El concepto de liquidez es tan potente que nos permite comprender el surgimiento del dinero y la interacción entre consumidores y vendedores.
El dinero, sin género de dudas, es el bien más utilizado dentro de las economías modernas y también el más incomprendido en su funcionamiento. Por ello, a continuación, se introducirá a una teoría del dinero basándonos en las ideas de Carl Menger, el padre de la Escuela Austriaca de Economía.
Primeramente, hay que indicar que todo bien económico tiene dos propiedades fundamentales: la utilidad marginal y la liquidez. La primera fue clave a la hora de resolver la paradoja del valor en el s. XIX y por la cual se refutó consistentemente la teoría del valor-trabajo culminada por Karl Marx. La utilidad marginal se puede definir como la utilidad o satisfacción que aporta una unidad adicional de cierto bien. La segunda, la liquidez, se define como la capacidad que tiene un cierto bien de ser intercambiado en cualquier momento, lugar y cantidad con el menor quebranto posible. Esta última cualidad juega un papel fundamental para comprender plenamente tanto el origen del dinero como su funcionamiento dentro del mercado.
Tradicionalmente se explica que inicialmente en las sociedades se producían intercambios mediante el cambio directo o trueque. Este método de intercambio de bienes es muy ineficiente dado que es necesario que entre los dos participantes de dicho intercambio se produzca una doble coincidencia inversa de necesidades. A tiene lo que desea B y B tiene lo que desea A. Que se produjese esta doble coincidencia en un mismo momento y lugar podía ser bastante infrecuente. Además, esta no era la única pega. Mediante este intercambio, las operaciones de compra y de venta se producen a la vez. No existe diferencia entre la compra y la venta. Incluso aunque se diese la doble coincidencia de necesidades, es posible que para alguno o incluso los dos, no fuese lo más beneficioso realizar con el otro los dos intercambios, es decir, aunque otro quiera yo que yo posea y viceversa, puede no ser el mejor intercambio posible que pueda conseguir. No se trata de conseguir un intercambio sino de conseguir el mejor intercambio posible. Por este motivo, una sociedad de trueque acaba transitando hacia una sociedad con cambio indirecto. Se consigue separar la compra de la venta.
En el cambio indirecto se realizan trueques encadenados donde el bien recibido en cada uno de estos intercambios no es el bien final deseado sino otro bien con el que maximizar la posibilidad de nuevos intercambios, es decir, un bien líquido fácilmente intercambiable. El cambio indirecto tiene varias ventajas muy importantes: se minimizan los costes de transacción, se maximiza el beneficio obtenido y no es necesario acompasar producción y consumo por lo que se pueden constituir reservas para utilizarlas cuando resulte necesario.
La sociedad crecientemente comienza a utilizar los intercambios no solo para deshacerse de excedentes producidos, sino que se orienta exclusivamente a producir aquello que va a ser valorado por la sociedad. Cada vez menor cantidad del consumo será autoproducido. Así surge el mercado, la división del trabajo y la especialización. Mediante un proceso de descubrimiento social evolutivo un único bien acaba siendo el más líquido, el más deseado por todos, no por que lo necesiten para consumir sino por su utilidad como intermediario del intercambio. De este modo es como se origina el dinero, ya que llamamos dinero a aquel bien cuya liquidez es máxima.
Este concepto de liquidez no solo nos permite entender completamente la dinámica de los intercambios que se producen en el mercado, sino que también desentraña el por qué en una economía de mercado el consumidor juega un papel central y privilegiado. En el capitalismo el consumidor es soberano. El consumidor es aquel que posee el bien más líquido y por tanto, su bien lo desean todos los comerciantes. En cambio, el vendedor tiene una presión por vender ya que hasta que él no se haga con el bien más líquido, no puede empezar a comprar. El capitalismo es un mercado de compradores, donde el comprador manda. Esto no es lo que ocurre en todos los tipos de economía. En una economía desmonetizada (por ejemplo, una donde la inflación ha destruido el poder adquisitivo de la moneda), el consumidor ha perdido su fuerza. Ya no posee el bien más líquido y trata de deshacerse de los billetes comprando cualquier producto que le permita mantener el valor, bien dólares o productos de primera necesidad. Esa sería una economía de vendedores o economía del desabastecimiento.
Para concluir, hemos visto cómo el concepto de liquidez es tan potente que nos permite comprender desde el surgimiento del dinero hasta la interacción entre consumidores y vendedores. Carl Menger nos dejó en herencia esta herramienta económica tan poderosa.
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