Sigamos intentando cambiar las ideas, a ver si el siguiente gobierno es algo menos liberticida que el actual.
Todo lo bueno llega a su fin, y por desgracia los días en los que disfrutábamos de un débil gobierno en funciones se extinguen según tecleo y Rajoy le comunica al Rey los nuevos ministros.
Abogados del Estado, técnicos comerciales del Estado, catedráticos de la Hacienda Pública, inspectores fiscales, administradores civiles del Estado. Con el PP es fácil acertar, si es funcionario del Grupo A cumple con la mitad de los requisitos para estar en el consejo de ministros.
Tampoco es difícil imaginarse el control presupuestario al que someterá Ciudadanos a este gobierno viendo los cariñosos saludos que nos dedica su inspector fiscal de cabecera.
Así que si, como dice Pedro Sánchez, le debemos este gobierno al IBEX, estaría bien que nos explicaran por qué nos castigan poniéndonos funcionarios hasta en la sopa.
La realidad, me temo, es que en la derecha española ha calado profundamente la idea de que un funcionario de carrera es alguien más preparado que ellos mismos para dirigir parte de sus vidas. Y lo malo de las ideas, es que aunque se reconozcan erróneas tardan muchos lustros en desaparecer de las mentes de nuestros conciudadanos.
Sobre la influencia del IBEX ocurre lo mismo. La izquierda tiende a pensar que el gobierno es manejado por los poderosos (cierto), pero excluye de la categoría de poderosos a las fuerzas políticas que ejercen el poder (error). El CEO de Telefónica o de Repsol no quiere un gobierno con fuerzas antisistemas o separatistas. Pero es que la presidenta del PSOE andaluz, el de Extremadura y el de Castilla La-Mancha tampoco (por las mismas razones y por otras de interés propio). Y esos tres estaban presentes y moviendo los hilos el día que echaron a Pedro Sánchez del partido.
El problema de nuevo viene de una idea errónea, profundamente arraigada en la mente de las personas, y que les impide razonar con plena capacidad. Es más cómodo pensar que un abogado del Estado va a poner en orden el país gracias a la capacidad que da a un ser humano memorizar tomos de cientos de páginas, que tener que admitir que nadie tiene esa capacidad, y que puestos a escoger mejor poner a alguien que haya sufrido al Estado, y no a otro que siempre ha estado en su cúspide. También es mejor pensar que no tienes la culpa de que uno por uno todos los políticos a los que votaste hayan traicionado tus ideales, ya que siempre hay una oportuna conspiración de gente con dinero que les compró. Lo contrario implicaría empezar a pensar que tus ideas o son tan radicales que la mayoría las rechaza, o simplemente fallan nada más ponerlas en práctica.
Esto nos lleva al caso de la semana: Ramón Espinar y su operación inmobiliaria a los 23 años. El caso es tan normal que hasta hay un artículo mío escrito casi al mismo tiempo que daba el pelotazo. La vivienda social es la forma más fácil de privilegiar a unos sobre otros de manera arbitraria. Y en España, sistemas como estos nos salen por las orejas.
Al final todo viene de lo mismo: las ideas. Muchos llevamos años explicando que poner el suelo, las viviendas, el trabajo, etc en manos de los políticos lleva a que unos saquen tajada a costa de otros. No tiene más complicación, pero cada vez que lo explicamos tenemos a verdaderos ejércitos argumentando las bondades de la intervención pública, dibujando un mundo teórico e irreal que se les cae abajo con cada noticia del periódico, pero que rápidamente vuelven a levantar.
Así que este no es solo el gobierno de los funcionarios o del IBEX, es el gobierno de los hijos de los obreros, y de todo hijo de vecino, que con sus malas ideas han conseguido que se den las circunstancias para que exista. Sigamos intentando cambiarlas, a ver si el siguiente gobierno es algo menos liberticida que el actual.
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