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Por un individualismo metodológico dinámico como puente entre Rothbard y Hayek

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En mi artículo anterior traté el debate abierto entre austriacos sobre si Friedrich A. Hayek debería ser considerado economista austriaco o no. Mi respuesta a esa pregunta fue afirmativa, y estuvo guiada por un ánimo sintetizador que busca unir los mejores aportes de los distintos y diversos enfoques que encontramos dentro de los pensadores de la Escuela Austriaca. En el artículo abordé la cuestión de los límites de la praxeología, sobre los que debe apoyarse la ciencia económica, y por ello, hicimos referencia a conceptos como el de equilibrio y el de coordinación. Aunque pudiéramos resolver o aclarar hasta cierto punto la pregunta que nos planteamos, dejamos el final abierto para que hoy pudiéramos hablar sobre las críticas que Hayek ha recibido, por parte de Misesianos más extremos o Rothbardianos, acerca de su concepto de orden espontáneo.

Para Hayek (1973), un orden espontáneo sería un orden autogenerado o autoorganizado, que es, expresado de la mejor manera con la frase de Adam Ferguson, “resultado de la acción humana pero no del diseño humano”. Esta idea de orden espontáneo va en línea de la critica que hace Hayek al racionalismo constructivista o racionalismo extremo, que considera origen del socialismo, y que asume que el ser humano posee la capacidad suficiente como para diseñar, al completo, fenómenos complejos como el dinero, el lenguaje o los principios morales. Como Hayek considera que estos fenómenos no pueden ser diseñados racionalmente, sugiere que son resultado de la acción humana de multitud de personas, pero no del diseño de uno solo o unos pocos, debido, en última instancia, a la gran cantidad de conocimiento factual que implican y que es inabarcable para la mente humana. Con ello, Hayek continúa toda una línea de pensadores que, desde la Escuela de Salamanca, pasando por Bernard de Mandeville, David Hume o Adam Smith,  y llegando a Carl Menger (Barry, 1982), plantearon esa idea o concepto de un orden espontáneo, no planificado o diseñado por uno o varios pocos individuos.

Ante estas ideas de “orden espontáneo”, “consecuencias no intencionadas de la acción humana” y “producto de la acción humana pero no del diseño humano”, Rothbard (2011) llega a decir que la completa obra de Hayek está dedicada a la denigración de la razón humana (p.192), o que constituye un paradigma fundamentalmente irracional. Incluso pone en el mismo plano a Hayek, Hegel y Marx por supuestamente creer en ese evolucionismo, que funciona en base a una especie de patrón beneficioso que lleva siempre a la mejora de las instituciones. Esta acusación de irracionalidad se debe, según Rothbard, a que todas esas nociones que acabamos de comentar asumen que el ser humano puede actuar inconscientemente, de manera inintencionada o automática, como si fuera un robot. Eso es algo que en principio choca con la propia filosofía de la praxeología, que parte del axioma fundamental de la acción humana racional (expresión que el propio Mises considera pleonasmo), al igual que consciente. Toda acción humana es racional, consciente e intencional, es decir, dirigida a un fin. Y según Rothbard, el paradigma Hayekiano no respeta esos principios fundamentales. Gordon (1989) y Salerno (1990) son otros dos austriacos que se suman a la crítica de Rothbard a Hayek.

Desde mi punto de vista, Rothbard no parece comprender lo que Hayek intenta transmitir con esa idea de orden espontáneo. Hayek en ningún momento niega la racionalidad o intencionalidad de la acción individual, es más, especifica que el orden espontáneo es fruto de la acción humana. En términos praxeológicos, por tanto, podemos decir que es fruto de la acción consciente e intencional. Sin embargo, no es resultado del diseño de un solo o unos pocos individuos. Es decir, por problemas relacionados con la limitada capacidad cognitiva del ser humano, el orden mental individual no puede crear y ni siquiera comprender al detalle órdenes superiores en complejidad como el orden espontáneo (Hayek, 1952). Entonces ¿cómo es posible que el orden espontáneo se base en la acción consciente e intencional y a la vez tenga un resultado no diseñado por el individuo o los individuos que participan en él?

La respuesta a la anterior pregunta podemos encontrarla en el individualismo metodológico. Más concretamente, en un individualismo metodológico no atomista o dinámico. A este individualismo ya me referí en otro artículo, donde explicaba que, a diferencia del individualismo metodológico atomista, éste asumía como punto de partida la acción humana individual pero consideraba fundamental el papel de las instituciones y cómo influyen y condicionan la acción individual. Además, criticaba al individualismo metodológico atomista por ser estático, puesto que éste obvia el papel de las instituciones en la acción humana individual, olvidando, por tanto, el resultado de acciones individuales pasadas que dieron lugar a esas instituciones –no debemos olvidar que las instituciones son resultado de acciones humanas pasadas–. Y es que, lo que conocemos por orden espontáneo es resultado de la acción consciente de millones de seres humanos a lo largo del tiempo. No es que las personas actúen inconscientemente, sino que una norma o institución, si incluso es diseñada en origen por un individuo o pequeño grupo, pasa por un largo proceso de prueba y error entre una gran multitud de individuos que, de la misma manera, pueden modificar la institución de forma incluso consciente. No obstante, al final del proceso, el resultado no se ajustará al diseño de una mente o unas pocas mentes, sino que habrá cambiado en función de la contribución de muchísimas de ellas. De esta forma, sí podemos comprender que el orden espontáneo sea fruto de acciones intencionales y conscientes, pero no del diseño de una o unas pocas mentes. Esta comprensión es posible gracias a un individualismo dinámico o no atomista, es decir, que tiene en cuenta acciones individuales pasadas y que, por tanto, considera la influencia de las instituciones en la acción individual.

Hemos de decir que Hayek ya hizo una separación entre lo que él consideró un verdadero individualismo y un falso individualismo (Hayek, 1948), en línea a lo que ahora comentamos. También, me gustaría aclarar que llamo dinámico a este individualismo no atomista, pues el dinamismo es una de las esencias de la Escuela Austriaca: considerar el factor tiempo. En este individualismo no atomista, lo que justamente nos permite comprender el orden espontáneo es saber que depende de multitud de individuos, lo que indudablemente implica tiempo. Enfocarnos en un individuo aislado supone aislarlo en el tiempo igualmente y, por tanto, desconectarlo de cualquier herencia o tendencia evolutiva, convirtiendo así nuestro método en un individualismo estático o falso, que nos puede llevar incluso a conclusiones extremo-racionalistas. Desde este individualismo dinámico, sí creo que Rothbard y Hayek pueden entenderse en relación a la razón humana.

Referencias

Barry, N. (1982). The Tradition of Spontaneous Order. Literature of Liberty2(2).

Gordon, D. (1989). The Origins of Language: A Review. Review of Austrian Economics2, 245–251.

Hayek, F. A. (1948). Individualism and Economic Order. The University of Chicago Press.

Hayek, F. A. (1952). The Sensory Order: An Inquiry into the Foundations of Theoretical Psychology. The University of Chicago Press.

Hayek, F. A. (1973). Law, Legislation and Liberty. Vol. I: Rules and Order. Routledge.

Rothbard, M. N. (2011). The Present State of Austrian Economics. In Economic Controversies (pp. 161–224). Ludwig von Mises Institute.

Salerno, J. T. (1990). Ludwig von Mises as social rationalist. The Review of Austrian Economicshttps://doi.org/10.1007/BF02426363

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