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Madrid Distrito Capital

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Hace unas semanas Begoña Villacís hizo unas declaraciones interesantes. Después de años donde Ciudadanos defendía una especie de jacobinismo territorial, la vicealcaldesa de Madrid propone ahora utilizar la ley de capitalidad para dotar a su ayuntamiento de más autonomía fiscal.

La ley de capitalidad es una gran desconocida para el común de los mortales. Se trata de una ley cuyo fin es dotar a las ciudades de gran población de unos órganos de gobierno más acordes a su tamaño. Así que debería llamarse ley de ciudades de alta densidad poblacional. Que no tenga ese nombre tiene su explicación, que vamos a ver más tarde.

«Madrid se va»

Las declaraciones de Villacís, que venían antecedidas de otras del propio alcalde, han provocado multitud de reacciones. De entre todas, un artículo de Hughes en La Gaceta plasma muy bien lo profundo que es este asunto. Madrid se va, se titula. Animo a leerlo completo, ya que el autor es extremadamente bueno en plasmar, en pocas líneas bien escritas, multitud de ideas interesantes y complejas.

Extraigo las que creo que son las ideas generales del artículo:

  • Madrid ha experimentado un crecimiento económico que no se ha visto con buenos ojos por las élites políticas vascas y catalanas.
  • Este crecimiento viene impulsado principalmente por una financiación exterior que puede transformar a la ciudad en un centro de negocios internacionales, lo que provocaría su desmembración del resto de España.
  • Este crecimiento podría no ser obstaculizado por las fuerzas políticas del resto del país siempre que se alcanzara un consenso territorial entre derecha e izquierda que tendría como base una España federal.

Las tres ideas, con alguna matización, me parecen que plasman bastante bien la situación actual. Vamos a intentar desarrollar cada una.

El crecimiento de Madrid

Madrid ha crecido mucho desde la transición, tanto en habitantes, como económicamente. Para muchos ha sido gracias al privilegio de ser capital del Estado. Para otros ha sido mérito de las políticas de la derecha en la Comunidad y en el ayuntamiento. Por no alargarnos demasiado, vamos a quedarnos con el consenso: el crecimiento es innegable y los gobiernos de derecha (en la Comunidad) y la capitalidad están garantizadas para los próximos años.

Así que Madrid va a seguir creciendo. Esto es bueno para todos, menos para dos grupos de personas: los que creen que la economía es un juego de suma cero y para aquellos que no quieren bonanza económica, sino desarrollar un plan político que pasa porque sus adversarios sean débiles.

El PNV

A los primeros los vamos a obviar para centrarnos en los segundos y, dentro de los segundos, vamos a hablar del PNV. El País Vasco tiene todos los ases para ganarle una partida económica a Madrid. Financiación propia e influencia decisiva en el parlamento nacional, que en última instancia maneja buena parte de la forma en la que se financia la Comunidad de Madrid. Pese a estas ventajas, no han logrado su objetivo, bien por incompetencia propia o por mérito del rival. Lo que es innegable es que han optado por la vía de elevar su apuesta apoyando al gobierno más disparatado posible a nivel nacional, al mismo tiempo que elevan críticas surrealistas sobre la fiscalidad de Madrid.

Esto no es el típico victimismo sobre el nacionalismo independentista y sus nefastas consecuencias para el conjunto del país. Es una crítica legítima a un partido que, pudiendo centrarse en el crecimiento de su territorio, lo fía todo a un privilegio estúpido que le han concedido sus adversarios, y aun así (o precisamente por eso) fracasa en ambos sentidos.

Así que cualquier intento de Madrid por modificar su política fiscal para fomentar el crecimiento va a tener la oposición de fuerzas políticas que tendrían que tener poco que decir en este asunto.

Una ley para todos, no sólo para la capital

Sobre la financiación del crecimiento de Madrid, es y seguirá siendo internacional. El Estado tiene una deuda avalada por nuestros socios europeos que nos hipoteca para varias generaciones, y el tejido empresarial español es totalmente dependiente del BOE o está intentando salir del país. Pero que sea internacional no tendría que significar mucho. La clave está en qué ideas o valores guían a la sociedad que atrae la financiación.

Me imagino que Hughes va por ahí cuando desconfía de los planes de Villacís o Ayuso. A mí me pasa lo mismo, aunque por razones algo diferentes.

Aquí volvemos al porqué del curioso nombre de la ley que se aspira a reformar. La ley de capitalidad se llama así porque es una ley ad hoc para Madrid. Si mañana, por poner un ejemplo, todo el cinturón de ciudades dormitorio de Madrid se unieran en un solo municipio que igualara a la población de la capital, no se podrían acoger a dicha ley, sino que se tendría que redactar otra que se llamará, por decir algo, ley especial del cinturón urbano de Madrid. Y es que es este uno de los cánceres que tenemos en España: hacemos una ley para cada cosa, en vez de una ley que trate a todas las cosas por igual.

Cualquier liberal está a favor de un municipio de Madrid con autonomía fiscal y financiación extranjera. Pero siempre y cuando esta autonomía pueda ser accesible al resto de municipios que cumplan los mismos requisitos, y que esa financiación extranjera no venga con privilegios que la española no disfrute. Es algo bastante básico, y la obcecación de ciertos políticos de Madrid por obviar lo evidente convierte en legítimas cualquier sospecha sobre los valores que van a primar en esas administraciones autónomas que aspiran a gobernar.

España federal

Por último, tenemos el tema de la España federal. Hay que partir de un consenso básico: el actual sistema de las autonomías no funciona. Existen muchos motivos, pero el principal es su disparatado sistema de financiación.

Si la democracia ya tiene sus limitaciones a la hora de que los ciudadanos puedan juzgar la labor de los políticos, si separas a la administración que recauda de la que gasta el sistema deja de tener sentido.

Pero esto no apoya la idea de una España federal, sino todo lo contrario. La clase política española es la que es. Podrá cambiar, siempre que la sociedad empuje en esa dirección. Cosa que ahora no ocurre. Así que cualquier reforma territorial va a ir en la misma línea que la España de las autonomías actual, llevándolas al extremo.

Riqueza y oportunidades

Después de analizar los tres puntos parece que la idea de Villacís anuncia el principio de un desastre nacional. De un Madrid que se va. Pero yo no lo creo.

Hay una ventaja de Madrid distrito capital (o cualquier grado de autonomía fiscal que pueda conseguir Madrid) que no está teniendo en cuenta Hughes: la riqueza genera oportunidades. El futuro de un Madrid financiado por venezolanos y BlackRock puede ser incierto, pero tiene más posibilidades que el de una Asturias convertida en geriátrico.

En marcha

Al final, el aumento de riqueza de un territorio se traduce en mayor capacidad económica para los millones de habitantes que lo habitan. Estos ciudadanos pueden dilapidar su fortuna en pocos años vía consumo y malas ideas, o pueden fomentar instituciones exitosas que forjen un futuro para muchas generaciones.

Ni los pesimistas conservadores, ni los optimistas liberales podemos saber qué va a pasar. Pero todos sabemos lo que ocurre cuando no te mueves. Y España lleva demasiado tiempo sin moverse económicamente. Así que quizá sea el momento de aceptar las pocas iniciativas que parecen ir en la buena dirección, aunque el camino esté lleno de incertidumbre. Al fin y al cabo, la historia nos enseña que los españoles no sabemos movernos de otra forma, y de momento todavía seguimos aquí.

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