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La metodología de Schumpeter: algunos puntos interesantes

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Joseph A. Schumpeter fue un economista austriaco que perteneció a la tercera generación pensadores de la Escuela Austriaca, junto a Hans Mayer y Ludwig von Mises, los otros dos personajes más ilustres de esa generación. Al contrario que Mises o incluso Mayer, Schumpeter es considerado por muchos autores como un economista no austriaco, debido a su posición positivista en materia epistemológica, su defensa del paradigma walrasiano de equilibrio general y el empleo de matemáticas en economía, a través de los sistemas de ecuaciones simultaneas. No obstante, la metodología de Schumpeter tiene ciertos elementos que destacan y se diferencian del positivismo más común dentro de la economía. En este artículo destacaremos cuáles son estos puntos que, sin duda, acercan a Schumpeter mucho más a la economía de la Escuela Austriaca.

Instrumentalismo moderado

Estrictamente hablando, la posición metodológica de Schumpeter es el instrumentalismo. Esto quiere decir que, epistemológicamente, Schumpeter se opone al esencialismo y niega la existencia de causas o explicaciones últimas. Esto explica que rechace un enfoque causal y abogue por uno funcional, entre otras cosas. Para él, como instrumentalista, la teoría no puede ser interpretada como algo más que un instrumento que nos permite hacer predicciones sobre eventos futuros. La realidad, la verdad, la esencia o la causa última de las cosas no son objetos de investigación científica. Solo existen teorías útiles o inútiles para predecir eventos futuros, no verdaderas o falsas (Popper 1983; Shionoya 1997).

Sin embargo, a diferencia de otros instrumentalistas más puros como Milton Friedman (Friedman 1953; Caldwell 1992), Schumpeter sostiene un instrumentalismo moderado (Shionoya 1997). Esto se debe a que, para éste, la teoría no es exclusivamente un instrumento de predicción, sino que también sirve para la descripción, explicación o entendimiento del mundo, sin que esto suponga reconocer la existencia real o la esencia de los fenómenos económicos. Es más, para Schumpeter, una predicción capaz de pronosticar el curso real de los eventos es imposible de obtener (Machlup 1951). De este modo, Schumpeter ya parece distanciarse de los economistas positivistas más ortodoxos, acercándose simultáneamente a la posición austriaca. Los siguientes puntos a tratar parecen confirmar esta primera hipótesis.

Apriorismo

Aunque no debemos olvidar que Schumpeter es positivista, hay ciertos momentos en los que parece apoyar un razonamiento más apriorista.  A pesar de creer en la verificación de la teoría mediante la evidencia o que las suposiciones básicas de las que parte la teoría pura se basan en la observación de hechos, Schumpeter deja claro que ningún hallazgo estadístico puede probar o rechazar una proposición para la que se tienen motivos para creer debido a hechos más simples o fundamentales que tienen que ver con la experiencia del día a día o histórica (Machlup 1951). De este modo, algo como la acción humana misma, que recibe la categoría de autoevidente y que reconocemos como un hecho fundamental que tiene que ver con una experiencia más amplia, como diría Rothbard (1957; 1976), podría ser reconocido dentro del esquema schumpeteriano como una proposición exenta de verificación. En tanto que todas las leyes praxeológicas están implícitas en el axioma de la acción, podríamos deducir que éstas tampoco pueden verse sometidas al principio de verificación, siguiendo el razonamiento de Schumpeter. Con ello, es posible entender la existencia de teoría a priori, que no depende de la verificación, dentro de la metodología de Schumpeter.

Más aún, se puede interpretar la metodología de Schumpeter en términos lakatosianos (Shionoya 1997), esto es, como un programa de investigación científica donde las proposiciones teóricas que conforman el núcleo duro son irrefutables o inmunes al testeo empírico, mientras que las hipótesis auxiliares que componen el cinturón protector no presentan tal inmunidad (Lakatos 1999). Esto es muy similar a la interpretación que Zanotti (2013) ha hecho de Machlup, también en términos lakatosianos. Con ello, podemos afirmar que existe un paralelismo a nivel metodológico entre Schumpeter y Machlup, que Shionoya (1997) enfatiza en primer lugar. Sabiendo también que Zanotti y Cachanosky (2015) consideran apriorista la interpretación de Machlup de la epistemología de Mises, e incluso más fiel y adecuada que la extremo apriorista de Rothbard, el hecho de reconocer un paralelismo entre Schumpeter y Machlup refuerza la idea de que la metodología de Schumpeter contiene algunos elementos aprioristas. De hecho, Schumpeter hace una distinción entre teoría e historia, muy similar a la que hace Mises o a la que también hizo Menger entre las ciencias teóricas y ciencias históricas.

