Cuando un individuo se plantea cómo invertir su ahorro tiene diversas opciones: inmuebles, instrumentos financieros, royalties y también negocios. Una empresa no deja de ser una inversión: invertimos un capital con la intención de obtener una mayor cantidad en el futuro. Por lo tanto, el objetivo principal de las empresas es obtener más rentas, ya sean salariales o de propiedad. Dicho de forma más coloquial: ganar dinero.
Pero ¿qué deberá hacer la empresa para conseguir ese objetivo? La empresa únicamente podrá obtener beneficios si satisface necesidades a los consumidores. Necesitan forzosamente crear valor a los ciudadanos ofreciendo productos y servicios que antes no disponían y que les ayudarán a conseguir sus propósitos y deseos.
Las empresas son, por tanto, netamente sociales, puesto que su supervivencia depende única y exclusivamente de servir a los ciudadanos. La empresa no impone, la empresa sirve. ¿Acaso producir pan, leche, zapatos, camisas, ordenadores, instrumentos de inversión, coches… no es social? ¿Qué puede haber más social?
Lo que debiéramos pedir a las empresas no es que se olviden de "ganar dinero", sino animarlas a que obtengan todos los beneficios posibles, ya que eso significará que estarán aportando mucho valor a la sociedad.
Evidentemente que habrán empresas que roben y/o sean corruptas aliándose con el poder político. Pero para eso está la justicia, para perseguir y condenar delitos. Que haya empresas que cometan delitos no significa que las empresas per se sean delictivas. No hay que confundir.
Y es enteramente justo que quien comanda esas empresas, los socios, reciban unas muy merecidas rentas en función del número de ciudadanos a los que prestan servicio. Por ejemplo, es lógico que personas como Bill Gates o Amancio Ortega sean las personas más ricas del planeta, ya que sus productos y servicios son comprados voluntariamente por millones de personas en prácticamente todos los lugares del planeta. Bill Gates creó además la Bill and Melinda Gates Foundation, que ha destinado 40.000 millones de dólares a obras y proyectos de caridad.
Este mecanismo de creación de valor, bienestar y riqueza sólo puede funcionar en una economía de libre mercado con un marco jurídico que respete de la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos. Únicamente partiendo de este marco se pueden crear las condiciones para que existan precios de mercado, que son el faro de la producción, ya que permite a los empresarios realizar el cálculo económico. Los precios reflejarán la demanda y escasez de un determinado bien económico (escaso por definición), pudiéndose emplear para fines prioritarios. Todo ello de manera libre, espontánea y descentralizada. La manipulación coactiva y artificial de los precios sólo puede conllevar a malas inversiones, descoordinaciones y escasez. Es decir, mala asignación de recursos y pobreza.
Las empresas que no sirvan de ninguna manera al consumidor quebrarán. Y es necesario que así sea porque se trataría de una organización antisocial y antieconómica que destruye riqueza. Esa es la manera que los procesos de mercado hacen a las empresas más eficientes.
Esta es la función social de las quiebras, igual que las ganancias: la organización que sirve a los ciudadanos existe y la que no lo hace desaparece.
Por todo ello repetimos: las empresas son irremediablemente los agentes económicos más sociales que existen.
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