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Socialismo sin fin

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¿Que celebramos la caída del muro? Pues en consecuencia se reconstruye. Lo dicen tanto los recalcitrantes comunistas que aún declaran seguir con sus iconos como los iluminados del socialismo del siglo XXI y quienes desde Occidente los apoyan.

Pero lo suscriben, aunque no lo digan, los que reeditan el socialismo en todas sus fórmulas, los que levantan muros no de incomprensión, de intolerancia o de pamplinas de hippie con o sin corbata, sino de cortapisas a la propiedad privada y a la libre competencia empresarial. Es preciso no perder el norte con las celebraciones, bonitas, pletóricas de grandes frases y responder a la pregunta: ¿se ha acabado el socialismo? Muchos de los que celebran el fin del muro, ¿en verdad lo enterrarían por completo? Quizá, para eso, habría que saber, qué cosa sea eso del socialismo y qué hace falta para inhumarlo.

Un estudio del socialismo especialmente clarificador es el que se realiza desde la escuela austriaca. Si bien hubo autores como el mismo Mises que lo definía como el régimen de propiedad colectiva de los medios de producción, lo cierto es que así sólo es posible ver una parte del problema. Es por eso que era necesario superar la primitiva formulación basada en la propiedad de los medios de producción y pasar al hecho profundo que ese socialismo (que podemos llamar soviético, el que dicen que cayó con el muro de Berlín) comparte con cualquier otra modalidad de intervencionismo público: que obstaculiza o impide la función empresarial.

Incluso la importante aportación de H. H. Hoppe en el sentido de definir al socialismo como todo sistema de agresión a los derechos de propiedad puede ser mejorada tras las aportaciones sobre la "empresarialidad" y la función empresarial de los profesores Kirzner y Huerta de Soto. Uniendo los análisis dinámicos de Mises y Rothbard con los basados en la dispersión del conocimiento y de sus secuelas (efecto aprendizaje, etc.), el profesor Huerta define socialismo como todo sistema que obstaculiza o impide mediante agresión sistemática la función empresarial en alguna de las áreas de la economía.

Esta definición tiene la virtud de ser un potente foco analítico con el que desvelar todas las agresiones a la función empresarial en cualquier régimen sociopolítico y destacar en cada uno cuáles son los efectos empobrecedores y desmoralizadores que tiene. El respeto a la función empresarial conlleva tanto el respeto a la propiedad privada existente como a la apropiación futura de los beneficios derivados de la tarea de descubrimiento empresarial y de su acción coordinadora.

El debate sobre el socialismo tiene una enorme actualidad y no solamente festiva y retórica. Aunque los partidarios del socialismo hayan aminorado parte de su énfasis en él, lo cierto es que sus planteamientos reviven y se reformulan de diversas maneras mediante los nuevos teóricos de la administración pública, que pretenden introducir en ella lo que llaman "reformas de mercado" en una suerte de revival del "socialismo de mercado". Algo que ya intentaran Durbin, Dickinson y otros entregados a la salvación de lo insalvable y que hoy reinventan economistas de diversas escuelas aplicándolo a sectores determinados. En fin, mientras haya suficiente mercado para financiar los experimentos sociales, ya sabemos que seguirán asignándose a éstos el crecimiento resultante de aquél.

Todo esto no hace sino reproducir un debate ya ganado por la escuela austriaca en la teoría pero no en la práctica que la alimenta, que, por mucho que se confeccionen trajes de brillo científico, no es más que la mera envidia social no emulativa. Sólo queda, pues, incorporar el debate ético con toda su fuerza.

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