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El mercado también rescata a los mineros

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La intervención del Estado chileno en el rescate de los 33 mineros atrapados a más de 600 metros bajo tierra se ha saldado con éxito. La imagen pública del presidente Sebastián Piñera, implicado desde el principio en los esfuerzos de salvación, se ha beneficiado de la gestión mediática llevada a cabo por el Gobierno. No tiene nada de extraño que los políticos intenten rentabilizar cualquier tipo de incidente. Incluso Evo Morales ha venido de Bolivia a hacerse la foto.

Lo que no ha sido objeto de portadas y grandilocuentes titulares es el papel que ha jugado el mercado en el rescate. Como de costumbre, su “mano invisible” pasa desapercibida. Pero es necesario destacar su vital aportación, aunque sólo sea para contrarrestar el afán de protagonismo de los políticos. Además, el Estado siempre aprovecha las catástrofes (BP, Katrina, 11-S) para adjudicarse un rol más activo en aras de nuestra seguridad, acusando de negligencia al mercado. Es preciso neutralizar tanto populismo, sopesar con rigor los costes y los riesgos de las distintas medidas, e ilustrar la participación directa e indirecta del mercado en hazañas que se atribuyen enteramente al Estado.

En el caso del rescate de los mineros chilenos, el 75% de la factura (cerca de 15 millones de dólares) ha sido asumido por Codelco, la empresa estatal dedicada a la extracción de cobre. No está claro que este coste vaya a ser posteriormente traspasado a la empresa privada propietaria de la mina derrumbada, Minera San Esteban, que tiene deudas por valor de 19 millones de dólares. En cualquier caso, a día de hoy, el 25% del coste del rescate ha sido sufragado por empresas privadas como las mineras Collahuasi, Escondida y Anglo American.

Por ejemplo, Escondida fue la que contrató la perforadora T130 que llegó hasta los 630 metros de profundidad, a un coste de 18.000 dólares diarios. Doña Inés de Collahuasi se hizo cargo de la financiación en una segunda etapa. Escondida también arrendó cinco máquinas a Geotec que se utilizaron para los primeros sondajes.

Antofagasta Minerals, la rama minera del grupo Luksic, y Minera Caserones, de Lumina Copper, entregaron 50.000 raciones de alimentos elaborados por Sodexo a los rescatistas durante los dos meses de la campaña. El empresario y filántropo Leonardo Farkas donó 10.000 dólares a la familia de cada una de las víctimas. Las mineras Lomas Bayas, de Xstrata y Freeporta, por su parte, contribuyeron prestando maquinaria e ingenieros.

Esto sólo en el capítulo de la financiación, donde el Estado chileno ha tenido un papel más activo que el sector privado (probablemente atribuible a un efecto desplazamiento o crowding-out). Es en el ámbito de innovación tecnológica donde el mercado se ha demostrado imprescindible.

Como explica Danniel Henninger en el Wall Street Journal, si este accidente hubiera tenido lugar 25 años atrás, los mineros no hubieran podido ser rescatados, por mucho que el Estado hubiera sufragado toda la operación. ¿Qué es lo que ha marcado la diferencia?

El taladro de la empresa Center Rock y el cabezal de la empresa Schramm. Sin esta innovación tecnológica, motivada por el afán de lucro, no se hubiera podido perforar un agujero hasta esa profundidad, como se ha hecho.

Los mineros chilenos vieron películas a través de un proyector integrado en un teléfono móvil de Samsung, evitaron los hongos y otras infecciones gracias a unas medias de Cupron elaboradas con fibra de cobre que protegen de las bacterias, y se comunicaron en videoconferencia con el exterior gracias a la fibra óptica de Micomo. Movistar también entregó dos teléfonos satelitales con llamadas gratuitas a las autoridades de gobierno de la zona.

El mercado también ha salvado a los mineros chilenos.

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