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La derecha Santander y los conservadores sin mácula

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La semana pasada se aprobó una nueva reforma laboral. Tranquilos, vamos a dejar a un lado la polémica sobre la votación, y la decisión de dos personas de ejercer de lo que en teoría son: diputados. En vez de eso vamos a centrarnos en algo menos llamativo, por reiterativo, pero que no por ello deja de ser importante: la venta de un partido político a una multinacional.

Y sí, todos los partidos, como conglomerados de poder que son, están influidos por las multinacionales. Pero, que yo sepa, es toda una novedad ver a uno que hace exactamente lo que le dictan sin el más mínimo disimulo. De hecho, si no fuera porque el rojo lleva asociado años al PSOE, Ciudadanos ya se habría visto obligado a abandonar el naranja (de la malvada competencia holandesa al Santander).

Para centrar el tiro, vamos a poner negro sobre blanco lo evidente. A nivel nacional, para ser alguien en política tienes que salir en los medios de comunicación. Especialmente en la televisión. Esto se puede conseguir de dos formas: o siendo amigo de los dueños de estos medios, o que tu popularización sea conveniente para dañar a sus enemigos.

Podemos y Vox llegaron a la televisión por lo segundo, y Ciudadanos por lo primero. Pero hay una diferencia cuantitativa, y, sobre todo, cualitativa, entre tener intereses comunes con los grandes directivos, y estar directamente a sus órdenes. Y la diferencia es tan grande que llama la atención que casi nadie esté alarmado por la falta de disimulo con la que se está actuando.

Esto se debe a varios factores, pero el principal es que la derecha clásica no tiene capacidad de atacar a ninguna gran empresa del país. De hecho, cada vez que Vox se atreve a hacerlo hay una especie de silencio incómodo en buena parte de sus apoyos mediáticos menos radicales. Es más, ni siquiera es fácil que empresarios menos importantes, y descaradamente sectarios, como el difunto Polanco, o Roures sean señalados por la derecha más allá de algún comunicador echado p’alante. Las causas son muchas, y casi todas están muy arraigadas en lo que ha sido la cultura en la que se desarrollan nuestras diferentes sensibilidades.

Así que es curioso que haya un sector dentro del conservadurismo, encabezado por lo que yo denomino conservadurismo sin mácula, que se está emperrando en culpar al liberalismo de esta incapacidad de la derecha de señalar a estas empresas.

No es mi intención negar el sesgo liberal de ver la paja en el ojo del Estado, y no la viga en el sector privado, pero utilizar este sesgo para responsabilizarnos de la colonización de la derecha política y mediática por parte de una tropa de burócratas amorales aspirantes a heredar gobiernos de izquierdas es ir un poco lejos.

Sobre todo, si se hace en nombre del conservadurismo. Puedo entender que gente muy joven, u otros menos jóvenes pero que ha pasado algunos años en partidos como UPyD o Ciudadanos, sienta cierta aversión al centro y se acerque a postulados conservadores como manera de coger aire fresco. Pero eso no significa que el conservadurismo se acabe de inventar ahora, y sea inocente de la deriva que ha seguido la derecha en España.

Conservadores en consejos de administración de grandes empresas ha habido durante las décadas de democracia que ha disfrutado España. Yo he conocido a alguno, y desde luego ni eran liberales ni centristas. También conservadores se han sentado en el Congreso de los Diputados durante todos estos años. Mucho antes de que Vox consiguiera representación. ¿Esta gente, sus ideas, no han sido responsables de nada?

Está muy bien intentar reducir todo a lo más simple. Es una táctica como otra cualquiera de convencer a la gente. Pero lo que te vale para convencer, no te va a valer para resolver problemas reales.

El liberalismo no es responsable de la derecha Santander, como no es responsable del dominio cultural de la izquierda. No existe nada parecido a la pinza izquierda/liberalismo, que mantiene maniatado al pobre conservadurismo.

Hay muchas cosas del liberalismo que nunca les van a gustar a los conservadores, y viceversa. Es lo normal, y se debería aceptar con naturalidad, en vez de generar teorías absurdas. Que no solo no aportan nada, sino que sustituyen al debate honesto entre dos corrientes morales del que siempre se ha podido aprender mucho. Empezando por tener claro que aquí nadie está libre de pecado.

1 Comentario

  1. «Para centrar el tiro, vamos a poner negro sobre blanco lo evidente. A nivel nacional, para ser alguien en política tienes que salir en los medios de comunicación. Especialmente en la televisión. Esto se puede conseguir de dos formas: o siendo amigo de los dueños de estos medios, o…».

    No olvidemos quién hizo y cómo… la ley de televisión privada en España en 1988. Y cómo repartió las licencias entre sus amigos.
    O quién fue el correligionario suyo que añadió años más tarde otra licencia monopolística más (La Sexta),
    y a quién se la «concedió» por vía «digital» (digital de «dedo»; por cierto, el agraciado es nombrado en este artículo).


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