El pasado domingo 23 de julio, más de 37 millones de españoles estaban llamados a las urnas. El resultado de las elecciones nos deja ante tres escenarios posibles: 1) Pedro Sánchez vuelve a repetir gobierno con Sumar y demás partidos regionalistas y nacionalistas; 2) El PP logra los apoyos para formar gobierno con Vox, UPN, CC y alguna abstención inesperada; y 3) se produce un bloqueo político en el que tendremos que volver a votar en los próximos meses. Lo que está claro es que, de un modo u otro, el populismo parece que condicionará la formación del nuevo ejecutivo.
La incidencia del populismo
Por este motivo, parece interesante conocer cuál es el efecto de los populismos —tanto los de derecha como los de izquierda— sobre la economía. En un paper elaborado por Manuel Funke, Moritz Schularick y Christoph Trebesch (ver aquí), precisamente se estima el efecto que han tenido más de 50 líderes populistas en 60 países a lo largo del último siglo. Su muestra cubre más del 95% del PIB mundial. Para el trabajo, los autores han reunido más de 700 libros, capítulos y artículos sobre el populismo de varias ramas de las ciencias sociales. Con estas referencias, son capaces de identificar a cada uno de los líderes y clasificarlos como populistas[1].
Lo primero que llama la atención es su monumental trabajo a la hora de recolectar estadísticas sobre la evolución del populismo en los países desarrollados. Sus conclusiones son las siguientes: 1) Vivimos en una era que consideran como populista. Nunca antes en la historia había habido tantos líderes populistas. 2) Si el populismo entra en las intuiciones de un país, este país tendrá, con mayor probabilidad, otros líderes populistas en el futuro. 3) Muchos populistas alcanzan el poder después de una crisis económica. 4) Los populistas logran permanecer en el poder el doble de tiempo que los líderes no-populistas. 5) Pocos populistas abandonan el poder de formas tradicionales (elecciones), a saber, dimisiones, mociones de censuras, crisis constitucionales o suicidios son los modos más habituales a través de las cuales los populistas dejan el cargo. 6) No hay un populismo mejor que otro. Tanto el de izquierdas como el de derechas ofrecen figuras de entrada, supervivencia y salida similares.
El populismo en economía
¿Qué hay de los efectos en la economía? En primer lugar, aunque parezca sorprendente, dado el énfasis en proteger a los más desfavorecidos de la casta o los poderosos, el populismo es bastante malo a la hora de reducir la desigualdad de renta. Además, la renta per cápita es más de 10 puntos porcentuales inferior cuando gobierna el populismo. La caída de la renta per cápita es explicada, principalmente, por los populistas de izquierda, pero en las últimas décadas la importancia del populismo de derechas ha cobrado un mayor protagonismo. Tal y como concluyen los autores, “un claro resultado es que ambas variantes del populismo son igualmente malos para la economía”.
Existen tres posibles canales que conducen estos resultados. En primer lugar, el nacionalismo y el proteccionismo que limitan el comercio internacional y las políticas de inversión. De hecho, las tasas aduaneras crecen, en promedio, 10 puntos porcentuales más durante gobiernos populistas. Segundo, las políticas macroeconómicas insostenibles, que prestan poca atención a la salud de las cuentas públicas. Finalmente, en los regímenes populistas los controles y contrapesos brillan por su ausencia. Una menor libertad de prensa y de la independencia judicial afectan a las instituciones necesarias para que se produzca el desarrollo económico en el largo plazo.
Nocivo
En definitiva, el resultado electoral resultante de las urnas del pasado 23 de julio adquiere una vital importancia. Cuando un paciente, fumador, acude a la consulta por problemas respiratorios, probablemente su médico lo primero que le recomendará es que deje el tabaco. Lo mismo debería ser aplicado a las instituciones. Si el populismo de todos los colores tiene un efecto perjudicial sobre la economía, lo mejor que nos podría pasar es que no condicione las políticas públicas durante los próximos cuatro años. En términos democráticos, debemos dejar el populismo. Es nocivo para la economía.
[1] Los autores consideran que los líderes populistas emplean la clásica retórica pueblo vs. élite.
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