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En Navidad, Israel

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A inicios de diciembre de este año, la revista británica The Economist publicó una encuesta[1] reveladora de la población estadounidense con relación al holocausto ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. De la población joven (entre 18 y 29 años), 20% consideraba que el trágico suceso era un “mito” y 22% decía que el evento “ha sido exagerado”. Parece increíble que sólo 78 años después de uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, y 75 tras la fundación del Estado de Israel, una quinta parte de la juventud norteamericana pueda pensar así.

Este tipo de opiniones no son producto de la casualidad, son el resultado de décadas de demonización hacia la única democracia de oriente medio, que, por “casualidad” es también el único estado judío en el mundo. Los últimos ejemplos de un antisemitismo cada vez más explícito los hemos visto en manifestaciones contra Israel a lo largo y ancho de occidente, y en la dificultad con la que, por ejemplo, los presidentes de algunas de las más prestigiosas universidades de Estados Unidos condenan actos abiertamente antisemitas.

El 7 de octubre

Esta realidad viene acompañada de un evento: el ataque del grupo terrorista Hamás a Israel el 7 de octubre. Una cruel arremetida contra inocentes en ciudades fronterizas a la Franja de Gaza donde resultaron muertas más de 1.100 personas, muchas de ellas quemadas, violadas y mutiladas. Esto lo sabemos porque los mismos perpetradores se encargaron de publicarlo en las redes sociales. Esto no es lo raro, lo extraño fue que el mismo día, salían voces que advertían a Israel sobre no tener una reacción exagerada ante lo sucedido. O sea, el mismo día que un país sufre el mayor ataque de su historia, ya se le advierte en que debe tener cuidado a la hora de defenderse. No vaya a ser que un país democrático asediado por un grupo terrorista se exceda.

Si bien es cierto entrar en la historia palestino-israelí es complejo y realizar una evaluación moral sobre los acontecimientos recientes será siempre polémico, hay algunas cosas ciertas. Primero, el mismo día que se funda Israel, varios países árabes le atacaron militarmente. Esa misma escalada bélica se ha dado por lo menos cuatro veces en las décadas posteriores. También en cierto que, en 2005, Israel abandonó Gaza y Hamás obtuvo el poder mediante elecciones (las únicas que han tenido). Sabemos además que la organización terrorista emplea escudos humanos al colocar sus arsenales, cuarteles militares y centros de acopio al lado de sitios como escuelas y hospitales. La organización ha sido acusada de desviar millones de dólares en ayuda humanitaria para enriquecerse, y se sabe que está apoyada por la República de Irán.

Antisemitismo

Estos son hechos, no opiniones, y aunque hay muchos otros en esta complicada historia, no se puede negar que hubo un ataque bárbaro inicial el 7 de octubre por parte de un grupo terrorista a una democracia. Esto en sí mismo debería enfurecer a cualquier liberal, a cualquier persona que defienda el derecho a la convivencia democrática en sociedad. Y, aunque muchos expresaron su rechazo en un inicio, rápidamente eso fue difuminándose, y transformándose en acusaciones contra Israel.

Es innegable que Israel, como cualquier país, puede cometer errores y hasta crímenes de guerra a la hora de defenderse, es innegable que hay una crisis humanitaria en Gaza ahora mismo, y que miles de inocentes están muriendo día tras día, víctimas de un conflicto que no causaron. Pero ello no es excluyente con la realidad de que apenas una semana después del 7 de octubre, líderes mundiales, en España la propia vicepresidenta del gobierno decía que Israel estaba causando un genocidio. ¿Pasaría esto con otro país? ¿Seríamos tan rígidos con otra democracia asediada históricamente?

Mi respuesta personal es que no. Ello, como toda opinión, es debatible. Pero hay algo que es innegable, como sociedad occidental hemos avanzado mucho. Somos más tolerantes, luchamos contra odiosas realidades como el racismo, la xenofobia o la homofobia. Entonces, ¿por qué salen tantas personas con banderas LGBT en una mano y palestinas en otra? Eso parece un poco contradictorio. Me temo que hay algo detrás. Uno de los males más sutiles que permanece en nuestras sociedades: el antisemitismo.

Navidad

Ello no quiere decir que no se le puedan reclamar cosas a Israel, o que se tenga que estar de acuerdo con sus políticas, pero sí quiere decir que hay que observar la motivación con la cual se actúa, y lo que se puede esconder detrás de una noble causa como puede ser defender a civiles palestinos.

