El debate entre la Escuela Bancaria y la Escuela Monetaria ha trascendido a la historia del pensamiento monetario de forma permanente. Durante la polémica, se discutió sobre el papel de los medios fiduciarios en los sistemas monetarios. Por un lado, la Escuela Bancaria defendía que estos eran necesarios para satisfacer la demanda monetaria. O, en términos de John Fullarton (2018), las necesidades del comercio. Sin embargo, la Escuela Monetaria, que apreciaba el papel de la disciplina en los sistemas monetarios, postuló, aunque con una perspectiva embrionaria –al no haber tenido lugar las aportaciones seminales de Mises, Hayek y Böhm-Bawerk en la teoría del capital– que la libre emisión del dinero bancario era perjudicial para la estabilidad económica a largo plazo, siendo esta la causa endógena del ciclo económico.
Precisamente, la tesis de Parnell –perteneciente a la Escuela Bancaria– consistía en que todo banco que emitiera medios fiduciarios en exceso sufriría un reclamo de sus reservas por parte de otros bancos mediante las cámaras de compensación interbancaria. Fijémonos que este proceso es análogo a aquel descrito por la Ley del Reflujo de Fullarton, que expone cómo todo banco que expanda en exceso su balance acabará viéndose sometido a una clara tensión por el reclamo de sus pasivos por parte de los demás bancos.
Los economistas McCulloch y Longfield argumentaron que este proceso tendría lugar siempre y cuando esta expansión crediticia no fuera simultánea en todos los bancos porque, de lo contrario, el mecanismo de la compensación interbancaria se vería anulado. Con todo, también es pertinente analizar el papel que tendría el público en la aceptación de estos nuevos pasivos, pues de ello dependerá si permanecen en el sistema económico o no.
Los procesos de mercado en la banca libre
Antes de realizar este análisis, enumeraremos los procesos que tienen lugar exclusivamente en un sistema bancario libre con reserva fraccionaria –para más información al respecto, véase Selgin (2011)– respecto a aquel en el que existen leyes de curso forzoso y un banco central con la prerrogativa gubernamental sobre la emisión de la moneda:
- La eficiencia dinámica. En su célebre artículo sobre el tema, Huerta de Soto (2009) explica que la eficiencia en un sistema se alcanza cuando no existen obstáculos al ejercicio libre de la función empresarial, de manera que esta pueda ejercer su conocimiento creativo para resolver los desajustes que surgen en los órdenes económicos. De esta manera, siempre que aparece una oportunidad de ganancia, los empresarios –entendidos estos como los seres humanos con una capacidad innata creativa (Ibidem)– actuarán de manera descentralizada para resolver los desajustes que surgen intrínsecamente en un sistema económico cuyos integrantes tienen preferencias subjetivas cambiantes y donde el conocimiento se encuentra disperso.
- La competencia. En un sistema bancario libre, los bancos tratarán de absorber cuanta más financiación posible sin que se deprecien sus pasivos, favoreciendo que existan medios de pago de calidad para estabilizar el valor del dinero y evitar fluctuaciones distorsionadoras sobre el tipo de interés, el tipo de cambio y el nivel de precios. De cualquier otro modo, los agentes económicos perderían confianza en los medios fiduciarios de los bancos, y se retirarían a atesorar activos reales, provocando una deflación secular. Es erróneo, por lo tanto, pensar que cualquier cantidad de dinero es óptima, pues ello supone un ajuste cuasi automático de todos los precios de la economía, lo cual es imposible tanto por el incentivo de los vendedores de mercancías como por las rigideces contractuales de los factores de producción –por mucho que existiera un mercado completamente libre y flexible. La competencia, por consiguiente, posibilita que la cantidad de medios de pago se equipare con la utilidad marginal que le conceden los agentes económicos o, dicho de otra manera, con la demanda monetaria.
