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El «odio de clase», punto de unión de fascismo y ultraizquierda

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Pablo Iglesias hace tiempo que tiene un patrimonio que le sitúa en el grupo que su partido califica como «ricos».

Pocas cosas están más presentes en la historia que el resentimiento hacia los ricos. Ya en la antigua Roma no faltaron quienes incentivaron el odio de las clases populares hacia los patricios como herramienta política. Uno de los casos más conocidos es el del antiguo héroe de las guerras púnicas y tribuno de la plebe Tiberio Sempronio Graco (210 a. de C. a 150 a. de C.), todavía en la época republicana.

Aprovechando su popularidad como héroe militar, por ser el primer soldado romano en escalar las murallas de Cartago, se lanzó a la arena política. Resultó elegido tribuno de la plebe y, a pesar de tener orígenes sociales altos, se identificó con un campesinado que estaba arruinado por los conflictos bélicos. Promovió una reforma agraria que resultó muy popular, pero fue rechazada por el Senado. Excelente orador, muchos le consideran uno de los primeros populistas. Enardeció el odio hacia los ricos y consiguió que miles de sus seguidores tomaran las calles y paralizaran Roma, sin dudar en usar la violencia. Logró así que los senadores, asustados, aprobaran sus planes. Finalmente, y tras su asesinato, la reforma no se llevó a cabo.

El que podríamos llamar «odio de clase» (muy relacionado con el rechazo al comercio y al libre mercado) ha sido desde entonces una constante histórica. En la Edad Media fue usado por demagogos religiosos contra unos judíos a los que se identificaba indiscriminadamente como usureros, pero también contra el alto clero o los mercaderes. La Revolución Francesa tuvo así mismo mucho de eso, sobre todo en el periodo del Terror. Pero es en el siglo XIX cuando se le dota de una argumentación teórica, tanto por marxistas como por anarquistas, y en el siglo XX cuando se lleva a la práctica de forma masiva para imponer gobiernos comunistas.

Tampoco ha faltado el odio de clase en la extrema derecha. Los diferentes fascismos y el nazismo pretenden en teoría superar la lucha de clases. En la práctica, sin embargo, también han usado mensajes de tipo populista contra los banqueros o los grandes industriales (aunque no tocaran a los que se pusieran de su parte, claro está). En el siglo XXI los ataques a «la oligarquía» o «los ricos» están muy presentes en el discurso de los gobiernos del ALBA, donde se mezclan con llamadas al patriotismo.

Resulta recurrente que muchos populistas identifiquen a «la derecha» con «los ricos», y le acusen de defender sus propios intereses frente a los del conjunto del país. Un destacado político escribió una Carta a un militar español en la que, entre otras cosas, se decía:

Si no encubriesen bajo grandes palabras un interés de clase, no se encastillarían en la defensa de posiciones económicas injustas. España es, por ahora, un país más bien pobre. Para que la vida del promedio de los españoles alcance un decoro humano, es preciso que los privilegiados de la fortuna se sacrifiquen. Si las derechas (donde todos esos privilegios militan) tuvieran un verdadero sentido de la solidaridad nacional, a estas horas ya estarían compartiendo, mediante el sacrificio de sus ventajas materiales, la dura vida de todo el pueblo.

No se trata de una misiva enviada por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Gabriel Rufián o Alberto Garzón al ex JEMAD y miembro de Podemos José Julio Rodríguez. El autor de ese texto es el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, y lo escribió en 1934.

Pablo Iglesias es el principal líder de ultraizquierda en la España actual. En su estrategia de incentivar el odio de clase, no duda en criminalizar al conjunto de «los ricos». Así, en un debate en La Sexta Noche (el 31 de agosto de 2013) sobre los asaltos a supermercados por parte del sindicato radical SAT, dijo:

Yo creo que el lenguaje nunca es inocente, y esto de «asaltar» parece una cosa de pobres. Los ricos nunca «asaltan». Los ricos saben hacer marketing y contabilidad creativa. Hacen contratos en diferido, hacen ingeniería fiscal.

El líder de Podemos no define qué son para él los ricos, pero criminaliza a todos ellos por igual. Ha llegado incluso a compararles con terroristas. Lo hizo en Twitter el 7 de agosto de 2012, incitando además al odio al fundador de Inditex. En aquel entonces publicó: «25% de paro y Amancio Ortega tercero en el ranking mundial de ricos. Democracia ¿Donde? (sic) Terrorista ¿Quien? (sic)».

Lo irónico es que algunos de los que, desde la ultraderecha o la ultraizquierda, alimentan este odio de clase no son precisamente pobres. José Antonio Primo de Rivera era lo que hoy llamaríamos «un niño bien» y Pablo Iglesias hace tiempo que tiene un patrimonio que le sitúa en el grupo que su partido califica como «ricos». Según los datos de Hacienda, el líder de Podemos en 2014 ya formaba parte del 3% de españoles que más ganaban anualmente.

1 Comentario

  1. El odio a «los ricos» casi
    El odio a «los ricos» casi siempre viene encabezado por quienes van camino de serlo o lo son ya. Es curioso que prácticamente todos los líderes comunistas hayan sido personajes con posiciones sociales y economías muy holgadas: Marx, Engels, Lenin, Fidel Castro, El Che…
    Y de la derecha ídem. Creo que podríamos utilizar para ejemplarizar todo esto ese dicho que reza «quítate tú que ya me pongo yo».


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