Lo estático y lo dinámico

Por otro lado, Schumpeter establece una distinción fundamental entre lo que él llama estática y dinámica (Machlup 1951). Aunque su visión mecanicista de la economía y su devoción por el paradigma walrasiano pudiera limitar su análisis a una visión estática de la economía, su estudio del desarrollo económico y del papel del empresario le introdujo directamente en una visión dinámica de los asuntos económicos.

Para Schumpeter, lo estático y lo dinámico son campos distintos de la economía. Mientras que el primero se encarga de estudiar los sistemas en equilibrio, asumiendo una información dada y constante, donde solo ocurren pequeños cambios en la información, el análisis dinámico es un método que estudia cambios grandes y discontinuos, que rompen con el equilibrio económico (Machlup 1951; 1959). Esto es completamente coherente con el análisis dinámico que introduce Mises (1998). Además, también es similar a la idea de economía de giro uniforme, donde la información ya está dada y las preferencias son constantes, y el sistema tiende al equilibrio o estado final de reposo, que nunca es alcanzado (Mises 1998). Para Mises, la economía se centra en el análisis del proceso de mercado, de lo dinámico, aunque recurre como método, como herramienta, a construcciones imaginarias como la economía de giro uniforme o el estado final de reposo, que se centran en lo estático, para poder entender de manera simple los procesos dinámicos de mercado.

El empleo de matemáticas

Schumpeter defiende las matemáticas como herramienta en economía de manera explícita y contundente. Argumenta que el uso de sistemas de ecuaciones simultaneas para la representación de las interrelaciones económicas facilita una comprensión de las mismas que no puede alcanzarse de otra manera con la misma claridad (Machlup 1951). Considera las matemáticas necesarias para conseguir la formalidad del pensamiento, algo fundamental para el rigor y para tener amplias posibilidades de deducción. De hecho, ve en ellas la posibilidad de convertir a la economía en una ciencia exacta. Según Schumpeter, las matemáticas pueden emplearse en economía porque existen conceptos económicos como trabajo, materias primas, tiempo, dinero o interés, que son cuantitativos. Además, entiende que el pensamiento matemático va más allá de ser una mera herramienta técnica y lo concibe como una actitud fundamental de los científicos (Shionoya 1997).

Sin embargo, como apunta Shionoya (1997), Schumpeter no cree que toda lógica de la teoría económica tenga que estar representada matemáticamente (Schumpeter 1933). Es más, sostiene que el método matemático es incapaz de revelar los contenidos sustantivos de determinados objetos de estudio de la economía. En ese caso, cuando las matemáticas no pueden comprender las relaciones o regularidades más importantes, se debe confiar en el lenguaje común.

Con esas afirmaciones, Schumpeter parece acercarse a la crítica de Menger al lenguaje matemático en economía. Menger afirma que el lenguaje matemático es incapaz de descubrir las esencias de los fenómenos económicos (Jaffé 1976). Con esto, se puede decir que Schumpeter comparte esta idea cuando establece que las matemáticas son incapaces de revelar los contenidos sustantivos de los objetos de estudio de la economía. No obstante, no podemos decir que a lo que Menger llama esencia sea lo mismo que lo que Schumpeter denomina contenido sustantivo, debido a las diferencias epistemológicas entre ambos. Aun así, podemos concluir que la afirmación de Schumpeter sobre las limitaciones de las matemáticas es parecida a la de Menger.

Conclusión

A modo de conclusión, podemos decir que, aun reconociendo las distancias epistemológicas entre Schumpeter y la de economistas austriacos como Mises o Rothbard, existen algunos puntos dentro de la metodología de Schumpeter que son muy similares a las defendidas por austriacos más puros e, incluso, algunas ideas que permitirían seguir avanzando y construyendo metodología austriaca de la formas más pura y fiel al planteamiento de Menger y Mises. No obstante, esto es una cuestión de futuros artículos.

Referencias

Caldwell, Bruce J. 1992. “Friedman’s Predictivist Instrumentalism: A Modification.” Research in the History of Economic Thought and Methodology 10: 119–28.

Friedman, Milton. 1953. “The Methodology of Positive Economics.” In Essays in Positive Economics, 3–46. Chicago: University of Chicago Press.

Jaffé, William. 1976. “Menger, Jevons and Walras De-Homogenized.” Economic Inquiry 14 (4): 511–24. https://doi.org/10.1111/j.1465-7295.1976.tb00439.x.

Lakatos, Imre. 1999. The Methodology of Scientific Research Programmes. Edited by J. Worral and G. Currie. Volume I. Cambridge: Cambridge University Press.

Machlup, Fritz. 1951. “Schumpeter’s Economic Methodology.” The Review of Economics and Statistics 33 (2): 151. https://doi.org/10.2307/1925877.

