En los últimos días se ha filtrado a la prensa que el Gobierno quiere incrementar el impuesto de matriculación sobre los automóviles. El secretario de Estado de Hacienda ha reconocido también que el impuesto sobre hidrocarburos está en el punto de mira. El objetivo de estas medidas es hacer que quien contamine pague. Eso sí, el señor Ocaña ha prometido no perjudicar la competitividad de las empresas españolas. Sin embargo, su apuesta por un incremento de los impuestos, es un varapalo al libre mercado y al bolsillo de los ciudadanos.
En realidad, bajo la excusa ecologista, se oculta el deseo de aumentar la recaudación fiscal. Y eso a pesar de que el Estado ya sangra a los ciudadanos con el 70% del precio de cada litro de gasolina. La única razón plausible para este incremento es que España tiene que elevar en un 10% los impuestos sobre hidrocarburos para converger con la Directiva Europea en esta materia. Ahora bien, cualquier incremento en la imposición de la gasolina equivale a una distorsión de la estructura productiva al aumentar el precio de los productos. Por eso, sostener que las subidas impositivas se harán sin distorsionar la competitividad, es tanto como hacer un brindis al sol.
En cambio, elevar el Impuesto sobre Matriculación no es razonable, máxime cuando el comisario de fiscalidad, László Kovács, ha propuesto a Solbes eliminar este tributo. Pero esta medida tiene como beneficiarios a las comunidades autónomas a las que se les ha cedido el tributo.
Cuando Zapatero llegó al poder, con aquel lema de que "bajar los impuestos era de izquierdas", más de uno pensó que socialismo y liberalismo podían ser compatibles. Años después, como dice con acierto Emilio J. González, "todo en España […] son subidas de impuestos, con la excepción del recorte en un punto del tipo del IRPF aprobado por Esperanza Aguirre".
El insaciable apetito estatal, se está volviendo a disparar. Los impuestos consumen capital e hipotecan el ahorro. Pensar en que los tributos son neutrales es tanto como creer que estas medidas promueven la sostenibilidad. En el fondo, lo único que importa es la salud del Estado.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!