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Obama, los Castro y el fracaso del embargo

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«El socialismo, para establecerse y prevalecer, necesita violencia en grandísimas dosis».

J.I. Castillo.

Este pasado miércoles veíamos con asombro un anuncio histórico: Estados Unidos y Cuba anunciaban un acercamiento en sus relaciones diplomáticas. Obama, en un discurso televisado que probablemente quede grabado en la retina de muchos, afirmaba:

Hoy, Estados Unidos está tomando medidas históricas para trazar un nuevo rumbo en nuestras relaciones con Cuba y para confraternizar y empoderar al pueblo cubano. Estamos separados por 90 millas de mar, pero unidos gracias a las relaciones entre los dos millones de cubanos y cubano-americanos que viven en Estados Unidos con los 11 millones de cubanos que comparten una esperanza similar de llevar a Cuba a un futuro más prometedor. 

No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener un resultado diferente. Intentar empujar a Cuba al abismo no beneficia a Estados Unidos ni al pueblo cubano. Hemos aprendido por propia experiencia que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los países en estados fallidos. Hoy, al tomar estas medidas, hacemos un llamamiento a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos poniendo punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas. Con ese mismo espíritu, no debemos permitir que las sanciones de EEUU impongan una carga aún mayor a los ciudadanos cubanos a los que estamos intentando ayudar.

Tras 54 años de embargo, era hora de probar algo distinto. Comentaba el director del Instituto, Juan Ramón Rallo, que «la libertad de movimientos de personas, mercancías y capitales enriquece a los pueblos. Por eso el embargo sobre Cuba es un error». Lo que está potencialmente encima de la mesa es poner fin al embargo, que no bloqueo, de Estados Unidos contra Cuba. Eso son muy buenas noticias para los cubanos.

Una lectura distinta del anuncio de esta semana, que coincide con unas semanas negras para dos países enemigos de EEUU (Rusia y Venezuela), es que el régimen socialista cubano está claudicando poco a poco ante las virtudes del capitalismo. La debilidad de Venezuela, país del que estaba recibiendo más de $5.000 millones anuales, unido a más de medio siglo de socialismo han obligado a Raúl Castro a adoptar tímidas medidas que han otorgado cierta libertad económica a los cubanos en los últimos años. Aún queda muchísimo camino por recorrer en lo que a libertades económicas se refiere. Los cubanos tienen, como cualquier otro pueblo, todo el derecho del mundo a emprender y comerciar en libertad, sin injerencias estatales.

En donde tristemente no ha habido ningún avance es en lo que se refiere a libertades civiles o individuales. Los cubanos no gozan de una de las libertades más importantes y básicas en cualquier país que se denomine democrático: la libertad de expresión para decir en libertad lo que uno piensa sin temer represalias por expresar ideas propias. Como la Historia nos ha enseñado, libertad económica e individual siempre acaban yendo de la mano. Ojalá la previsible mejora en la libertad económica que el pueblo cubano experimentará tras el anuncio de esta semana haga que la libertad individual mejore significativamente. Con sesenta años de demora (más vale tarde que nunca) habría llegado la única revolución que merece la pena perseguir: la revolución de la libertad. 


Actualización: Agradezco a J.I. Castillo que me haya hecho una importante puntualización. Los que podrán comerciar y negociar de ahora en adelante con los EEUU es el gobierno cubano, no los ciudadanos cubanos. Por tanto, el comercio sólo beneficiará en principio a aquellos cubanos que el gobierno decida (la casta más cercana al régimen en principio). Ojalá el gobierno cubano permita a todos los cubanos comerciar con EEUU y no sólo a una élite minoritaria.

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