Por Theo Zenou & Sam Bidwell. El artículo La violencia política no es para tomársela a broma, fue publicado originalmente en CapX.
No tiene precedentes en la política británica.
Por primera vez, según reveló PoliticsHome el lunes, se ofrece seguridad a todos los candidatos a las elecciones generales. Desde orientación y sesiones informativas hasta detalles de protección para personas de alto riesgo. Nunca antes se habían tomado medidas tan drásticas, ni siquiera en los años setenta y ochenta, cuando el IRA perseguía a los políticos británicos.
El martes, el líder de Reform UK, Nigel Farage, fue objeto de un ataque durante la campaña electoral cuando una joven le lanzó un batido. Algunos comentaristas calificaron el incidente de broma inocua, pero cualquier ataque -físico o verbal- a un político es inaceptable. Nunca debe ser motivo de risa. La próxima vez que un político sea agredido, el coste podría ser considerablemente mayor que una factura de tintorería.
La amenaza de violencia se cierne sobre las elecciones generales. Las autoridades se temen lo peor. Nuestra investigación muestra por qué.
En un próximo informe para la Henry Jackson Society, examinamos el aumento de la violencia política en las democracias occidentales, incluido el Reino Unido. Definimos la violencia política como los actos de violencia por motivos políticos dirigidos contra los políticos. Existe en una escala que va desde el asesinato y las amenazas de muerte hasta el acoso, la intimidación y el lenguaje violento en las redes sociales. Ninguna ideología tiene el monopolio del uso de la violencia política. La ejercen extremistas de todas las tendencias. Su objetivo: promover -o frustrar- una causa política, cerrar el debate y dividir a la sociedad.
Fernando
La política británica está cada vez más plagada de violencia política. En la última década, han sido asesinados dos diputados: Jo Cox por un terrorista supremacista blanco en 2016 y Sir David Amess por un terrorista islamista en 2021. Políticos de todos los partidos reciben un torrente de amenazas y abusos. Entre 2015-16 y 2022-23, el presupuesto anual gastado por la Autoridad Independiente de Normas Parlamentarias para mantener a salvo a los parlamentarios ha pasado de 171.000 libras a 3,3 millones de libras, según datos de la IPSA analizados por el Instituto para el Gobierno, un aumento de casi 20 veces.
Los diputados han sido objeto de insultos a menudo racistas y misóginos. Han recibido una enorme cantidad de amenazas de muerte y violación. Han sido acosados en la calle por sus electores. Sus oficinas han sido objeto de actos de vandalismo. A veces han amenazado a sus familias. En algunos casos, incluso se han presentado manifestantes ante las casas de los diputados.
Las amenazas de violencia e intimidación son ajenas a nuestra forma de hacer las cosas, debemos resistirnos a ellas en todo momento», declaró el Primer Ministro Rishi Sunak en marzo.
En respuesta, el líder laborista Sir Keir Starmer emitió una declaración en apoyo de Sunak. El Primer Ministro tiene razón al abogar por la unidad y condenar el comportamiento inaceptable e intimidatorio que hemos visto recientemente», declaró Starmer, añadiendo que «los representantes electos deben poder hacer su trabajo y emitir su voto sin miedo ni favoritismos. Esto es algo en lo que están de acuerdo todos los partidos y que todos deberíamos defender».
La normalización de la violencia política
Y, sin embargo, corremos el riesgo de que la violencia política se normalice. Según la Comisión Electoral, sólo el 61% de los británicos adultos considera «totalmente inaceptable» que se amenace verbalmente a los diputados en público. Sorprendentemente, esa cifra se desploma a sólo el 31% entre los jóvenes de 18 a 24 años.
Estas cifras obligan a explicar por qué la violencia política es peligrosa. En pocas palabras: la violencia política es fundamentalmente antidemocrática. Como escribió Abraham Lincoln en 1863: «Entre hombres libres, no puede haber una apelación exitosa de la papeleta a la bala».
