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La importancia de los referentes: Gregorio Ordóñez

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Gregorio Ordóñez no sólo fue un Primer Teniente Alcalde del PP en San Sebastián al que el terrorismo étnico de ETA asesinó. Por el contrario, simbolizó que la lucha por la libertad merece la pena y para que ello sea así, el arma tiene que ser la valentía y el respeto por las normas del Estado de Derecho, rechazando cualquier tipo de atajo.

En efecto, no formar parte de las filas del nacionalismo obligatorio en comunidades autónomas como la vasca te estigmatiza, esto es, no eres "pata negra", no formas parte de la tribu, por lo cual, no estás capacitado para defender los verdaderos intereses de los "verdaderos vascos". Este mantra mantiene toda su vigencia en la actualidad, a pesar de que el Lehendakari no sea Ibarretxe y de que Arzalluz carezca del protagonismo de antaño. Ambos políticos jeltzales marcaron la ruta de hoja que sus sucesores han seguido de manera acrítica.

Cuando Ordóñez llegó al PP de San Sebastián, esta fuerza política era marginal en el consistorio de la capital donostiarra. Además, no hay que olvidar que años atrás, particularmente en la década de los 80 ("años de plomo"), los cuadros de la UCD habían sido asesinados por ETA, dejando huérfano al constitucionalismo, ya que el PSOE mostró excesivos reparos a la hora de presentar batalla frente al PNV. Esta última afirmación no es baladí, ni responde a filias y fobias; los comicios autonómicos de 1986 lo demostraron. Las hemerotecas son jueces tan sabios como atemporales.

Igualmente, los socialistas (PSE en el País Vasco) tampoco mostraron excesivos escrúpulos para formar gobiernos de coalición con José Antonio Ardanza, pactando temas comprometidos como la educación, no tanto por la lengua en la que se ofertaba aquélla, sino por la particular visión de la historia, en cuanto que errónea, que se transmitía (y transmite) a los alumnos vascos, en la que España en ocasiones no existe y en otras ha tenido un desarrollo paralelo, nunca en conjunto, con Euskadi.

Mientras estos desarrollos tenían lugar, una fuerza política bien asentada en el resto de España comenzaba a hacer lo propio en el País Vasco. Así, el PP de Gregorio Ordóñez dejó un legado valioso con nombres y apellidos (María San Gil, Regina Otaola, Carlos Iturgáiz…) que hubieron de hacer frente a uno de los periodos más complejos, como sinónimo de duro, de la violencia terrorista, como fueron los años 90. Como consecuencia de la denominada "socialización del terror", miembros del PP y del PSOE estuvieron en el punto de mira de Eta y muchos de ellos fueron asesinados, antes de la tregua-trampa de Estella y después de la misma.

Los aludidos políticos populares se caracterizaron por no aceptar un panorama que les reducía a la marginalidad, por sumar entre los demócratas (las elecciones autonómicas de 2001 supusieron el mayor exponente) y, sobre todo, por llamar a las cosas por su nombre. Esa nueva generación fue liderada por Gregorio Ordóñez, tras cuyo asesinato no se amilanó y se convirtió en referente ético para el resto de españoles, con independencia del territorio en el que vivían o la opción partidista por la que se decantaban. En las manifestaciones contra la "negociación" con Eta del gobierno de Rodríguez Zapatero, el espíritu de Ordóñez estuvo presente.

Sin embargo, actualmente ya no hay líderes como él. Relativismo y cortoplacismo han ocupado el lugar de la política basada en principios. La presencia en las instituciones de Bildu es sólo el gran ejemplo. El resultado es que un día sí y otro también, se nos avasalla con expresiones como "final de Eta", "proceso de paz" y quien no las comparte, recibe como respuesta ser calificado de "fascista", término comodín a la hora de definir a todo el que no comulga con los parámetros de lo políticamente correcto.

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