Convertibilidad y efecto reflujo de Fullarton
- La convertibilidad. Muchos han sido los sistemas monetarios que se han sustentado sobre activos financieros convertibles en un activo real, tal y como puede ser el patrón oro del siglo XVIII y XIX. Como breve apunte, es relevante que exista siempre un activo real líquido y con una oferta inelástica que sirva como una reserva de valor de última instancia a la que puedan recurrir los agentes económicos en caso de que los medios fiduciarios –con una oferta profundamente elástica– se deprecien por posibles incentivos perversos que puedan tener los bancos. Esta característica, en suma, ejerce como otro límite a la expansión crediticia de los bancos, que no desearían ver drenadas sus reservas –todo esto, de nuevo, bajo un patrón oro clásico. Cabe mencionar que podría surgir un dinero fiat emitido de forma descentralizada por los bancos, de una oferta totalmente elástica, teniendo todas las características mencionadas menos la [3].
- La Ley del Reflujo de Fullarton y las cámaras de compensación. Una de las críticas al argumento de la expansión crediticia simultánea es que, eventualmente, los medios fiduciarios emitidos en exceso acabarían siendo devueltos al banco (reflujo) mediante el mecanismo de las cámaras de compensación, perdiendo en consecuencia capacidad de financiación en el mercado (Fullarton, 2018). Aunque a priori podría aparentar que en caso de una expansión crediticia simultánea las cámaras de compensación no darían lugar al reflujo, esto solo sería cierto si todos los bancos emitieran la misma cantidad en términos relativos de medios fiduciarios, porque, en contraposición, los bancos cuyos pasivos han excedido su demanda en el mercado se verían abocados al proceso de las cámaras de compensación.
El efecto sobre el precio de los bienes de consumo
Supongamos, por un momento, que se puede producir una expansión de medios fiduciarios simultánea sin ningún proceso como los descritos anteriormente. El primer escenario que hemos de plantearnos es lo que ocurriría en la estructura productiva si los nuevos medios fiduciarios fueran invertidos en la última etapa, a saber, la de los bienes de consumo. En este caso, tendría lugar una expansión en el valor nominal de los bienes de consumo, siempre y cuando la emisión agregada de medios fiduciarios se aleje del equilibrio monetario. Expresado mediante el clásico triángulo hayekiano.
No obstante, asumir que esto sucedería tras una expansión crediticia simultánea ignora el papel de la demanda de los agentes económicos para atesorar estos activos financieros (Selgin, 2024). Y, aunque bien es cierto que un banco siempre puede reducir el tipo de interés de sus activos al llevar un cabo un swap de IOUs para que sus acreedores acepten sus pasivos, no es tan evidente que el público los aceptará sin una tasa de descuento sobre los mismos.
De nuevo la convertibilidad
Dicho de otra manera, si la confianza que se tiene sobre los pasivos a la vista que emiten los bancos no se mantiene, lo que ocurrirá será que el poder adquisitivo de estos decrecerá, limitando la capacidad de financiación del banco mediante la emisión de medios fiduciarios. Además, tampoco hemos de olvidar el papel que juega la convertibilidad como reserva de valor de última instancia.
Y es que, tras esta pérdida de confianza, los agentes económicos recurrirán al dinero en sentido estricto al que se convierte el pasivo a la vista. Esto es lo que sucede, en parte, con la demanda internacional de las monedas fiat actuales, ya que, tras periodos de depreciación monetaria, la demanda internacional de la moneda –por ejemplo, el dólar– se reduce, y, en consecuencia, la capacidad del Estado de emitir sus pasivos, tal y como ocurre con la expansión crediticia simultánea.
El efecto sobre la estructura de bienes de capital
Resulta un tanto más difícil, empero, vislumbrar lo que podría ocurrir si los agentes invirtieran los nuevos pasivos a la vista en proyectos de inversión alejados de la etapa final de consumo. La teoría austriaca del ciclo económico más ortodoxa –propuesta inicialmente por Mises y Hayek– sugiere que toda expansión crediticia conduce necesariamente al ciclo económico, porque se distorsiona el tipo de interés natural y se alarga artificialmente la estructura productiva (Mises, 2012).
