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Farsa final en Venezuela

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"La historia se repite. Una vez como tragedia, otra como farsa".

La verdad es que hay que reconocerle a Karl Marx su capacidad para hacer frases ingeniosas e impactantes, perfectos eslóganes que, durante años, han ayudado a vender una ideología absurda.

Concretamente, con la frase que encabeza el texto estuvo fino, con una sentencia que, en plan "nos veremos en el infierno", queda muy "heavy", muy atractiva para cerebros "logsianos"…, aunque, eso sí, habría que matizarla si la aplicamos a lo que significó la puesta en práctica de su ideario.

Efectivamente, la historia del comunismo no fue una tragedia al repetirse. Fue una tragedia de primeras, desde el minuto uno. Asesinatos, hambrunas, gulags, purgas… Desde Lenin a Pol Pot, de Stalin a Mao, sin olvidarnos de sus hijos bastardos, el fascismo y el nacional socialismo…

Finalmente después de más de cien millones de muertos a sus espaldas, de haber dado forma a los regímenes totalitarios más inhumanos de la historia, con la Caída del Muro, el comunismo acabó en "el basurero de la historia", tomando de nuevo otra célebre frase de una de sus más destacadas figuras (y, como muchas de ellas, también víctima, en su caso con un pico clavado en el cráneo).

Pero, lástima, el basurero de la historia no estaba del todo cerrado y el comunismo "de toda la vida" ha vuelto, ahora se llama Socialismo del Siglo Veintiuno. Y en este caso, en esta repetición de la historia, aquí sí acertó Marx, lo clavó… La palabra farsa es perfecta.

Empezando por los respectivos protagonistas de las diferentes etapas históricas. En ambos casos, curiosamente, un líder que murió prematuramente y que fue sustituido por un medianía con la que nadie contaba. Si comparamos al dúo Lenin & Stalin, que también tenían lo suyo, con Chávez & Maduro, sus ¡Aló, Presidente! y sus apariciones aviarias respectivas, la farsa empieza a ser evidente.

Pero sobre todo, qué otra mejor palabra que farsa para definir un sistema que, en su retorno, ya no busca competir con el capitalismo, ya no aspira a producir más y mejor que este para elevar el nivel de vida del pueblo y demostrar su superioridad, como en su momento predijo Kruschev que sucedería.

Porque al comunismo hay que reconocerle que, en una primera fase, lo intentó. Se lo creían (bueno, no todos…). Con la economía planificada como instrumento, con el socialismo científico como fe, diseñaron planes quinquenales (absurdos), crearon industrias (ineficientes), granjas colectivas (improductivas)…, construyeron megafábricas de tractores que acabaron tirados en los campos por faltas de repuestos, de televisores que no se podían sintonizar… Durante tres cuartos de siglo vivieron en un gigantesco Plan E (no sé dónde he leído esta comparación, pero me encanta…) que arruinó el país y devastó el medio ambiente… Pero, repito, al menos lo intentaron.

El Socialismo del Siglo Veintiuno ya ni lo intenta… Casi cien años después de la Revolución de Octubre, sus "herederos" no aspiran a superar a su rival ideológico, a batirle en el terreno de la eficacia económica, de la productividad, sino, como hemos visto de forma descarnada en Venezuela, solo a parasitarlo, a saquearlo , a quedarse por la cara y a repartir entre sus seguidores, por supuesto con los dirigentes llevándose la mejor parte, los productos que el odiado capitalismo produce: televisores de plasma, i-pads, secadores de pelo, tostadoras, ropa de marca

Un patético final, un final de farsa, para una ideología que, tiempo atrás, aspiraba a algo más…

Pd: Hay que reconocer que la socialdemocracia hace algo parecido, pero con algo más de estilo.

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