———. 1959. “Statics and Dynamics: Kaleidoscopic Words.” Southern Economic Journal 26 (2): 110. https://doi.org/10.2307/1055009.

Mises, Ludwig von. 1998. Human Action: A Treatise on Economics. Auburn: Ludwig von Mises Institute.

Popper, Karl. 1983. Realism and the Aim of Science. Edited by William W. Bartley III. London: Hutchinson.

Rothbard, Murray N. 1957. “In Defense of ‘Extreme Apriorism.’” Southern Economic Journal 23 (3): 320. https://doi.org/10.2307/1054221.

———. 1976. “Praxeology: The Methodology of Austrian Economics.” In The Foundations of Modern Austrian Economics, edited by Edwin G. Dolan, 19–39. Kansas City: Sheed & Ward.

Schumpeter, Joseph A. 1933. “The Common Sense of Econometrics.” Econometrica 1 (1): 12. https://doi.org/10.2307/1912225.

Shionoya, Yuichi. 1997. Schumpeter and the Idea of Social Science: A Metatheoretical Study. New York: Cambridge University Press.

Zanotti, Gabriel J. 2013. Caminos Abiertos: Un Análisis Filosófico de La Historia de La Epistemología de La Economía, Desde Fines de Siglo XIX Hasta 1982. Madrid: Unión Editorial.

Zanotti, Gabriel J., and Nicolás Cachanosky. 2015. “Implications of Machlup’s Interpretation of Mises’s Epistemology.” Journal of the History of Economic Thought 37 (1): 111–38. https://doi.org/10.1017/S1053837214000777.

2 Comentarios

  1. Con todo el respeto, y a pesar de que la mayoría de artículos sobre Metodología publicados en este blog sugieren otra cosa, no creo que la posición metodológica de la mayoría de los economistas neoclásicos de hoy se acerque a la de Friedman o Samuelson. Tampoco, claro, a la de Mises o Rothbard. En mi opinión, se acerca mucho más, precisamente, a la de Schumpeter.
    Efectivamente, la actividad de un gran número de economistas neoclásicos (especialmente aquellos que aceptan el individualismo metodológico), se caracteriza por el uso de modelos que representan los problemas económicos como juegos (en el sentido formal de la palabra), así como la adopción de unas nociones de racionalidad extraordinariamente exigentes (las implícitas en las diferentes nociones de equilibrio de la Teoría de Juegos). Al mismo tiempo, muchos (yo diría que una mayoría) reconocemos que las teorías así construidas son, ciertamente, difíciles de justificar tanto por el realismo de los supuestos realizados como por la exactitud o funcionalidad de las predicciones a las que dan lugar. Por ejemplo, un conocido teórico de juegos, Ariel Rubinstein, ha descrito con acierto la Teoría Neoclásica de hoy como una colección de fábulas. Otro, David K. Levine, ha afirmado que la Teoría Económica nunca podrá predecir ciertos fenómenos con precisión debido a la interacción entre la Teoría y los agentes a los que se refiere dicha Teoría, una afirmación relacionada con la conocida crítica de Lucas y que, como ésta, trata de prevenirnos contra las predicciones basadas en la existencia de relaciones estables entre agregados. Así, no somos una pandilla de positivistas ingenuos. Hacemos uso de las matemáticas porque pensamos que estas constituyen un lenguaje preciso que nos permite comunicarnos sin ambigüedades y razonar sin cometer errores. Hacemos uso de modelos con supuestos poco realistas porque, en muchos casos, introducir supuestos más realistas no altera, ni cualitativa ni cuantitativamente, las conclusiones obtenidas con dichos supuestos. Si pensamos que las conclusiones obtenidas utilizando un modelo dependen crucialmente de la adopción de un supuesto irrealista, tratamos de analizar como cambian las conclusiones del modelo utilizando supuestos más realistas. El uso de las matemáticas tiene, seguramente, sus costes, pero también tiene costes renunciar a ellas. La llamada Praxeología es, en mi opinión, un ejemplo claro de estos costes.

    • Gracias por su comentario. Es cierto que los austriacos pecamos mucho de criticar al clásico positivismo y empirismo que criticaban siempre Mises o Rothbard. Si queremos hablar o criticar a la ciencia económica moderna, hay que actualizarse y comprender las nuevas teorías o fundamentos del mainstream. De lo contrario, habremos construido un muñeco de paja al que atizar con los mimos argumentos del siglo pasado.

      En referencia a la cuestión de las matemáticas, publico hoy un artículo que puede ser de su interés: https://juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/la-cuestion-de-las-matematicas-en-economia/. Si fuerta tan amable de leerlo, me encantaría poder recibir críticas y comentarios de su parte.

      Un cordial saludo


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