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Sánchez Gordillo, algo más que una anécdota

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En efecto, el país heleno se ha convertido a largo de los últimos meses en un icono para la ultra-izquierda mundial. Manifestaciones violentas, ataques a las fuerzas y cuerpos de seguridad, proclamas anticapalistas… han sido la nota caracterizadora de la otrora cuna de la civilización. Desde España había muchos sectores que anhelaban mimetizarse en ciudadanos (alborotadores) griegos ya que estos luchaban contra Merkel, Estados Unidos, el capitalismo, las políticas económicas liberales…, todo ese conjunto de "causas justas" a las que el buenismo ha elevado a categoría de valores universales.

Igualmente, desde hace un tiempo, Sánchez Gordillo se había convertido en un referente para la izquierda. En pocos meses pasó de ser un gran desconocido a protagonizar noticias, reportajes… en los que se nos vendía Marinaleda como el paraíso. Así, dotado de esta bula, el alcalde pasó a la acción y dirigió el asalto a varios supermercados con la excusa de dar la comida a familias necesitadas. Una suerte de Robin Hood del siglo XXI.

Sin embargo, las cosas no son así, ni se hacen así. En España existe un Estado de Derecho, mal que les pese a quienes desearían suplirlo por formas dictatoriales encubiertas bajo etiquetas, también muy de moda en los últimos tiempos, como "democracia participativa". Esta forma de obrar añora lo que acontece en Venezuela (y Cuba, naturalmente) y rinde reverencias a personajes siniestros como el Che Guevara. De todo ello es prototipo Sánchez Gordillo.

Tras el robo y consiguientes los titulares en la prensa, han llegado las argumentaciones por parte del protagonista. Demagogia y retórica se mezclan a partes iguales en las mismas. Que si quien roba son los bancos, que si quienes saquean son los ricos…nada que no se conozca. Posteriormente ha asegurado que renunciará a ser aforado y que si entra en la cárcel "será un honor".

Como puede apreciarse, una gran labor de marketing verbal. En el siglo XXI los gestos y las imágenes lo son todo. Además, estamos en verano, se han terminado los Juegos Olímpicos y la liga de fútbol no ha empezado aún, con lo cual, siempre hay un espacio para que los personajes políticos, aunque sean cargos públicos, den la nota.

Tampoco es de extrañar quién han dado muestras de apoyo a este "saqueador justiciero", destacando Amaiaur, grupo político que, siendo suaves, no condena la violencia ni los asesinatos de ETA. Su portavoz en el Congreso, Xavier Mikel Errekondo (quien en su día no tuvo problemas para enfundarse la camiseta de la nación que tanto abomina y por tanto, disfrutar de los beneficios asociados a la internacionalidad, dejando en segundo lugar sus creencias políticas, aquellas que le dicen todas las noches que Euskal Herria es un pueblo oprimido y colonizado por los españoles), definía a través de twitter la acción del andaluz como "una acción de solidaridad contra el hambre y por la dignidad". Hombre, ya sabemos que la izquierda radical abertzale desnaturaliza con facilidad, hasta volverlos vacuos, los conceptos (especialmente, cuando habla de "paz" en Euskadi).

Obrando así, el ex balonmanista y su partido, correspondían a la solidaridad que en su día Sánchez Gordillo mostró hacia los presos etarras, algunos de los cuales ahora se han apuntado a la moda de la huelga de hambre, aunque a su manera, queriendo pasar de victimarios a víctimas, con Otegui a la cabeza. El chantaje a la democracia forma parte del ADN de ETA.

Finalmente, la labor altruista de dar de comer a los pobres y desfavorecidos la acometen a diario un buen número de organizaciones religiosas sin que por ello reciban el respeto, la solidaridad y mucho menos el protagonismo que cotidianamente logra Sánchez Gordillo. Por el contrario, aquéllas suelen obtener a cambio de su labor desinteresada los insultos y las descalificaciones de los amigos de la democracia participativa.

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