La obra de Racionero podría ser relevante para no caer en irracionalidades y al mismo tiempo dar cabida a pensamientos o filosofías no racionales.
Recuerdo un libro que leí hace ya mucho, Filosofías del underground de Luis Racionero, en el que exponía distintos sistemas de pensamiento desde el romanticismo, pasando por las filosofías orientales hasta los años de la psicodelia. El objetivo del libro era explicar cómo estas filosofías habían nacido como respuesta a la “dictadura de la razón” y cómo proponen vías alternativas de adquirir conocimiento más allá del proceso racional que impera como único modelo válido de conocer y entender la realidad. El libro está bastante bien traído, pero quizá el autor era demasiado optimista en cuanto a lo que vendría tras esa resistencia underground. Es cierto que todas estas filosofías han contribuido enormemente a la cultura y el arte, y tal vez también han puesto sobre la mesa críticas y cuestionamientos que han tenido su utilidad, pero como efecto secundario posterior han contribuido a la aparición del posmodernismo que hoy día está tan extendido, que más que un avance real es el resultado fracasado de intentar ir más allá de lo racional, como ya explicaba en un artículo anterior.
“El underground propone y practica, contra este autoritarismo mental, unas filosofías irracionales, que son otros métodos de conocimiento e hipótesis sobre la realidad, marginadas desde hace siglos por el método de conocimiento dominante. […] Irracionales porque no cumplen ni las reglas del juego, ni las hipótesis de partida de la filosofía racional; pero que, dentro de su propia lógica, son tan coherentes, eficaces, e inteligentes como la filosofía racional” (Filosofías del underground, Luis Racionero).
El posmodernismo, sobre todo el relativo a la política, lejos de tratar de explorar vías nuevas de conocer intenta desmontar aquellas estructuras y razonamientos que interfieren con sus propias subjetividades, para erigir después nuevos sistemas de ideas que las justifiquen, y como lo que buscan no es conocimiento, sino la justificación de su propia subjetividad y autoengaño, acaban estrechando manos con el dogmatismo ideológico. Y este tipo de credos modernos no están carentes de astutos manipuladores y vendedores de remedios que se suman al carro no tanto por convicción con la ideología sino por el rédito político, económico y social que obtienen. Todo esto causa que mucha gente independientemente de su tendencia ideológica esté empezando a cansarse, ya conocemos lo que el exceso de la razón y la rigidez pueden provocar. Así como el exceso de sensibilidad y subjetividad pueden generar también escenarios poco deseables, los extremos y los movimientos pendulares ya no convencen a todo el mundo y un nuevo movimiento parece querer asomar entre este caos.
Aquí seré yo el que peque de optimista, pero observo cómo personas conservadoras y progresistas se alejan de los extremos para buscar un punto en común para el diálogo, como si lo que fuera importante no fuese en qué bando político se está sino en qué grado uno se aleja del radicalismo y se acerca al sentido común. Quizás sea un fenómeno emergente que se va viendo poco a poco en internet, y que sin darse cuenta está propiciando un movimiento basado en el librepensamiento y no en el color ideológico, una forma de trascender las absurdas guerras de trincheras a las que llevamos acostumbrados tanto tiempo.
En estos tiempos convulsos, la obra de Racionero podría ser relevante y todo un aprendizaje para no caer dominado por irracionalidades y al mismo tiempo dar cabida a pensamientos o filosofías no racionales. Y aunque parece que el mundo ha perdido la cabeza, surge algo de luz. Espero que este librepensamiento sea cada vez mayor y además sea el refugio de los que buscan un modelo social más sano y conciliador.
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