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La conspiración contra los jóvenes (I)

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Las empresas buscan de un joven que trabaje duramente, que quiera aprender y que se adapte a la empresa donde ha entrado.

Si hay algún colectivo al que la sociedad desea ayudar, este es el de los jóvenes. Sin embargo, se llevan a cabo una serie de medidas políticas y sociales que, lejos de ayudarles, les ponen en una situación de total indefensión, desamparo y exclusión. Veamos algunas.

Leyes de Salario Mínimo Interprofesional

Como hemos explicado en otras ocasiones, el salario de un trabajador lo determina su productividad. De manera que las empresas no pagarán salarios que estén por encima de lo que el trabajador puede aportar a la empresa. Uno de los colectivos más perjudicados son los jóvenes, al partir con menos productividad debido a su lógica falta de experiencia y conocimientos.

Bajo la actual legislación de salario mínimo las empresas sólo tienen dos posibilidades con respecto a los jóvenes. La primera es no poder contratarlos, aunque quisieran, porque se les obliga a pagar un sueldo superior al valor aportado por el joven. La segunda es contratarlos, pero para ello deberán hacerlo mediante contratos temporales y jornadas no completas, que en la práctica significa pagar sueldos más bajos que esa barrera legalmente impuesta (SMI) para ajustar los costes a los verdaderos beneficios que aporta el trabajador a la entidad y la sociedad.

Este es uno de los motivos por los cuales los jóvenes no tienen empleo, y los que lo tienen es mediante contratos temporales y jornadas parciales.

Indemnización por despido

Toda indemnización por despido supone un aumento en los costes salariales para las empresas. Éstas deberán incurrir en este coste cuando deban despedir a un trabajador, ya sea por su mal rendimiento o por motivos de supervivencia de la empresa.

La indemnización por despido tiende a perjudicar lógicamente a los trabajadores cuyo coste de despido es más bajo. Y esto se hace evidente cuando la empresa atraviesa un periodo de pérdidas y debe disminuir sus costes laborales (que generalmente son los principales costes de las empresas junto con los impuestos). Ante esta situación la empresa decidirá despedir preferentemente a los trabajadores con menor antigüedad en la empresa ya que su coste será menor independientemente de su rendimiento. ¿Quiénes son estos trabajadores con poca antigüedad? Mayoritariamente los jóvenes.

Ante la tesitura de tener que despedir a alguien, se despedirá al joven aunque se merezca quedarse mucho más que otra persona con más antigüedad. Ciertamente, existen personas de más antigüedad en la empresa que claramente no crean un buen clima laboral y no ayudan a la empresa ni a sus compañeros. Pues bien, no serán despedidos simplemente porque el coste de despido es muy elevado. Despedirán al joven porque es “más barato” de despedir.

Además, la indemnización por despido dificulta la contratación y aumenta notablemente los contratos temporales ante la perspectiva de las empresas de posiblemente tener que incurrir en ese coste elevado en el futuro. Son los trabajadores menos cualificados, entre ellos los jóvenes, los que salen más perjudicados. ¿Cómo explicar si no que a los jóvenes se les ofrezcan mayoritariamente contratos de prácticas o temporales?

Tergiversación de su posición y función en el mercado laboral

La sociedad, los medios, las universidades y las familias les transmiten información totalmente errónea de cuál es su función y posición en el mercado laboral.

Frecuentemente vemos como se les comunica la idea de que las empresas “les están esperando”, que ellos deben aportar la creatividad y nuevas formas de hacer en las empresas, que las empresas son algo anticuado que ellos deben transformar cuando entren, etc.

La realidad es totalmente contraria: las empresas buscan de un joven que trabaje duramente, que quiera aprender y que se adapte a la empresa donde ha entrado. No se espera de ellos que revolucionen la empresa simplemente porque no tienen ni experiencia laboral ni vital. En un futuro podrán ser valiosos agentes de cambio, pero no en el presente. Es lógico.

Esta mala interpretación de la realidad se traducirá en frustración, incomprensión, mala adaptación, desesperación y posiblemente en despido. 

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