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El mercado según Shakespeare

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A finales del siglo XVI William Shakespeare escribió El Mercader de Venecia, una comedia agridulce en torno al juego del amor, el engaño y la severidad de los contratos de préstamo. En esta obra el bardo universal de Avon reflejó una interesante trama de situaciones y personajes próximos a situaciones en el mercado que quizá en la actualidad reconocemos.

El argumento completo puede encontrarse en la red; no obstante, una explicación somera para entrar en situación en este comentario sería la siguiente: Basanio, un joven galán sin fortuna en la Venecia del Renacimiento, pretende la conquista de la rica y bella heredera Porcia. Para deslumbrar de regalos a la joven, Basanio solicita 3.000 ducados a su amigo Antonio. Éste es un comerciante que dirige una fortuna navegando por el mundo, adquiriendo productos exóticos que después ofrecerá en los puertos y plazas de Europa. Antonio, con ánimo de evitar riesgos empresariales, complacerá a su íntimo Basanio acudiendo a su vez en tratos con el usurero judío Shylock. El préstamo que el vilipendiado Shylock le ofrece es muy duro pero finalmente aceptado: si el dinero no es devuelto en la fecha establecida, Antonio pagará con una libra de su propia carne.

 En 2004 Michael Radford dirigió una sugerente adaptación cinematográfica del texto shakesperiano protagonizada por Al Pacino (Shilock), Jeremy Irons (Antonio), Joseph Fiennes (Basanio) y Lynn Collins (Porcia). La película nos aproxima a las palabras y la atmósfera de la época y sirve de base a lo que se escribe a continuación. Los acontecimientos, cumplidamente, llegan: Basanio convence a Porcia, los barcos de Antonio se van a pique y Shilock solicita el cumplimiento estricto de lo pactado. Y aquí deviene la mirada de Shakespeare acerca de los acuerdos comerciales. ¿Fue el gran William un adelantado de la relación de agencia? En El Mercader de Venecia se vislumbra, cuando menos, racionalidad limitada (el carácter vengativo en Shilock), oportunismo (el Dux, molesto, permite el proceso contra Antonio para guardar las apariencias ante Occidente) e información asimétrica (Porcia se convierte en juez y parte y despeja legalmente el expolio del judío). Los buscadores de rentas Basanio y Antonio se salen con la suya. Shilock apenas salva la vida, queda arruinado y el tribunal derriba sus convicciones. El mercado de Shakespeare permite acuerdos libérrimos, es imperfecto, no cumple reglas de clásico equilibrio (en este caso además, fatal equilibrio) Instituciones y reglas de propiedad claras deben poner límite a los abusos y exageraciones. El desenlace del filme, a pesar de todo, no convence: la cara de palo de Irons triunfa; el rostro de Al Pacino es un drama.

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