¿Tecnocracia vs. humanismo?
Uno de los debates académicos más importantes en la actualidad es el que se viene desarrollando en el contexto de la economía del desarrollo respecto de las distintas estrategias para luchar contra la pobreza. El debate no sólo reviste gran importancia por las posibles implicancias que las distintas respuestas pueden tener sobre la vida de millones de seres humanos en continentes como África sino porque, en última instancia, se ponen en juego importantes problemas epistemológicos de base antropológica, de teoría de la acción y del conocimiento.
Los dos principales referentes de este debate son Jeffrey D. Sachs (Earth Institute, Columbia U.) y William Easterly (NYU). En rigor, el debate sobre la efectividad de la ayuda exterior existe desde hace varias décadas pero debemos a estos dos economistas principalmente el que ahora haya adquirido mayor conocimiento por parte de la opinión pública. El debate obtuvo visibilidad debido a una serie de artículos publicados en el The New York Review of Books. Desde allí, se ha extendido a distintos medios de prensa, foros y revistas científicas (Una síntesis aquí). Otros importantes scholars también han tomado cartas en el asunto (P. Collier, Niall Ferguson, Dambisa Moyo, George Ayittey, Abhijit Banerjee, Esther Duflo, Robert Neuwirth, Aaron Acemoglu, y James Robinson, por mencionar algunas de las figuras más relevantes en la actualidad).
Sachs publicó en 2005, The End of Poverty: Economic Possibilities for Our Time. Su fórmula para acabar con la pobreza era particularmente simple y atractiva, lo cual la hacía idónea para recabar apoyos entre las distintas personalidades y organizaciones internacionales comprometidas en la lucha contra la pobreza. La tesis de Sachs se apoyaba en la convicción de que los problemas vinculados con la pobreza estaban relacionados con asimetrías en el acceso a la tecnología. Lo que se necesitaba para erradicar la pobreza era mejorar las condiciones de acceso a la tecnología en los países pobres. Por lo tanto, la erradicación de la pobreza se reducía a la cuestión de recaudar la cantidad de fondos necesarios para adquirir el "paquete de soluciones tecnológicas" que permitiría resolver los problemas de los pobres. Esta perspectiva se acopló extraordinariamente con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDG, por sus siglas en inglés), que integra ocho objetivos de desarrollo humano fijados en el año 2000 por los 189 países miembros de las Naciones Unidas, que acordaron alcanzar en el año 2015. En síntesis, el trabajo de Sachs parecía sintetizar lo mejor de nuestro deseo por erradicar la pobreza junto con una estrategia idónea para lograrlo. Sachs intentaría demostrar el éxito de su estrategia en un campo de pruebas real pero a escala. Las poco menos de veinte "Villas del Milenio" establecidas en África corroborarían su propuesta, que luego podría ser implementada en toda África.
El 4 de julio de 2001, un ignoto economista del Banco Mundial, que trabajaba como asesor del grupo de investigación de la entidad era despedido por criticar públicamente la política de ayuda al desarrollo que se estaba siguiendo. En un durísimo artículo de algo menos de 1000 palabras, publicado en el Financial Times, señalaba que los aproximadamente mil millones de dólares gastados en la ayuda al desarrollo desde inicios de la década del sesenta habían "fracasado en alcanzar los resultados deseados". El artículo se despachaba identificando la responsabilidad compartida en este fracaso de los distintos actores, locales y externos, envueltos en los procesos de ayuda al desarrollo.Easterly, actualmente director del Development Research Institute de la Universidad de New York, publicó en el año 2006 The White’s Man Burden: Why the West’s effort to aid the rest have done so much ill and so little good. El título ya anunciaba lo "incómodo" que resultaba su tesis para el establishment. La tesis de Easterly puede resultar conocida para quienes conocen el pensamiento de Mises, Hayek y/o Buchanan: la aplicación de una estrategia top-down,que caracteriza la lógica de las ayudas al desarrollo a gran escala, simplemente no puede alcanzar el objetivo que pretende básicamente por dos motivos. Primero, porque la implementación de estas medidas no es susceptible de lograr una respuesta adecuada por parte de los pobres a los que pretende ayudar (lack of accountability) y, segundo, la lógica de las ayudas genera un elenco de incentivos perversos, en especial entre los burócratas encargados de gestionar estas ayudas, que se disocia completamente de los objetivos que la ayuda pretendía alcanzar inicialmente. El libro de Easterly se estructura en torno a tres argumentos muy sólidos que desarticulan la estrategia que defiende Sachs. Aunque el trabajo de Easterly es sólido no logró escapar al handicap que supone adoptar una posición deconstrucitva (pars destruens) en un debate (no en vano se ha ganado el título de "escéptico" en materia de ayudas); cosa comprensible ya que como destaca Popper resulta lógicamente más fácil establecer argumentos refutadores de una tesis, que argumentos que la defiendan. A pesar de todo esto, en muchos casos, la desarticulación de un marco de ideas que se apoya sobre una base conceptual errónea o falsa es el requisito inicial indispensable para poder abordar el problema desde una nueva y más adecuada perspectiva.
El debate en torno de las ayudas lleva extendiéndose durante años –si bien últimamente ha incorporado nuevos nombres y conceptos–, amenazando con llegar a un cierre en falso. En este sentido, Easterly ha dicho recientemente que teme que años de debate queden neutralizado bajo una idea talismán como es actualmente la de "sostenibilidad". Sin embargo, recientemente se ha publicado una demoledora biografía sobre Jeffrey Sachs escrita por Nina Munk titulada The Idealist: Jeffrey Sachs and the Quest to End Poverty (septiembre, 2013). En cierta mediad, este trabajo bien puede ser interpretado como una especie de punto y final a este largo debate. En la siguiente parte analizaré brevemente las principales ideas que se contienen en esta obra y la reacción que está generando entre las partes implicadas en el debate.
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