El crecimiento económico se alcanza mediante la identificación de oportunidades de beneficio y la inversión en recursos productivos, actuando siempre en un entorno de inevitable incertidumbre.
En esta ocasión, he decidido escribir un único comentario sobre dos asignaturas del Máster en Economía UFM-OMMA: por un lado, Entorno Económico, con el profesor Ángel Martín Oro; por otro, Análisis de Coyuntura Económica, con el profesor Juan Ramón Rallo.
Creo no equivocarme si encuadro ambas materias dentro del ámbito de la economía aplicada, es decir, la aplicación de los conceptos teóricos al análisis de las fluctuaciones económicas, tanto a largo plazo (entorno) como a corto y medio plazo (coyuntura).
Ese análisis se lleva a cabo, fundamentalmente, mediante el estudio de distintos indicadores económicos: su evolución temporal nos permite entender el contexto en el que se produce la actividad económica y explicar empíricamente las consecuencias previstas por la teoría del ciclo económico.
En el caso del análisis de ese contexto, que representa el escenario teatral en el que actúan los diferentes agentes económicos, se presta especial atención al crecimiento y sus causas: para los modelos derivados del paradigma neoclásico, el progreso tecnológico es un factor externo que genera productividades marginales decrecientes, lo que provoca el desarrollo de la actividad económica allí donde los rendimientos sean mayores, mientras que para aquellos modelos que consideran el progreso tecnológico como el factor clave del crecimiento económico, su explicación no proviene de una productividad marginal decreciente, sino del capital humano, del conocimiento, de la innovación tecnológica, etc.
Sustentada por un marco institucional adecuado, la función empresarial conecta todos esos factores con el crecimiento económico mediante la identificación de oportunidades de beneficio y la inversión en recursos productivos para su explotación, actuando siempre en un entorno de inevitable incertidumbre.
Para medir la calidad de esas instituciones, me gustaría destacar dos indicadores de los muchos analizados por el profesor Martín Oro durante su asignatura: el Índice de Competitividad Global, elaborado por el Foro Económico Mundial, y el Índice de Libertad Económica, elaborado por el Instituto Fraser. El primero evalúa 12 pilares de competitividad (instituciones, infraestructuras, entorno macroeconómico, salud y educación primaria, educación superior y formación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado de trabajo, desarrollo del sistema financiero, disposición tecnológica, tamaño de mercado, sofisticación empresarial e innovación), mientras que el segundo determina el grado de libertad por medio de 5 áreas (tamaño del gobierno, sistema legal y derechos de propiedad, estabilidad del dinero, libertad de comercio y regulación).
Una vez analizado el escenario, el estudio de la coyuntura económica nos permite completar nuestra crítica teatral, por seguir con el símil: en principio, los actores pueden interpretar cualquier obra y el resultado final dependerá del guion que elijan, pero si se equivocan en el primer acto y no corrigen sus defectos, podemos anticipar el papel de cada uno de ellos gracias a la Teoría Austríaca del Ciclo Económico. De hecho, sabemos incluso el inevitable desenlace, aunque todos sigan actuando en escena con la intención de posponerlo: es la ventaja de estar ante un guion bien escrito.
El profesor Rallo ya nos había presentado a los principales agentes económicos que van a interpretar ese guion (el banco central, la banca comercial, los consumidores finales y las empresas), así como los actos en los que se divide (degradación de la liquidez, lucha por la liquidez, liquidación y recapitalización). En esta asignatura, nos explicó cómo se comportan distintos indicadores estadísticos a medida que avanza la obra, como por ejemplo, los tipos de interés, los precios (tanto de consumidores como de productores), la tasa de desempleo, el producto interior bruto, la balanza de pagos, los tipos de cambio, la presión fiscal, el gasto público o el déficit.
Sólo quedaba aplicar esta teoría a un caso real y obtener los datos para poder analizarlos: estudié el fenómeno del Tigre Celta, nombre con el que se conoce el crecimiento económico de Irlanda desde finales de los años 80 del siglo pasado. Los datos demuestran que la apuesta por la libertad económica favoreció el desarrollo de los principales factores de competitividad que impulsaron el crecimiento sano de la economía irlandesa hasta principios de este siglo.
Sin embargo, una política de crédito fácil desencadenó los hechos anticipados por la Escuela Austriaca y provocó, a finales de 2010, el rescate financiero por parte de la troika, entente compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Intentando alejarme de las convulsiones producidas por los ataques terroristas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 y el pinchazo de la burbuja de las .com en el año 2002, analicé la coyuntura económica de Irlanda entre el año 2004 y el año 2013, cuando el país dejó atrás el plan de rescate impuesto en 2010.
La evolución de los datos macroeconómicos de Irlanda en ese período muestra la degradación de la liquidez hasta 2006, la lucha por la liquidez durante 2006 y 2007, y la correspondiente fase de liquidación desde 2008. Desde entonces, el progreso de Irlanda ha sido positivo: se ha reformado el sistema financiero, se ha reducido el déficit y su economía muestra indicios de recuperación desde 2014.
Como no podía ser de otra forma, los indicadores económicos reflejaban la realidad tal y como predecía la teoría: el guión era muy bueno.
2 Comentarios
Sinceramente, creo que tu
Sinceramente, creo que tu vocación es la enseñanza, más allá de la formación específica, que imagino ya darás. Da gusto leer a alguien que intenta que entiendas lo que escribe. No siempre es así. Felicidades.
Iván:
Iván:
Se agradecen las palabras y me alegra especialmente saber que se entiende lo que uno escribe: cuando no sea así, no dudes en decirlo.
Un saludo useño.