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Snowden, el imperialista

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No creo que podamos considerar en modo alguno a este ex espía como un adalid de las libertades. La prueba definitiva la encontramos en que estados satélites de uno de los imperios realmente existentes le ofrecen asilo político. ¿Qué libertarismo puede estar al servicio de semejante poder?

Snowden ha revelado lo que los Estados Unidos, la cabeza de uno de los bloques hegemónicos (o imperios, en la terminología politológica de la escuela del materialismo filosófico), ha hecho con sus ciudadanos y aliados así como con los enemigos. Esto que, en algunos medios libertarios es presentado como un avance en la lucha por las libertades, supone en sí mismo algo indiferente en cuanto al avance en las mismas y, dada la actitud personal del propio protagonista, un retroceso flagrante en ellas.

El ex espía ha denunciado lo que uno de los imperios hegemónicos ha llevado a cabo en línea con el mantenimiento de su seguridad externa frente a los otros imperios, hegemónicos también en sus áreas, y contra el multiforme enemigo no imperial procedente del islamismo.

El reparto mundial del poder mantiene tres grandes áreas de influencia con un centro hegemónico que, siguiendo la caracterización antedicha, denominamos como imperios: la plataforma euro-americana, con centro en Washington; la rusa, heredera de la soviética y, esta, de la zarista; y la china. Lindando con las periferias de las tres se halla la multifacética amenaza islamista cuya batalla supremacista solo tiene una aparente unidad ideológica y una casi nula cohesión política y estratégica.

En este mundo de tres plataformas imperiales y una corriente agresiva, Snowden se mueve denunciando lo que una de ellas hace para defenderse. Cierto es que toda apuesta por la seguridad llevada a cabo por nuestros gobiernos agrede los niveles de libertad de que gozamos, pero no es menos cierto que la denuncia unidireccional beneficia a los otros centros de poder, los cuales, no casualmente, desarrollan, por sí mismas, sistemas mucho menos respetuosos con las libertades que Snowden defiende en la práctica.

No denuncia el ex espía los actos de espionaje, represión y brutalidad de Rusia o de China, sino los menos agresivos sistemas de vigilancia que los EEUU realizan. Tampoco Snowden alza su grito supuestamente libertario en tierras más libres, es decir, en los EEUU, sino que sirve a los intereses de uno de los imperialismos rivales, el ruso, cuyo patio trasero latinoamericano, las nada libertarias repúblicas sandinista, bolivariana e indigenista ofrecen asilo al agente antioccidental.

La de Snowden no es una causa libertaria. Por sí misma es indiferente al libertarismo y por haber escogido el asilo en tierras de un imperio sin imperio de la ley, es antilibertario.

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