Skip to content

España debe quebrar

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Ya son bastantes los analistas que creen que España suspenderá pagos. A estas alturas, ya no parece que sea una imposibilidad metafísica caer en default. Ante esta situación, existirán tres posibles "soluciones": utilizar algún fondo de rescate, monetizar deuda o dejar quebrar al país. Yo apuesto claramente por la tercera, es decir, dejar que España quiebre.

Me explico. El Fondo de Rescate ha demostrado ser un error tanto en la práctica como en la teoría. En la práctica, sólo hace falta ver a Grecia. Se le inyectaron 110.000 millones de euros, de los cuales 80.000 millones los pagamos todos los europeos. No han servido absolutamente para nada. Un coste que no recuperaremos y que tiene un coste de oportunidad brutal. Esto ya nos lo avanzaba la teoría: si se regala dinero a un país, no tendrá ningún incentivo de realizar reformas estructurales serias. A esto hay que unirle que, en realidad, este Fondo no llegaría ni a unos 350.000 millones de euros en caso de tener que rescatar a España.

Monetizar deuda sería otro peligroso error. A pesar de que es un recurso bastante usado por muchos bancos centrales de países como EEUU, Japón y Gran Bretaña, utilizar la política monetaria no arreglará los problemas europeos. Poner la máquina de imprimir billetes del BCE en marcha (y, por tanto, crear dinero de la nada) para adquirir obligaciones de Estados y empresas en dificultad lo único que conseguirá será devaluar el euro estrepitosamente (aunque sea de forma indirecta), además de incorporar a su balance bonos de baja o nula calidad crediticia a precios sobrevalorados. Esto sin contar que vulnera los principios básicos sobre los que se ha construido la Unión Monetaria.

Finalmente nos queda la opción de dejar quebrar a España, o a cualquier país que se encuentre en situación similar. Esto es, para empezar, una medida justa. ¿Para quién? Para el resto de contribuyentes europeos, principalmente alemanes, que deberían costear el rescate multimillonario español. Y es que lo justo no es que las finanzas públicas de los países miembros de la zona euro y el FMI soporten la enorme carga, sino que el coste del rescate lo sufraguen los tenedores de la deuda del país quebrado.

La quiebra de España sería también una buena medida para desincentivar el gasto desaforado y demás malas prácticas de otros Estados de la eurozona. Los estados se darían cuenta de que pueden quebrar y que de ser así no van a ser salvados, con lo que su endeudamiento sería mucho más prudente. De hecho, conseguirían bastante menos financiación por parte de los mercados porque éstos tendrán muy en mente que los países quiebran realmente (no sólo en la teoría), y estarían muy atentos a quién prestan su preciado dinero.

Volviendo a España, su quiebra (o incluso el riesgo real de quiebra) fomentaría verdaderas y necesarias reformas estructurales. Sin embargo, si fuera rescatada se perpetuarían muchos de los problemas actuales e imposibilitaría grandes reformas. Esto es lógico, los gobiernos se resisten a llevar a cabo cambios costosos y sustanciales en el Estado del Bienestar porque les pueden suponer mucha impopularidad e incluso la pérdida de elecciones (que es lo que realmente les importa). Sólo tomarán estas medidas si no les queda más remedio, es decir, por el riesgo de quiebra del país o cuando el país ya está quebrado.

La salud económica de España no pasa simplemente por suprimir el ministerio de Igualdad y poner parches al sistema público de pensiones (que también), sino por: reducir el peso y volumen del Estado notablemente eliminando muchas de las funciones de ministerios e incluso eliminando ministerios enteros; privatizar empresas, servicios y bienes estatales para ayudar a pagar la monstruosa deuda que tiene el Estado; transformar drásticamente el mercado de trabajo; desregular, agilizar y dinamizar las actividades económicas; reducir los impuestos para dar oxígeno financiero a particulares y empresas; eliminar el Impuesto de Sociedades para fomentar la creación de empresas, evitar que desaparezcan PYMES cada día y para atraer capitales extranjeros que generen trabajo, prosperidad y riqueza; que el Estado deje de gastar y endeudarse como si no existiese un mañana, entre otras muchas cosas.

El núcleo de la cuestión es crear un país dinámico y vivo de ciudadanos emprendedores, maduros y responsables, en vez de una sociedad parasitaria e inmóvil.

Y para ello es necesario que España quiebre. Esta es la realidad. Lo siento.

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Trump 2.0: la incertidumbre contraataca

A Trump lo han encumbrado a la presidencia una colación de intereses contrapuestos que oscilan entre cripto Bros, ultraconservadores, magnates multimillonarios y aislacionistas globales. Pero, este es su juego, es su mundo, él es el protagonista.