Ninguna democracia puede funcionar cuando sus cargos electos están bajo coacción y las disputas políticas se resuelven con bates de béisbol. Los adversarios políticos no son enemigos jurados. La capacidad de discrepar pacíficamente es el requisito previo para una sociedad libre.
Pero no basta con denunciar la violencia política. También debemos encontrar colectivamente soluciones para atajarla.
No permitir el acoso
Las autoridades hacen bien en reforzar la seguridad de los políticos, pero hay que hacer más. Deberían prohibirse las protestas ante los domicilios de los diputados. Intimidar a una figura política debería tipificarse como delito agravado. Y habría que perseguir a los grupos que emplean la violencia política.
Pero no nos equivoquemos: el genio no volverá a meterse en la botella sólo con medidas punitivas. Para resolver realmente el problema de la violencia política, vamos a tener que ser audaces. Debemos lograr nada menos que una renovación democrática.
Ahora es el momento de actuar con decisión. De lo contrario, la violencia política seguirá aumentando. Si no actuamos, corremos el riesgo de que se convierta en una característica permanente de la vida política británica.
Theo Zenou y Sam Bidwell son los autores de «From the Ballot to the Bullet», un informe sobre la violencia política que publicará la Henry Jackson Society a finales de este mes.
Ver también
- El prestigio de la violencia. (José Carlos Rodríguez).
- La política nos convierte en enemigos. (Ignacio Moncada).
- Odio, sectarismo y crítica política. (José Carlos Rodríguez).
- La política de las turbas. (Alberto Illán Oviedo).
- La violencia de los pacíficos. (Alberto Illán Oviedo).
2 Comentarios
Creo que el siguiente análisis de la entrevista que el diario El País (de España)
le hace al eurodiputado recientemente elegido Alvise Pérez es muy significativo
de cierto estado de cosas que no hay que tomarse a broma:
Roberto Crobu (psicólogo): «La técnica del espejo que uso Alvise contra la manipulación periodística del diario El País (parte II)»:
https://www.youtube.com/watch?v=TymSytfMdhE
En el siguiente enlace, la explicación que da la «defensora» del lector de El País, ante ¿la perpetración? de tal entrevista
y la subsiguiente «nota aclaratoria» (titulada «Periodismo sin complejos ante los ‘alvises'», una explicación añadida
desde el propio periódico a la edición digital de por qué y para qué se hizo de esa concreta manera):
https://elpais.com/defensor-a-del-lector/2024-06-23/periodismo-sin-complejos-ante-los-alvises.html
https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/periodismo-sin-complejos-ante-los-alvises/ar-BB1oJsKy?ocid=msedgntp&pc=LCTS&cvid=42e0c6f8e2664a019631f46a04a3f8d0&ei=61
Ejercicio propuesto: Aplicar cada uno de nosotros, como ejercicio de sana crítica, la técnica del espejo
a esa misma explicación (excusatio non petita) del diario El País. Esto es, lo mismo que El País prejuzga a Alvise «antes» de la entrevista,
aplicar esos mismos prejuicios y criterios (que el diario aplica al entrevistado) al propio ‘entrevistante’, el diario El País
(supuesto periodista y diario «neutral» en busca de la verdad, la belleza, lo justo y lo bueno; frente al entrevistado, paradigma ex-ante de lo contrario, del mal, según la caracterización «previa» que tan benéfico y subvencionado diario –El País– realiza).
Me recuerda al apagón de los comentarios de los lectores que ese mismo diario perpetró en ¿abril? de 2021 (ola de Covid), sin previo aviso, que también intentaron justificar con una nota aclaratoria (delatora) en la que ellos mismos (El País) declaraban y reconocían que habían cortado los comentarios (no porque los comentarios de los lectores hubieran incumplido las normas del debate de alguna manera, sino) … porque el propio diario El País no podían mantener «el relato». Vamos, que se les caía a trozos «el relato»… ante la realidad (puesta de manifiesto por los comentarios de los lectores).