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España puede ser un país muy rico

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Decir que España no se caracteriza, precisamente, por ser un país liberal y, por tanto, netamente capitalista no es ninguna novedad, pero demostrar que puede llegar serlo mediante la puesta en marcha de reformas concretas sí. Y en esto radica la novedad y, por ende, el valor añadido del reciente libro Un modelo realmente liberal, de la editorial LID, en el que se recogen 33 medidas concretas elaboradas por una veintena de autores bajo la inestimable coordinación de Juan Ramón Rallo.

España ocupa a día de hoy el puesto 136 del ranking mundial sobre facilidad para hacer negocios, una nota pésima que, por desgracia, demuestra claramente la ausencia de libertad de la que adolece la economía nacional en múltiples ámbitos, desde la garantía de los derechos de propiedad hasta la regulación laboral o energética. En este sentido, no es casualidad que los países que lideran dicho ranking disfruten, al mismo tiempo, de una elevada riqueza, alto nivel de desarrollo y, en general, una fuerte pujanza económica. Ahora bien, para transitar del puesto 136 al top ten de la citada lista no basta con aplicar meros retoques, del todo inútiles, en la arquitectura institucional del país sino que, muy al contrario, se trata de reformar de arriba abajo el actual modelo.

Esta obra incluye algunas de las propuestas cuya implementación permitirían transformar España en una potencia económica de primer nivel, llegando así a situarla entre los países más ricos del mundo en pocos años. Pleno empleo, una banca sólida y estable, vivienda asequible, una organización territorial eficiente y responsable, independencia energética, electricidad barata, menor presión fiscal, una economía competitiva y floreciente, una educación de alta calidad, una sanidad más barata y eficaz o unas pensiones elevadas no son sueños inalcanzables para los españoles. Tan sólo es cuestión de aplicar las recetas adecuadas.

El libro se divide en cuatro bloques: Estado de derecho, Estado del Bienestar, sistema económico y libertades civiles. La razón es que, lejos de lo que se piensa, el liberalismo no es sólo economía, ni mucho menos, sino una amplia y profunda corriente teórica que abarca todos los aspectos de la acción humana. En cada uno de los capítulos, los autores explican las reformas concretas que se deberían poner en marcha para abrazar sin ambages ni complejos el capitalismo, permitiendo así al individuo un margen de actuación desconocido en la historia del país. Y todo ello, desde una óptica práctica y posibilista, argumentando con datos y experiencias aplicadas en otros países cada una de las medidas a realizar. En definitiva, España ya cuenta al menos con un libro que muestra el camino a seguir para avanzar hacia un país mucho más próspero y rico.

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