La competencia no es sólo la base de la protección del consumidor, sino que es además el incentivo para el progreso.
Herbert Clark Hoover (Político estadounidense 1874-1964)
La libre competencia se define como un escenario en el cual los agentes económicos pueden aplicar las estrategias que decidan, dentro del marco de la ley, para maximizar sus ganancias, minimizar sus pérdidas y captar a un target de consumidores determinado. Sin que en este proceso interfieran fuerzas ajenas al mercado. Esta premisa es una condición transcendental para la existencia de una economía de libre mercado.
El tema de la libre competencia y la defensa de la misma desde la perspectiva de la libertad de los mercados es un pilar fundamental del pensamiento económico y político del liberalismo. Pues los defensores del libre juego de la oferta y la demanda argumentan que es el modelo más eficiente en lo referente a la fijación de precios y producción. Pues en un mercado de competencia perfecta, ningunos de los oferentes ni demandantes de bienes y servicios puede de manera individual influir en el libre juego de la oferta y la demanda y por ende en la fijación de precios y producción de los mismos.
Beneficios de la libre Competencia
La particularidad de la Libre Competencia reside en dos libertades fundamentales: La primera, la libertad de decisión de los competidores para concurrir al mercado en busca de unos potenciales compradores, y la segunda, en la libertad de los consumidores para escoger y adquirir bienes y servicios ofrecidos en condiciones de competencia.
Bajo el ejercicio de estas dos premisas fundamentales, la libre competencia ha demostrado ser el mejor motor de una economía, pues asegura el derecho de todas las empresas y personas a participar con eficiencia y en igualdad de condiciones en las actividades económicas. Logra, así, ofrecer productos y servicios con la mejor combinación de precio, calidad, seguridad, variedad e innovación. Maximiza de igual forma el bienestar de los consumidores y de la sociedad en general. Lo que termina creando un círculo virtuoso socioeconómico y tecnológico en favor de los sectores con menos recursos económicos, pues finaliza generando un spillover o efecto derrame positivo, sobre toda una sociedad.
Detractores de la libre competencia.
No obstante, es importante hacer hincapié en el concepto socialmente erróneo que existe en la mentalidad colectiva de muchos países, en especial en naciones en vías de desarrollo, con fuerte cultura populista e izquierdista, y que según el cual, la libre competencia solo beneficia a los grandes emporios empresariales en detrimento de las grandes mayorías.
Siguiendo con este orden de ideas, los cuestionadores de la libre competencia sostienen, que esta conduce a la concentración de riquezas en pocas manos y al predominio de los actores económicos fuertes por encima de los débiles. Siendo este último supuesto a nuestro juicio válido sólo en los escenarios en los cuales el Estado con sus políticas intervencionistas beneficia a sectores determinados, sea por intereses personales, políticos o ideológicos. Lo que produce los efectos negativos que paradójicamente no tienen cabida en la esencia misma de la libre competencia.
Lo que termina siendo este señalamiento una falacia en contra de la libre competencia, ya que paradójicamente esa intervención estatal es por excelencia contraria a los postulados básicos de la misma, antes mencionada.
La intervención estatal, los Monopolios, los oligopolios y los fallos del mercado.
La libre competencia, es por definición contraria a las regulaciones de mercado, y de igual forma a la existencia de monopolios y oligopolios que distorsionen la dinámica arriba descrita como ya hemos señalado. Pues la misma se trata de una concepción que presupone un mercado transparente, honesto, en el que los consumidores logren informarse respecto a la calidad y el valor de los productos, y puedan elegir abiertamente entre la oferta disponible de marcas, y bienes y servicios a consumir.
No obstante, en el mundo real, los agentes económicos no siempre compiten entre sí en igualdad de condiciones justas y neutras, ya sea porque el Estado interviene signado por intereses particulares o ideológicos, a través de restricciones, subsidios y políticas tarifarias, órdenes de contratación o compras sesgadas a favor de ciertos grupos. O por prácticas por parte de algunos competidores que actúan de manera desleal, controlando un sector del mercado a su favor en función de su influencia política sobre un gobierno determinado.
De igual manera existen ciertos riesgos de exposición a ilícitos anticompetitivos que obedecen a factores del mercado, como aumento del contacto con competidores y proveedores, entre ellos acuerdos de precios y colusión, fraude en la contratación, carteles de materias primas, asignación de cuotas de mercado/clientes a externos entre otras prácticas. Este tipo de distorsiones suelen corregirse y regularse con legislaciones antimonopolísticas y pro libre competencia. Al margen de la efectividad de estas regulaciones tanto en su concepción como en su implementación y posterior eficacia, este género de competencia desleal intrínseca a los agentes económicos puede reducirse a través de los esquemas legales al interior de cada Estado.
Los desafíos geoeconómicos y geopolíticos sistémicos globales a la libre competencia.
A diferencia de los riesgos de exposición que responden a factores de mercado antes señalados, el mayor desafío a la libre competencia global, a la luz de todo el proceso de reconfiguración geopolítica y geoeconómica que el mundo ha venido experimentando principalmente en los últimos cinco años, proviene principalmente en este momento de dos dinámicas: la primera es la referente a los crecientes procesos de autoritarismo creciente a lo interno de muchas sociedades a nivel mundial, con la consolidación en las mismas, de sistemas de gobierno políticamente dictatoriales o autoritarios de diferentes inspiraciones ideológicas, los cuales no respetan los más elementales derechos a la propiedad privada y de la libre competencia.
Estos gobiernos han terminado reconfigurando una dinámica empresarial privada con fuertes condicionamientos políticos, no en función de incentivar la libre competencia en los mercados, sino en favorecer prácticas que distorsionan a la misma, como el manejo mafioso o coercitivo de acuerdos sujetos a los designios políticos del régimen en cuestión tanto en su ámbito interno, como el externo al mismo.
La segunda ha obedecido a la dinámica retaliativa de tipo comercial principalmente y financiera en segundo orden, entre los Estados Unidos y China, primariamente y sus demás aliados respectivamente, producto del enfrentamiento geoeconómico y geopolítico entre estos contendientes, con la implementación mutua de medidas arancelarias, de prohibiciones y sanciones sobre la comercialización de ciertos bienes y servicios entre otras políticas, que han impactado negativamente el desempeño de la libre competencia a escala mundial.
Secuelas
Las secuelas de estas dinámicas amenazantes no pueden enfrentarse con ningún tipo de legislación antimonopólica o correctivas dirigidas a neutralizar prácticas distorsionadoras de la libre competencia en los mercados. Ambas obedecen a intereses y conflictos de tipo político y geoestratégico donde los principios jurídicos y económicos que guían la libre competencia de los mercados, se ven supeditados y anulados por los imperativos de tipo político, y por rivalidades geoeconómicas y estratégica entre actores con valores, intereses y visiones del mundo disimiles.
Escenario este que ha traído como secuelas, competencias desleales entre los respectivos actores privados y estatales, con la consiguiente pérdida de eficiencia y productividad en la asignación de recursos económicos a nivel global, lo que ha terminado generando un efecto spillover o de derrame negativo sobre los sectores económicos de menores recursos a escala mundial. En contraposición al efecto de derrame o spillover positivo que suelen producir los mercados altamente competitivos sobre sus respectivas sociedades.
Ver también
Los costes de la fragmentación económica global. (George Youkhadar).
Los peligros de la guerra comercial. (Álvaro Martín).
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