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La economía a través del tiempo (IV): La primera disciplina fue la Economía

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Hemos empezado esta serie explicando la importancia de sumergirse en los fundamentos filosóficos e históricos de la economía. Eso nos permitió ver de forma soslayada la conexión interdisciplinaria que existe en las ciencias que estudian fenómenos en los que interviene el Ser Humano. Luego hemos continuado hablando de las bases sociológicas que se tendrán en cuenta a la hora de analizar las ideas que vayan apareciendo. Por último, establecimos unas pequeñas nociones sobre filosofía política que nos ayudarán a diferenciar entre ideas que, a priori, pudieran parecer correlacionadas, pero que aluden a modelos completamente diferentes. Ya hemos establecido el marco sobre el que se va a construir el estudio. Ahora podemos comenzar a retrotraernos en el tiempo para descubrir el origen de la Economía.

En los albores de la historia

En conversaciones informales, sobre todo con aquellos ajenos a la disciplina, suele relacionarse el inicio de la Economía con la Edad Moderna. A veces, quizás, con la Edad Media. Sin embargo, el Ser Humano ha puesto en el centro de sus vidas la necesidad de administrar los recursos escasos desde el inicio. Eso, aunque se haya dado mediante formas rudimentarias, no es más que la muestra de la importancia que tiene nuestro campo para la propia supervivencia y, en general, para la esencia del Hombre. Tanto es así que ha sido la base de una buena parte de las expresiones culturales desde la antigüedad.

De hecho, hoy en día podemos asegurar que los restos escritos más antiguos descubiertos ‘pertenecen al campo de la Economía’. Es la economía la que inaugura, al menos de forma escrita, el estudio. Y, además, refleja la necesidad del ser humano de dejar constancia de determinadas cuestiones de forma duradera. En concreto, la escritura más añeja de la que disponemos es del s. IV a.C. y se trata de una serie de símbolos abstractos encontrados en una especie de material convexo de arcilla conocido popularmente como “tablilla”.

Registro de la actividad comercial

Estas tablillas están escritas por ‘funcionarios’ de Uruk. Uruk es onocido, entre otras cosas, por ser el lugar en el que se supone que reinó Gilgamesh según la famosa epopeya que lleva su nombre. Y ahora mismo tenemos unas cuatro mil. Así lo explica  Schmandt-Besserat (2010) quien, también, detalla con mayor precisión su contenido:

A partir de aquellos contenidos textuales fragmentarios, que estas identificaciones permiten, parece que los escribas de Uruk registran, principalmente, asuntos como transacciones comerciales y ventas de tierras. Algunos de los términos que aparecen con mayor frecuencia son los de pan, cerveza, oveja, ganado mayor y vestimenta (p. 8).

Sin embargo, el texto citado continúa exponiendo un sistema de protoescritura que podría llegar a alcanzar el s.XI a.C. y que se basaba en fichas con diferentes marcas. Tales distintivos y su disposición hace pensar que su función era contable y que servían como ‘asientos’, lo que permitía el intercambio de bienes y el pequeño comercio. Y, según mantiene la autora anterior, esta necesidad de reflejar las cuentas económicas fue la que llevó a aquellas personas a ir desarrollando poco a poco lo que hoy conocemos como ‘documentos’.

Tablillas

En primer lugar, la innovación tomó auge por su propia conveniencia; cualquiera podía leer qué fichas, y en qué número, contenía una bulla. Lo que sucedió después fue virtualmente inevitable y la sustitución de las propias fichas por sus representaciones bidimensionales habrá sido, al parecer, el eslabón crucial entre el sistema de registro arcaico y la escritura.

Las bullas huecas, con sus fichas en el interior, habrán sido reemplazadas por sólidos objetos de arcilla inscritos: las tablillas. Los montones de fichas en sanas, canastas y estantes de los archivos habrán cedido el paso a signos representativos de aquellas, inscritos sobre tablillas, esto es, habrán cedido su lugar a documentos escritos (p. 16).

Economía de símbolos

Sería, no obstante, demasiado egocéntrico para el economista no considerar la existencia de otro tipo de escritos. Si bien nuestra disciplina ha sido la que ha provocado, con bastante seguridad, el desarrollo de la escritura, existen restos antiguos de expresiones pictográficas abstractas más relacionadas, por ejemplo, con lo religioso. Como ejemplo de esto tenemos una inscripción en la pirámide de Unas, en Saqqara (Cayton, 2015) que es anterior al año 2.400 a.C. y que no es más que un hechizo para ahuyentar serpientes. Sin embargo, en todas las partes del mundo lo económico fue crucial. De hecho, la propia Economía obligó a que el número de símbolos fuera reducido y, por lo tanto, fomentó la abstracción de los mismos construyendo, poco a poco, la escritura que conocemos hoy. Tal y como explica Cayton:

Que se pudieran usar menos de treinta signos para representar una palabra en cualquier lengua le parecería algo muy tosco a un escriba egipcio, acostumbrado a emplear centenares. Pero este primer alfabeto era utilitario y tenía que serlo. Este método alfabético tenía a su favor que era relativamente fácil de aprender, que se podía adaptar a la mayoría de las lenguas y que liberaba al comerciante del poder del escriba, ya fuese este del templo, real o militar. Uno podía llevar sus propios registros, podía dirigir sus propios negocios.

Se sabe con seguridad que alrededor del 1700 a. C. los trabajadores semitas de las minas de Serabit el-Khadem (Sinaí) empleaban un sistema similar al de la inscripción de Wadi el-Hol; a partir del 1600 esta escritura protosinaítica aparece más al norte, en la zona sirio-palestina; y hacia el 1000 a. C. se usó en su forma fenicia para esculpir un verso protector alrededor de la tumba de Ahiram, rey de Biblos, una ciudad famosa por su comercio exportador de papiros, y de donde procede la palabra griega para designar el libro, biblios (p. 13).

Abstracción y complejidad

Por lo tanto, tanto la aparición de la escritura como su desarrollo – hacia la abstracción y la complejidad – están profundamente condicionados por la Economía siendo esta el principal motor de lo que puso fin a la Prehistoria. De ahí que sea crucial poner en valor la importancia del pensamiento económico y, también, que sea natural encontrar en prácticamente cualquier pensador alguna opinión, por escueta que sea, sobre nuestro campo de estudio.

Bibliografía

Schmandt-Besserat, D. (1978). Antecedentes de la escritura. Revista de la Investigación y ciencia, 23, 6-16.

Clayton, E. (2015). La historia de la escritura (Vol. 81). Siruela.

Serie La economía a través del tiempo

(I) El estudio de la historia del pensamiento

(II) Individuo y colectivo, comunidad y sociedad

(III) El Estado y las formas de intervención

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