor productivo del modo más eficiente y urgentemente deseado por los consumidores. Es el que toma los riesgos y trata de convertir los desequilibrios subjetivamente percibidos en beneficios. Si lo logra, crea riqueza de la escasez y logra armonizar lo que estaba descoordinado.

El empresario es el que tiene una premonición sobre la futura estructura de una parcela concreta del mercado, inadvertida por el sentir general, y trata de sacar partido de ello llevándola a la realidad. Es un soñador perspicaz y un calculador de rentabilidades pero sin policías ni ejército alguno que impongan por la fuerza su visión. Sólo el mercado confirmará finalmente si es o no un visionario lúcido de su idea precisa. Se beneficiará de sus aciertos con la obtención de beneficios y pagará sus yerros con pérdidas patrimoniales propias.

El directivo está ligado a la compañía por meras razones profesionales y su función consiste en ajustar con pericia la marcha de la misma a la situación cambiante del mercado. Sus atribuciones clásicas son las de saber reclutar y motivar el personal apropiado, organizarlo, darle las herramientas adecuadas y adjudicarle objetivos precisos, planificar el negocio y dirigir los procesos dentro de la empresa con sus correspondientes ajustes y controles. El gerente toma responsabilidades pero nunca debería sustituir al empresario, a menos que esté patrimonialmente vinculado a la sociedad. A veces, los dueños de grandes corporaciones abdican de su función de liderazgo empresarial y otorgan el poder real a su manager retribuyéndole por objetivos o bonus. Esto no hará sino incrementar la temeridad de este último ya que estará a las ganancias pero no a los quebrantos. Se producirá una disfunción. Tampoco se mitigará la carencia de una verdadera dirección empresarial con la entrega al ejecutivo de stocks options en aquellas compañías que cotizan en alguna Bolsa ya que sus decisiones estarán condicionadas a la cotización de la acción a corto plazo y no a la consolidación de su valor en el medio o largo alcance.

El directivo es un mandatario de los accionistas o de sus consejeros delegados. El mal gerente puede perder su puesto de trabajo pero no su patrimonio. Si es un buen profesional desempeñará con destreza sus talentos gerenciales y llevará a buen puerto las complejas tareas que le han sido encomendadas. Creará valor para la compañía y hará ganar dinero a los accionistas. Logrará ser, en palabras de P. Drucker, un ejecutivo eficaz.

El empresario trabaja por su cuenta, actúa por afán de lucro y tiene vocación de empleador. El directivo depende del primero y se mueve por una retribución. El primero lleva una idea a la práctica, es un creador de productos y mercados. El segundo implementa las ideas del primero mediante equipos. El primero crea e innova, el empleado gerencial organiza una plataforma para crecer y estructurar la empresa acorde con el plan económico del primero.

La función directiva se halla subordinada a la empresarial. Su actor viene a ser, como decía Mises, el "hermano menor del empresario". No por ello su función debe minusvalorarse. Es más, el empresario que no sabe contratar o encontrar el momento adecuado para "fichar" a un directivo suele limitar su compañía a unos pocos trabajadores. Puede ser un negocio rentable durante años pero al privarse de talento directivo estará atenuando el estado de alerta debido en su proyecto al dedicarse en exceso a labores directivas que no domina. Se puede producir una disfunción. Pese a lo duro que es delegar en un tercero la gestión del sueño empresarial de uno, a veces es imprescindible. El empresario debe estar consagrado a su función esencial y la ampliación de su empresa no debiera distraerle de la misma.

Los buenos directivos convierten meros negocios en compañías muy rentables que pueden llegar a crecer exponencialmente. Esos directivos son también un recurso escaso. A veces la oportunidad de negocio es tan grande que el empresario sagaz no dudará en contratar a un experimentado ejecutivo sin necesidad de pasar por la etapa de "aprender en el trabajo". Se importa directamente el conocimiento necesario en cada etapa de crecimiento de la sociedad. Si se acierta con la elección habrá compensado con creces su alto coste.

Para aquellos empresarios incapaces de hacerse con un buen ejecutivo o que se encuentren en un impasse generacional o imposibilitados para la gestión adecuada de su negocio en expansión, el propio mercado ha creado soluciones a estos escollos: existen empresas financieras de capital riesgo (private equity) que compran al empresario antiguo sus acciones y ponen al frente un directivo al que, además, se le ofrece un paquete accionarial de la sociedad. Este director puede venir de fuera (MBI, Management Buy In) o puede incluso venir de dentro de la compañía (MBO, Management Buy-Out), o la combinación de ambas fórmulas conocida como BIMBO (Buy In Management Buy-Out). Pese a que la función empresarial en estos casos es capitaneada por la firma financiera, apuestan también por convertir a sus directivos en co-empresarios de su aventura conjunta.

Sea como fuere, el éxito de una empresa –grande, mediana o aún pequeña– depende de la interacción fructífera de ambas figuras en su seno que permita cubrir bien las necesidades de los consumidores. Es entonces cuando una compañía, en un proceso de dinámica rivalidad, logra ser engranaje de mejora social al materializar una idea servicial. Un motor más del bendito proceso económico de cooperación social se habrá puesto en marcha.

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