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Eurolenguaje contra las personas

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El pasado 13 de febrero el denominado Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad de la Eurocámara aprobó un Informe sobre el lenguaje no sexista en el Parlamento Europeo. La primera parte del texto está dedicada a todas las lenguas en general donde se repiten todos los topicazos del feminismo más rancio y menos conocedor de la lengua, aunque al menos se intenta dotarlo de cierta "elegancia". La segunda está más elaborada y adaptada a cada idioma en particular. Y es aquí, en este anexo de "Orientaciones específicas para el español" donde se presentan unas propuestas que superan con creces la cursilería e incultura propia de quienes dicen eso de "jóvenas" o "miembras" para entrar en terrenos mucho más peligrosos.

Algunas de las estupideces contenidas en las "orientaciones" para el español (desconocemos cuales son las destinadas a otras lenguas) son las habituales de la radicalización de una incultura propia de algunas ministras españolas (y también de algunos ministros, pero estos no suelen meterse en estos temas). Así, nos encontramos con que los europarlamentarios consideran que la distinción de tratamiento entre "señora" y "señorita" según el estado civil de una mujer es sexista al no existir algo similar para los hombres. Sin embargo, otras propuestas entran en la anulación del individuo frente al colectivo o de la confusión siempre peligrosa entre persona y cargo.

El segundo caso se refleja en propuestas-modelo como "la dirección" o "la Presidencia de la Comisión" en vez de "los directores" y "el Presidente de la Comisión". Toda persona es responsable de lo que hace en el ejercicio de su cargo, pero la confusión entre una y otra tiende a limitar este hecho al socializar dicha responsabilidad.

Pero es peor aún la anulación de la persona ante al grupo. El informe en cuestión propone directamente la utilización "de sustantivos genéricos y colectivos" y pone como ejemplos de lo segundo "el pueblo andaluz" o "el profesorado" frente a los menos feministas (sostienen que "invisibiliza" a las mujeres) pero mucho más correctos "los andaluces" y "los profesores". El texto también ataca el uso del término "hombre" con "valor genérico". Alguna de las sustituciones propuestas (como "las personas corrientes" en vez de "el hombre medio") no caen en lo señalado, pero otras sí. Así, el Parlamento europeo pretende que se diga "la gente de negocios, la clase empresarial" en lugar de "hombre de negocios" o "la gente de letras" como sustitutivo de "hombre de letras" o incluso "los derechos de la infancia" ante el tradicional "los derechos del niño".

Si quieren atacar por motivos políticos el lenguaje, una institución que debería mantenerse al margen de la acción del poder al ser configurada día a día a través del uso de los hablantes, podrían haber optado por propuestas que no implican colectivización. Así, para algunos de los casos anteriores podrían haber elegido, por ejemplo, "persona de negocios" o "persona de letras" e incluso haber caído en la cursilería común de "los derechos del niño y la niña". No es una cuestión baladí.

No es lo mismo los ciudadanos que el pueblo, o las personas que se sitúan dentro de un grupo social que la clase, ni tan siquiera los niños son lo mismo que la infancia. En todos estos casos, y hay muchos más, estamos ante un sujeto individual frente a supuesto sujeto colectivo. Si se apela a lo segundo, se corre el riesgo de crear inexistentes derechos y libertades colectivas que suponen siempre una conculcación de los derechos y libertades individuales. En España tenemos sobradas muestras de ello. Es, por ejemplo, en nombre de un supuesto derecho de "Cataluña" o el "pueblo catalán" por lo que se viola la lógica libertad de cada catalán a elegir en cuál de las dos lenguas quiere relacionarse con la Administración o incluso educar a sus hijos. Con lo referido a los menores de edad podría llegar a ocurrir lo mismo. Si es la "infancia" y no todos y cada uno de los niños quien tiene derechos, un infante podría verse privado de ellos en aras de proteger los que supuestamente existen para el conjunto de ellos como grupo.

Tal vez los miembros del Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad del Parlamento Europeo tan sólo pecan de una absoluta falta de conocimientos lingüísticos y un exceso de corrección política. Pero también pudiera ser que no y que sean conscientes, o al menos una parte de ellos, de las implicaciones reales de lo que proponen. Un motivo más para aplaudir al presidente checo, Vaclav Klaus, por su desconfianza hacia las instituciones de la Unión Europea y denunciar su tendencia al totalitarismo.

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