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La economía a través del tiempo (V): La educación y el trabajo para los sumerios

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Hemos hablado de los primeros escritos encontrados en la historia y como estos tenían un marcado tinte económico. En esta ocasión vamos a tratar de revisar una serie de textos cuneiformes provenientes de Sumeria. En concreto, veremos unas traducciones de diversas tablillas.

Y es que los sumerios son los primeros en comenzar a dejar un registro escrito. Por ello, somos capaces de conocer determinados elementos sociales y creencias que mantenían, a diferencia de otros pueblos. Bien es verdad que existen tribus que han sabido mantener relatos probablemente durante milenios, pues antiguamente existía cierto nivel de incorruptibilidad en la tradición oral que ahora puede parecer fantasiosa.

Textos escolares de hace cuatro milenios y medio

Sin embargo, he decidido tratar esos casos cuando lleguemos a los primeros registros escritos de sus historias. Estoy pensando, por ejemplo, en los aborígenes australianos. En este caso no tenemos constancia de su tradición oral hasta pasado el 1.800, cuando los ingleses comenzaron a tener los primeros contactos con los indígenas. Por tanto, pese a que es probable que sus leyendas sean mucho más antiguas que las sumerias (hay registros de vida humana en el Lago Victoria de Australia hace alrededor de 40.000 años), dejaremos su análisis para otro momento posterior.

Entre 1902 y 1903, los arqueólogos descubrieron numerosos “textos escolares” sumerios provenientes del 2500 a.C. En concreto, estas tablillas muestran como era la educación de aquellos que se preparaban para ser escribas: los “hijos de las tablas”. La importancia de esta clase social era inmensa por ser los responsables de la administración y gestión económica de los templos y palacios. La dirección del centro escolar estaba a cargo de los ummia (especialistas) y los profesores eran conocidos como “padres de la escuela”. Existía la figura del  profesor auxiliar que era conocido como “gran hermano”.

¿Dónde has ido desde tu más tierna infancia?

Para hacernos una idea de la relevancia de los colegios sumerios podemos acudir al siguiente texto traducido de una tablilla (Company, 2011):

– ¿Dónde has ido desde tu más tierna infancia?

– He ido a la escuela.

– ¿Qué has hecho en la escuela?

– He recitado mi tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de escritura, la he terminado, después me han indicado mi recitación y por la tarde, me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar mi clase he ido a mi casa, he entrado en ella y me he encontrado a mi padre que estaba sentado. He hablado a mi padre de mi ejercicio de escritura, después le he recitado mi tablilla y mi padre ha quedado muy contento… Cuando me he despertado, al día siguiente, por la mañana muy temprano, me he vuelto hacia mi madre y le he dicho: Dame mi desayuno, que tengo que ir a la escuela. Mi madre me ha dado dos panecillos y yo me he puesto en camino; me he ido a la escuela. En la escuela, el vigilante de turno me ha dicho: ¿Por qué has llegado tarde? Asustado y con el corazón palpitante, he ido al encuentro de mi maestro y le he hecho una respetuosa reverencia (pp. 136-137)

Estudias, o trabajas

Podemos ver una serie de escenas que podrían corresponder perfectamente a algo plenamente actual. Pero eso no es todo. Los sumerios rechazaban completamente la holgazanería. De manera que si uno no estudiaba, debía de trabajar para aportar algo a su familia. Así lo vemos en el siguiente texto traducido de una tablilla en el que se muestra un diálogo entre un padre y un hijo (Company, 2011):

¿Adónde has ido?

A ninguna parte.

Si es verdad que no has ido a ninguna parte, ¿por qué te quedas aquí como un golfo sin hacer nada? Anda, vete a la escuela, preséntate al “padre de la escuela”, recita tu lección; abre tu mochila, graba tu tablilla y deja que tu “hermano mayor” caligrafíe tu tablilla de nuevo. Cuando hayas terminado tu tarea y se la hayas enseñado a tu vigilante, vuelve acá, sin entretenerte por la calle. ¿Has entendido bien lo que te he dicho? (p. 139).

Y tras la regañina, el padre le muestra la suerte que tiene por estar estudiando en vez de tener un trabajo arduo: «Sé hombre, caramba. No pierdas el tiempo en el jardín público ni vagabundees por las calles (…). ¿Crees que llegarás al éxito, tú que te arrastras por los jardines públicos? Piensa en las generaciones de antaño, frecuenta la escuela y sacarás un gran provecho (…).

En mi vida no te he ordenado que llevaras cañas al juncal. En toda tu vida no has tocado siquiera las brazadas de juncos que los adolescentes y niños transportan. Jamás te he dicho: Sigue mis caravanas. Nunca te he hecho trabajar ni arar mi campo. Nunca te he constreñido a realizar trabajos manuales. Jamás te he dicho: ¡Ve a trabajar para mantenerme!». (p.140)

Profesiones

Estas palabras, cargadas de actualidad, continúan dándonos varios detalles sobre las profesiones que se desempeñaban en el contexto sumerio:

Otros muchachos como tú mantienen a sus padres con su trabajo. Si tú hablases a tus camaradas y les hicieses caso, les imitarías. Ellos rinden 10 gur (72 celemines) de cebada cada uno; hasta los pequeños proporcionan 10 gur cada uno a su padre. Multiplican la cebada para su padre, les abastecen de cebada, de aceite y de lana.

No obstante, tú sólo eres un hombre cuando quieres llevar la contra. Pero comparado con ellos no tienes nada de hombre. Evidentemente, tú no trabajas como ellos… ellos son hijos de padres que hacen trabajar a sus hijos, pero yo… no te hice trabajar como ellos (…).

Conforme a la prescripción de Enlil, el hijo debe suceder a su padre en el oficio (p. 141).

Comportamientos que se mantienen

De esto último se deriva algo muy común en el mundo antiguo: la profesión era algo estrechamente ligado a la familia. Heredar el oficio del padre era lo habitual. Además, se puede extraer de esta reprimenda la importancia que el sumerio daba al trabajo. El aprendiz había tenido la oportunidad de estudiar para realizar una labor mucho menos pesada que los que se dedican a la agricultura. Su progenitor le recuerda, por tanto, la suerte que tiene al poder acceder a esa posición. También le ordena que no “vagabundee” y le pide que se centre. En consecuencia, podemos ver que hay determinados comportamientos que perviven inmutables a lo largo de los tiempos.

La educación es un privilegio, el trabajo es una obligación, la función paternal consiste en corregir al hijo… Principios atemporales, pese a que puedan existir idealistas que proponen modelos utópicos en los que se prometen eliminar estos elementos.

Bibliografía

Company Seva, D. (2011). Apuntes sobre los orígenes de nuestra civilización. Autopublicado.

Serie ‘La economía a través del tiempo’

(I) El estudio de la historia del pensamiento

(II) Individuo y colectivo, comunidad y sociedad

(III) El Estado y las formas de intervención

(IV) La primera disciplina fue la economía

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