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Indefensos por nuestro bien

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Reza un proverbio del viejo oeste que Dios creó a los hombres y Samuel Colt los hizo iguales. El asaltante carece ya de ventaja si el tendero esconde un arma bajo el mostrador, o el violador si la chica oculta un arma en el bolso, o el allanador homicida si la familia guarda un arma en la mesita de noche. Gracias a su revólver, el pasado 3 de junio en Dayton, Ohio, un individuo pudo protegerse de dos maleantes que a punta de pistola le reclamaron la cartera. Acciones defensivas de este tipo se cuentan cada año por millones, aunque jamás se les dedique mención alguna en los telediarios.

Anualmente se cometen en Estados Unidos cerca de medio millón de delitos con armas de fuego. El otro dato a destacar, abandonado con frecuencia en el tintero, es que en más de dos millones de casos se da a dichas armas un uso defensivo, lo que significa que con éstas se previenen muchos más delitos de los que se cometen. De acuerdo con el exhaustivo estudio de Klerk y Getz, en 1993 hubo 39.595 muertes por arma de fuego en Estados Unidos (incluyendo suicidios, accidentes y víctimas de la actuación de la policía). Paralelamente se estima que el uso defensivo de las armas de fuego salvó la vida a 340.000 – 400.000 personas. También cabe apuntar los 280.000 casos en los que se ha hecho un uso defensivo de las armas con respecto a animales agresivos (serpientes, perros, zorros, osos…).

En Gran Bretaña el Gobierno laborista prohibió la tenencia de armas en 1997. De 1993 hasta 1997 el número de robos con armas había caído en un 50%. A partir de 1997 empezaron a ascender los índices de criminalidad: los robos subieron un 45% y los asesinatos un 54%. Los índices de criminalidad también se dispararon en Australia desde la aprobación de medidas restrictivas en 1996. Los robos con armas, por ejemplo, se incrementaron en un 74%. En Estados Unidos, por el contrario, donde el control de armas se ha relajado en la última década, los índices de asesinatos y delitos violentos han ido descendiendo paulatinamente.

Las armas de fuego no matan a la gente, lo hacen las personas. Su tenencia no viola per se la libertad de nadie. Se trata de simples instrumentos, especialmente útiles para defenderse. Y los individuos tienen derecho a defenderse. Restringir la libertad de armas supone condenar a las personas a una auto-defensa más precaria y riesgosa, en beneficio de los agresores. Teniendo el individuo derecho a emplear la fuerza para preservar su integridad física y salvaguardar su propiedad, ¿de dónde se sigue la ilegitimidad de hacer un uso defensivo de las armas de fuego? Resulta de todo punto inaceptable que se apele a la irresponsabilidad de algunos para, con carácter preventivo, despojar a todos de un objeto útil para la auto-defensa y la disuasión. O que se apele a los accidentes y al peligro que las armas suponen para los pequeños cuando son 15 veces más los niños que mueren en accidentes de tráfico y 5 veces más los que fallecen en accidentes de piscina.

Los intervencionistas confunden el propósito de una ley con su resultado. La disyuntiva no está entre una sociedad en la que todos, criminales y gente de bien, están armados y una sociedad en la que todos están desarmados. Ésta es una falsa dicotomía. Cuando es ilícito portar armas sólo los criminales las llevan consigo, pues el delincuente que normalmente no acata la ley tampoco va a hacerlo en esto, mientras que el ciudadano común que sí la respeta va a quedar desarmado. Cuando portar armas es legal entonces las llevan tanto los criminales como los que quieren protegerse de ellos.

Cualquier legislación anti-armas (véase el Reglamento de Armas español) será además forzosamente arbitraria: ¿por qué no se prohíben también los cuchillos de cocina o los bates de béisbol? No es válido argüir que tienen en principio una finalidad “no-ofensiva”, pues ningún objeto es inherentemente “ofensivo” o “inofensivo”. Lo mismo que el bate puede emplearse para agredir a un individuo o para golpear una pelota, las armas de fuego pueden emplearse agresiva o defensivamente. Es la acción humana en particular y no el objeto de que se sirve lo que debe enjuiciarse.

Por último, una sociedad armada es una sociedad más difícil de someter. Dijo Lenin que un hombre con un arma puede controlar a cien sin ellas. En un país como Estados Unidos, donde más de 90 millones de ciudadanos están armados, el Gobierno se guardará de subyugar al pueblo más allá de cierto punto. La libertad de armas puede ser una garantía frente a las inclinaciones totalitarias del Estado.

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