Un reciente informe de la Comisión Europea muestra que el 93% de los europeos asocia la introducción del euro con un aumento de los precios. Esta afirmación también la han apuntado los ciudadanos de los países de la ampliación, donde el 45% de las personas confirma que con la divisa paneuropea los precios han subido. ¿Pero es una realidad o una falsa percepción?
El propio Banco Central Europeo (BCE) ha reconocido este efecto euro, es decir, la pérdida de poder adquisitivo, aunque como siempre se ha presentado como el salvador de la situación que ellos mismos han creado, minimizando además el impacto negativo de la moneda en nuestras vidas. Este negativo golpe no sólo se ha producido en España, sino en toda Eurolandia, pero nuestro país ha sido junto a Francia el más castigado.
De entrada, los servicios y productos que más consumimos –que viene a representar un 40% de nuestro gasto total– se han encarecido de media un 60% según la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU). Según los análisis, la barra de pan y la cerveza han doblado su precio, un café con leche ha subido un 80%, la peluquería y la tintorería un 20 y 21% respectivamente y bienes como la vivienda han subido un 156% desde 2001 (último año con pesetas). ¿Y los salarios? Sólo han subido un 13,5%. Así pues, es evidente que somos más pobres.
La razón, en parte, de esta pérdida de poder adquisitivo ha sido la excesiva emisión de agregados monetarios por parte del BCE. Este fenómeno no es nuevo. Desde la monopolización del dinero por parte del Estado los aumentos inflacionistas son constantes, creando ciclos y crisis. Uno de las variables más seguidas para ver la evolución de la inflación es el agregado M3, o masa monetaria, que es uno de los componentes de la llamada oferta monetaria, que en España se ha mantenido en crecimientos de alrededor del 8% según el Banco de España cuando, antes del euro, oscilaba alrededor del 6% (que ya era alto). Si se inyecta más dinero a la economía (o lo que es lo mismo, crece la oferta monetaria y con ella la M3) y la producción se mantiene constante esto se traduce en inflación, que no hay que confundir con la diferencia de precios relativos de los productos, que en sí no es nociva porque este aumento relativo ya incorpora un incremento de los salarios adaptándose a todo el conjunto de la estructura productiva del país o zona geográfica concreta.
Tanto el BCE y la prensa, que se cree y no analiza todo lo que le dice el regulador, siguen echando la culpa de este encarecimiento al redondeo, pero tal explicación es absurda. Primero porque si efectivamente hubiese sido una subida inflada de los precios "sin razón" por parte de los empresarios habría existido una contracción de la demanda reequilibrándolos otra vez: es un principio de economía básico. Si no llegamos a final de mes, dejamos de gastar, lo que acaba produciendo una contracción de los precios. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario con el euro. A pesar de la pérdida de poder adquisitivo aún hemos gastado más, esto es, nos hemos endeudado más porque la gran cantidad de liquidez nos lo ha permitido. Esta liquidez nos ha dado la sensación de riqueza, cuando en realidad sólo hemos tenido un envilecimiento de la moneda que nos ha traído menos poder de compra.
También es absurdo pensar que el gran aumento en el precio de la vivienda (156%) haya sido por el redondeo. Aquel que lo aumenta el precio de 20.000 en 20.000 euros no está redondeando, sino subiéndolo sin más. Culpar a los empresarios de semejantes "manipulaciones" no es más que un intento del BCE para exonerarse de la nefasta "estabilización de precios" que practica. Con estas excusas insulta a los consumidores, dando a entender que somos tan bobos que sólo gastamos como robots sin seguir nuestras cuentas personales, pero si así fuera el sentido de competencia entre empresas no tendría sentido, y todos los productos, servicios, comisiones, etc. serían los mismos en todas las empresas. Además, ya no tendríamos dinero tras los primeros meses de la entrada del euro porque nos lo habríamos gastado todo.
Desgraciadamente el futuro a corto plazo no pinta muy bien viendo la evolución de la M3 a la que antes aludíamos ya que, según el mismo BCE, ha aumentado un 9,3% y ningún banco central es amigo de mantener tipos de interés altos por la poca popularidad política que tienen. La actitud del BCE no parece la más adecuada para solucionar el problema que ha creado.
La inflación crediticia no es el único factor que nos ha hecho aumentar los precios. El expansionismo regulatorio, el incremento continuo de la presión fiscal y el resto de abusos del Estado sobre el mercado han contribuido a la desastrosa situación en la que nos encontramos y nos espera.
La planificación central no sirve ni en la mal llamada "economía productiva", ni en la financiera, ni en la monetaria. No es más que socialismo y, por tanto, pobreza. Los burócratas de Maastricht tendrían que dejar de manipular tanto nuestros ahorros, gastos e inversiones con el manejo fraudulento del dinero e implementar un sistema monetario sano y eficiente como ya fue, por ejemplo, el patrón oro, para eliminar también esa corte de funcionarios del BCE que, como ya hemos visto, sólo sirven para empeorar nuestras vidas.
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