Estamos en diciembre, uno de los meses más importantes del calendario judeocristiano. Muchas familias este año en ambos lados de la frontera palestino-israelí pasarán unas fiestas muy amargas y el conflicto no parece que vaya a remediarse pronto. Entonces, convendría reflexionar, entender quiénes son las víctimas y quiénes los perpetradores, cómo hemos llegado a que una quinta parte de la juventud de la nación más poderosa del mundo niegue uno de los mayores genocidios de la historia y, sobre todo: cómo podemos desarrollar una opinión holística, más allá de titulares amarillistas y simplones.

Yo, por mi parte, pensaré en quienes son víctimas de una organización terrorista que gobierna con puño de muerte bajo preceptos inaceptables para cualquiera que ame la libertad. Pero también, en aquella nación fundada sobre más de 6 millones de víctimas inocentes que murieron por ser judíos, y que lucha por seguir siendo libre y democrática, aunque muchos nieguen hasta su propio origen.


[1] The EconomistOne in five young Americans thinks the Holocaust is a myth

1 Comentario

  1. Estoy totalmente de acuerdo en que Israel es un Estado democrático, pero eso no significa que sea liberal, al menos en el sentido del liberalismo clásico. Una democracia será liberal en tanto que respete los derechos individuales, pero una democracia puede (y suele) ser bastante anti-liberal. El sionismo no es compatible con el liberalismo clásico en el momento que es una ideología que pide la reunificación de un grupo étnico en un territorio sin tener en cuenta los derechos de propiedad de los que ya estaban. Hay una tendencía a considerar Likud como un partido liberal por sus supuestas políticas de libre mercado, pero se olvida que siguen el sionismo revisionista. El sionismo revisionista pide la expansión del Estado de Israel y se lleva a cabo mediante la subvención de los asentamientos para los judíos ortodoxos y ultraortodoxos y la construcción pública de vivienda. También han erosionado el «Estado de derecho» para expropiar arbitrariamente propiedades a los árabes (muchos de ellos árabes-israelíes). El liberalismo se debe basar en una justicia no arbitraria, por lo que el sionismo es bastante anti-liberal en todos sus puntos.
    Hamas es reconocido como un grupo terrorista por las naciones del primer mundo, y cometieron un atentado el 7 de octubre en el que murieron civiles. De todas formas, sigo sin entender por qué desde el establishment grupos armados como Hamas son terroristas, y otros como Mandela (antes de ser presidente) o los argelinos anti-colonialistas eran libertadores. O todos son terroristas, o ninguno. Aun así, hay que tener en cuenta que las IDF asesinan a miles de palestinos cada año, y ayudan a aplicar la política de apartheid contra los árabes que se lleva a cabo en Cisjordania, en la que se usan, por ejemplo, tribunales militares para civiles. Las IDF están bombardeando indiscriminadamente civiles en Gaza, aplicando un castigo colectivo a un pueblo entero, como han pedido los ministros israelíes públicamente. Que sean las fuerzas de seguridad de un Estado democrático no les exime de responsabilidad, y deberían ser consideradas, al igual que Hamas, terroristas.
    Todo esto que he dicho no es antisemitismo, las críticas al Estado de Israel son llevadas a cabo por muchos individuos coherentes con la justicia y la libertad, entre ellos, judíos como Rothbard. Hay plena aceptación histórica en que el Holocausto se usó como justificación del Estado de Israel, y que, si no hubiese pasado, las Naciones Unidas jamás hubiesen apoyado la partición de Palestina. Los europeos la apoyaron para redimirse de lo que había ocurrido en Europa, pero que hubiese un genocidio contra los judíos no justifica la expulsión de otro pueblo de su tierra. A su vez, también la tesis del poder de los judíos en EEUU es cierta, el lobby de Israel filtra entre los candidatos republicanos y demócratas para que apoyen siempre a Israel, por ejemplo, Ron Paul fue vetado por ese lobby en debates para las primarias del GOP debido a su posición aislacionista en política exterior. John Mearsheimer ha escrito sobre este lobby, y ha sido imposible catalogarle como antisemita, ya que no está en ningún círculo neonazi ni nada parecido.
    Por último, el argumento de las banderas LGTB en Israel debe ser directamente rechazado. En el caso de que los «derechos LGTB» sean algo bueno, no implica que Israel sea mejor objetivamente. Para ello, debemos buscar su verdadero origen y sus verdaderas políticas. Pese a pensar que ha habido un retroceso moral en Occidente por culpa de la izquierda, creo que los izquierdistas tienen razón en decir que Israel es un Estado profundamente racista, ya que es un Estado únicamente judío (como lo definieron en 2018).
    Espero poder haber ayudado a mejorar el artículo, y le deseo una Feliz Navidad. Christus natus est!!!


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