Obsérvese que la concepción implícita del ahorro que contiene el tipo de interés natural es altamente restrictiva, tratando únicamente la acumulación de saldos de tesorería y no la relación entre los bienes presentes en función de los futuros. Si analizamos el proceso de emisión de un sustituto monetario, aquel que intercambia bienes de orden superior o de consumo por un medio fiduciario está concediéndole financiación al emisor y renunciando temporalmente a la disponibilidad sobre esos bienes de consumo. En definitiva, los sustitutos monetarios son ahorro real y genuino siempre y cuando otros agentes económicos mantengan ese sustituto monetario en sus saldos de tesorería.
Descalce de plazos y descoordinación temporal
La cuestión de más enjundia radica en la fuente de la descoordinación que, tal y como describe la teoría austriaca del capital, produce un ciclo económico. En una estructura productiva que se extiende a lo largo del tiempo, siempre hemos de tener en cuenta el plazo de los pasivos con los cuales se sostiene tal actividad, pues de lo contrario nos encontraríamos con una descoordinación temporal que sí que engendra distorsiones en una estructura productiva insostenible en el tiempo (Rallo, 2019).
Por ello, ninguna expansión simultánea de medios fiduciarios generará necesariamente el ciclo económico siempre y cuando se mantenga el equilibrio monetario descrito en el apartado anterior y no se origine el descalce de plazos en el sistema bancario. En consecuencia, es de especial interés señalar que financiar etapas productivas a largo plazo con un ahorro real a corto plazo sí que produce distorsiones sobre la actividad económica, engendrando el ciclo económico.
Una equivocada teoría del valor de los medios fiduciarios
En conclusión, esta crítica a la banca con reserva fraccionaria adolece de una suposición de raíces objetivistas, a saber, que los medios fiduciarios son necesariamente sustitutos monetarios perfectos. Esto no es de extrañar dado que su teoría del valor de los medios fiduciarios es esencialmente la misma que la de un activo real (Rallo, 2019). Es esencial comprender que el valor de todo activo financiero depende los flujos de caja descontados esperados, y estos del deudor. Si se pierde confianza en este, entonces la demanda del medio fiduciario se reducirá y así el precio del medio fiduciario, a no ser que el banco absorba esta cantidad excedentaria de activos financieros para que se mantenga el equilibrio monetario. Y basta con que un banco emita medios fiduciarios en exceso como para que se materialice en el mercado la menor presencia de sus pasivos por una menor demanda de los mismos.
La demanda monetaria depende, en última instancia, de los bienes de consumo que se ofrezcan en el sistema económico intertemporalmente, ya que la demanda monetaria con motivo de transacción conlleva a la renuncia de bienes de consumo de terceros, lo cual también sucede con la demanda con motivo de especulación y precaución, solo que en períodos de tiempo más alargados. Es imposible teóricamente que se emitan de forma simultánea medios fiduciarios que generen desequilibrios monetarios a largo plazo, dado que los procesos descritos con anterioridad posibilitan que su emisión se adapte óptimamente a su demanda.
Bibliografía
Fullarton, J. (2018). On the Regulation of Currencies. Forgotten Books.
Huerta de Soto (2009). The Theory of Dynamic Efficiency. Routledge.
Huerta de Soto (2020). Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos. Unión Editorial.
Mehrling, P. (2012). The inherent hierarchy of money en Social Fairness and Economics. Routledge.
Mises, L.v. (2012). La Teoría del Dinero y el Crédito. Unión Editorial.
Rallo, J.R. (2019). Una Crítica a la Teoría Monetaria de Mises. Unión Editorial.
Selgin, G. A. (2011). La Libertad de Emisión del Dinero Bancario. Ediciones Aosta.
Selgin, G. A. (2024). Banks are Intermediaries of Loanable Funds. Cato Institute.
Ver también
La moneda fiat como problema, y la banca libre como solución. (César Táboas).
La necesidad de un banco central. (Eduardo Blasco).
Críticas infundadas a la banca libre y con un coeficiente del 100 por ciento. (José Carlos Rodríguez).
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