Este mes de octubre hemos asistido a varios acontecimientos liberales, como el Congreso Regional de Students For Liberty y la presentación de varios libros.
Aunque con la temperatura casi veraniega, este mes de octubre hemos asistido a varios acontecimientos liberales que les voy a relatar. Comenzando por el final, hace un par de semanas se celebró el Congreso Regional (Iberia+Iberoamérica) de Students For Liberty (SFL) en el Ateneo de Madrid (con la coincidencia de haber reunido pocos días antes en el mismo auditorio a los círculos de Podemos: ¡la de eventos que habrán contemplado esas ilustres paredes!). Colaboraba también nuestro Instituto Juan de Mariana, así como el ThinkTank Civismo: precisamente ellos abrían la Jornada con una Mesa en la que participaron su presidente, Julio Pomés; su director, Diego Sánchez de la Cruz; y su secretario, el catedrático Pedro Schwartz (como saben, ha presidido la Mont Pelerin Society los dos últimos años y ha dejado convocado un prometedor Congreso en las Islas Canarias para el año 2018).
Civismo desarrolla anualmente varios estudios de gran interés, como sus Índices de los derechos de propiedad, de Libertad económica en la Unión Europea o el bien conocido Día de la liberación fiscal, en el que se calcula cada año cuándo dejamos de trabajar para Hacienda. Sobre estos temas dijo varias cosas interesantes Diego Sánchez de la Cruz: con alguna provocación (muy adecuada a un público joven y dispuesto a escucharlas) justificaba los paraísos fiscales como ejercicio de la “libertad de votar con los pies” frente a tantos regímenes fiscales casi confiscatorios. Más centrado en España proponía eliminar los tributos autonómicos, reducir el IBI [se trata de un impuesto local sobre las viviendas] como forma de ayudar a los individuos a que seamos propietarios (una palabra que parece maldita para los populistas de salón) o cambiar los conciertos autonómicos. Y recordaba finalmente ese “Camino de servidumbre” al que se quiere someter a los empresarios para que no disfruten de los beneficios legítimos de su trabajo.
Schwartz también defendió la soberanía de nuestras vidas personales, nuestras propiedades y nuestros objetivos políticos frente a los nuevos populismos. Un Estudiante para la Libertad, así se considera él mismo, debe conocer muy bien los problemas y los argumentos con los que se ataca el orden social y económico que proponemos: no basta con saber los principios generales, hay que esforzarse por manejar datos concretos. Ilustraba esa idea, por ejemplo, con las falsas pero muy extendidas estadísticas sobre la pobreza: es mentira que haya cada vez más pobres, o que los pobres lo sean cada vez más… Con cifras de la propia ONU (desde donde se extienden muchos de estos eslóganes), el impresionante crecimiento de nuestro planeta de 2.500 millones de habitantes a mediados del siglo XX hasta casi los casi 7.500, ha venido acompañado de un descenso porcentual, pero también absoluto, del número de personas con esa disponibilidad menor de 1,25 dólares al día.
Precisamente, este mismo recurso a desmontar falsas estadísticas sobre la pobreza lo escuchaba muy pocos días antes en la presentación del libro Globalización y generación de riqueza, ensayo con el que José Ramón Ferrandis ha obtenido el II Premio Diego de Covarrubias. Nos recordaba también el ejemplo histórico de la Smoot-Hawley Act, una ley aprobada en 1930 por el Congreso norteamericano que pretendía luchar contra la Gran Depresión mediante políticas arancelarias. Tendemos a pensar que el paro masivo de aquellos años fue producido por la crisis financiera: ciertamente hubo un viernes negro en la Bolsa de Wall Street en noviembre de 1929. Pero el crecimiento del desempleo se agravó precisamente por una legislación intervencionista como reconocería el Secretario del Tesoro, Henry Morgenthau en 1942: “Subir impuestos y restringir el comercio internacional no funcionó y no funcionará”.
El Centro Diego de Covarrubias también fue protagonista de la presentación de otro libro: la traducción de la obra de Jay W. Richards, Dinero, codicia y Dios (Money, Greed and God. Why Capitalism is the Solution, and not the Problem). Tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino, con la intervención de Mónica de Oriol, hasta hace muy poco presidenta del Círculo de Empresarios. Aludiendo al subtítulo que les he copiado, resumió los ocho falsos argumentos que señala Richards para criticar el capitalismo: desde las teorías contradictorias de presentarlo como una utopía irrealizable o una insoportable muestra de codicia, hasta el bien conocido mito del juego de suma cero. Oriol nos explicaba por el contrario que el comercio en libertad genera valor, y no a costa de quitarles a unos lo que enriquece a otros; aquí volvemos de nuevo a señalar esa falacia del empobrecimiento general del mundo, haciendo alusión a la “pesada” insistencia que todavía porfían autores como Piketty.
Richards, con un Ph.D. en Teología y un Master of Divinity, es profesor en la Catholic University of America y senior fellow del Discovery Institute. En su libro también discute los prejuicios sobre si un cristiano puede ser capitalista desde la lógica y desde una adecuada lectura de la Escritura, y se lamenta, en ese punto, de una equivocada interpretación marxista que todavía pervive (y que él mismo conoció, hasta que al crecer su vivencia religiosa y sus conocimientos de economía le confirmaron la superioridad moral y práctica del capitalismo). Como señalaron algunas intervenciones al final del acto, se trata de un libro “inteligente, sanador y desasosegante”, que nos ayuda a desmontar esas mentiras sencillas que en muchas ocasiones se difunden con mayor facilidad que las verdades más complejas.
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