Grecia adeuda ahora mismo más de 350.000 millones de euros. Casi un 160% de su PIB. Y aunque la cifra tendría que dejar sin aliento a cualquiera, su mayor problema es que no puede devolver ni los intereses de esta deuda. La UE lo puede disimular tanto como quiera, y el FMI le puede «obligar» a hacer las medidas correctivas que desee, pero el país está en quiebra. La nefasta gestión de sus gobernantes y el fraude que estos cometieron (entró en la UE falseando sus cuentas entre muchas otras mentiras), han provocado que el país heleno haya entrado en un punto de no retorno.
Su problema se agrava cuando vemos el bochornoso espectáculo de sus ciudadanos. Han sido complacientes durante décadas con el sistema que ahora repudian. Creen que no estamos en crisis, sino ante un robo. Pero a un pobre no se le puede robar porque no tiene nada de valor. Grecia nunca ha sido rica, solo vivía una ilusión de riqueza fundamentado en la deuda y dinero barato a la que ahora no quiere renunciar. Tal sistema de vida es insostenible ya sea a nivel particular, empresarial o de una nación entera.
España es Grecia en este sentido. Los movimientos vistos últimamente del 15-M y Democracia Real Ya, entre otros, muestran el mismo sentir que el de los ciudadanos griegos. El victimismo, las ideas trasnochadas ligadas al hedonismo e irresponsabilidad, y los nulos conocimientos de cómo funciona nuestro sistema fundamentado en el dinero barato y el nefasto sistema de gestión centralizado llamado Estado del Bienestar, nos dan soluciones absurdas para mejorar nuestro presente y futuro.
Suecia pasó por una crisis fiscal en los años 90. Se enfrentaba a la bancarrota o a hacer algo para solucionarlo. Modificó su Estado del Bienestar con privatizaciones, liberalizó su mercado interior y adoptó un sistema donde incluyó la iniciativa privada en la sanidad (el sistema de un solo pagador) y educación (cheque escolar). Está muy lejos de ser un sistema libre, pero tales cambios permitieron al país salir de la crisis.
España se enfrenta a un futuro negro. Por una parte, tenemos a la casta política que es incapaz de tomar medidas realistas y aún piensa en comprar votos para mantener sus privilegios a costa del ciudadano. Por otra parte, tenemos movimientos civiles irresponsables que no saben muy bien lo quieren excepto pedir más socialismo y más Estado Omnipotente. A esto se ha añadido otro actor: la figura fiscalizadora de los mercados internacionales que ya no se fían de ningún país y son extremadamente cautelosos a la hora de colocar sus inversiones. Ya no les sale gratis a los Gobiernos mentir y comprar votos irresponsablemente como hacían antes, pero tampoco saben manejar la situación actual. Todos los políticos del establishment son clientes cautivos de un ciudadano socialmente mal criado y de los exigentes mercados internacionales. Evidentemente los burócratas han tomado la única solución que se podía esperar de ellos: no hacer nada y exprimir las últimas gotas de riqueza que tiene el obseso Estado del Bienestar con más impuestos, multas y creación de funcionarios.
Solo hay una solución real para evitar el desastre, y es hacer una toma de conciencia. El sistema está mal. En Suecia se dieron cuenta a tiempo y eso les salvó momentáneamente. Nuestro estilo de vida va a cambiar de una forma u otra. Téngalo por seguro. Ahora tenemos la oportunidad de decidir si queremos que cambie a peor con más intromisión estatal (estilo Democracia Real Ya y modelo griego) u otorgando más libertad a la sociedad civil con un papel más proactivo en el manejo de la economía. El camino que tomó Suecia solo ha de ser el principio de una larga carrera a la independencia y a la responsabilidad económica y personal. Nuestro bienestar es demasiado importante como para que lo manejen los gobiernos, ya sean del estilo español, griego o sueco.
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