Hay una gran confusión de términos entre las palabras ley y justicia. Mucha gente lo toma como sinónimo cuando les separa un abismo. Algo similar ocurre con otras palabras grandilocuentes como libertad y democracia. La libertad es un fin, la democracia una herramienta —totalmente fallida— para legar a ese alto fin.
Los términos justicia y ley no son lo mismo. La justicia es un fin, mientras que la ley solo es una herramienta para llegar ella. De hecho, puede haber justicia sin ley. Muchas sociedades creadas en la América colonial, como la de los cuáqueros o puritanos (ver Justice without Law?), convivían en un sistema de justicia sin ley que les trajo gran prosperidad comercial y seguridad hasta que intervino el Gobierno. Pese a tal distinción, el vocablo "ley" se ha confundido y ha tomado más importancia que el de "justicia" trasgrediendo los límites de su definición.
Para cualquier liberal, los medios para llegar a la justicia han de ser de mínimos. Si estos medios crecen más allá de sus fronteras legítimas, invaden la libertad individual convirtiendo la sociedad en estado policial y confiscatorio. Evidentemente ha ocurrido, ¿por qué? Por el crecimiento del pensamiento colectivista, ya le queramos llamar socialista, conservador, nacionalista o religioso. Mientras que la justicia solo pretende que una comunidad con disputas y la violencia; la ley ha querido crear "un mundo mejor" y "más justo". Si alguien pretende hacer un mundo más justo, significa que yo soy un encaje de su sueño y muy probablemente me quiera imponer algo financiándolo con mi dinero. La legitimidad moral que se esconde tras está agresión y robo es porque el "nosotros" es más importante que el "yo".
La UE quiere hacer un mundo mejor por ley, y por eso prohibió el uso de plantas medicinales que durante miles de años han funcionado. En realidad no tiene nada que ver con el bien común, ha sido la presión de las farmacéuticas que así hacen más amplio su monopolio. Leire Pajín quiere un mundo más justo también y por eso pretende prohibir los chistes de homosexuales. (Otra vez, es pagar favores al lobby que le llevó al poder). Los grupos conservadores también quieren un "mundo mejor" usando la ley para meterse en el cuerpo de las persones prohibiendo la eutanasia, el aborto o alimentando el más destructivo de los sectores colectivistas: el de la guerra y seguridad nacional. El terrorismo legalizado.
El uso de ley por parte del colectivismo nos obliga a implicarnos en la sociedad, incluso en el mundo, más allá de lo que nosotros deseamos. El resultado es un mundo perfecto lleno de horrores. La ley ha servido como instrumento para conseguir la injusticia. El hombre se acaba volviendo el esclavo de políticos, gobernantes, lobbies, sindicatos, grupos religiosos e ideológicos. Todo el mundo decide sobre el individuo menos él.
La justicia ha de ser gestionada por la sociedad civil, no por monopolios coactivos. La ley es la mejor arma del tirano para dirigir la sociedad y economía a su antojo. Nuestra vida, libertad y propiedad no es para uso de tiranos ni está a disposición de locos sueños colectivistas. Tal vorágine dictatorial lleva al caos social y económico. Piense en el desastre de las pensiones públicas donde pagamos la vejez de alguien que no conocemos mediante la fuerza sin que ni siquiera nos pregunten. Tal sistema solo ha traído la destrucción del ahorro personal a largo plazo. Antes cuando alguien llegaba a viejo, lo hacía con dinero. Ahora llegamos a viejos con una pensión que no nos permite llegar ni a mitad de mes.
Una sociedad liberal es la que carece de leyes. No pretende hacer un mundo mejor con extorsiones. Solo pretende que cada miembro respete la vida, propiedad y libertad de los otros. La única arma para conseguir una sociedad mejor ha de ser la persuasión, no la prohibición.
Una sociedad liberal consigue, a su vez, la seguridad por medio de empresas privadas (ver los casos de The Privatization of Police in America), y las herramientas del mercado, como alarmas, vallas, armas. La estabilidad jurídico–comercial se consigue con el arbitraje. Y miles de personas interactuando entre ellas pueden hacer un mundo mucho mejor que una oligarquía en el Poder con la única legitimidad de una pistola en la sien. Es decir, de la ley.
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