Tante Marguerite es un renombrado restaurante parisino situado cerca de la Asamblea Nacional. Ha tenido que bregar, como todo el resto de locales, con el decreto Bertrand (el equivalente pajinesco de allí) que no permite fumar desde enero 2008 en ningún lugar público cerrado de Francia (ninguno, oiga). El Estado galo se preocupa tanto como aquí de la salud de sus insensatos ciudadanos y de los derechos de los fumadores pasivos.
La dueña del referido restaurante, viuda del célebre chef Bernard Loiseau, no ha querido renunciar a su clientela fumadora. Como buena emprendedora, y con el pequeño resquicio que la previa ley Evin ofrecía, ha ideado unos reservados especiales con un sistema ingenioso (y caro) para que ninguno de sus empleados tenga que respirar el fétido humo expelido por sus viciosos clientes, acostumbrados en darse al placer de fumar al tiempo que saboreaban un buen plato culinario, un café cargado o una copa de cognac. Primitivos…
Para ello, la comida se sirve mediante un sistema de pasaplatos en espacios herméticos (con acceso de doble puerta) y presurizados para que las insalubres prácticas puedan llevarse a cabo de forma segura. Unos potentes extractores de humo hacen el resto del trabajo. Los camareros se comunican con la molesta clientela mediante walkie talkies; con este cinturón sanitario evitan entrar en las contaminadas salas y respirar el aire viciado.
Toda esta logística le ha parecido insuficiente a la asociación de Derechos de los No Fumadores (DNF), que ha denunciado al Tente Marguerite por no contar sus reservados con puertas herméticas y, sobre todo, por fomentar en Internet y en la prensa el deleznable placer del fumeteo. Tal apología deberá ser erradicada de los templos de la degustación francesa. Y vaya si lo van a conseguir. La ley está de su parte y la vigilante DNF se ha servido de ella. Cela va de soi.
La viuda Dominique Loiseau ha comparecido el pasado enero como acusada ante el tribunal correccional de París. Ha alegado incomprensibles y egoístas justificaciones sobre su derecho de propiedad y de libre emprendimiento. Menuda arrogancia. El tribunal dará su veredicto el próximo 10 de marzo. Dicho fallo marcará también el destino del resto de locales galos que han instalado salas de fumar en su negocio intentando saltarse la "Ley".
Por cierto, buena parte de los clientes del Tente Marguerite son parlamentarios ("diputés", como diría nuestro ínclito ZP). Los mismos que aprobaron la ley anti-tabaco. Ninguno de ellos ha apoyado a la parte acusada y señalada por la neoinquisición.
Coda: Holanda está de vuelta. Fue una de las primeras naciones de Europa en aplicar la prohibición draconiana del tabaco en todos los locales abiertos al público (si bien se permitió la práctica asentada de fumar marihuana en los coffee shops, siempre que no se mezclara con el pestilente tabaco). Recientemente ha dado marcha atrás y ha matizado dicha prohibición general: admite que puedan existir oasis de nicotina; se salvarán del desierto libre de humos aquellos pubs o cafés de menos de 70 metros cuadrados si sus dueños así lo deciden y no tienen contratados a terceros. Escocia está también planteando la derogación parcial del smoking ban. Bienvenida, cordura chiquita.
La Comisión europea dictará en breve directivas para unificar criterios con el fin de que no se desmadren las excepciones, tal y como ha sucedido en Holanda, y para que no haya duda del alcance de la prohibición en el territorio de la Unión. Hay cosas con las que no se juega.
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