Suiza es el estado del mundo más próximo a una democracia directa debido a los numerosos refrendos que se celebran cada año para modificar o impugnar sus leyes. El pasado 11 de marzo se convocó a instancias de uno de sus principales sindicatos un referéndum para preguntar si se aumentaban dos semanas más las vacaciones pagadas (por la empresa o empleador, se entiende). Resultado: se votó mayoritariamente que no en la totalidad de los cantones helvéticos, no importando si el predominio era protestante o católico. Sin más.
Actualmente todo trabajador suizo tiene, por ley, cuatro semanas de vacaciones pagadas durante el año. Los suizos entienden que es suficiente. Así se han pronunciado en las ya seis ocasiones en que se les ha consultado al respecto en sucesivos refrendos desde 1958.
Constitucionalmente está reconocido el derecho a sindicarse. Los sindicatos están sustentados allá sólo por las contribuciones de sus propios afiliados. Son tendentes, como cualquier par europeo, a "expandir" los derechos de los trabajadores todo lo que el sistema legal les permita. La diferencia es que en Suiza se consulta antes a la gente y, al menos por el momento, la mayor parte de sus habitantes no se deja seducir fácilmente por las satisfacciones inmediatas. Ven más allá de las consecuencias a corto plazo, como Bastiat.
Su productividad es alta pero sin llegar a alcanzar los índices de los líderes mundiales; además ha ido descendiendo aquélla débilmente en las últimas décadas. Su población es consciente de que su nivel de riqueza logrado no es regalado ni tampoco está blindado frente a un mundo globalizado y cada vez más competitivo. La tasa de actividad -es decir, los ocupados en proporción a la población total potencialmente activa- es allí elevadísima (el 80%) y, por si esto fuera poco, son también los campeones europeos en horas de trabajo semanal, con un máximo legal de 45 y una media efectiva de 42,4 (parecida a la de Japón).
De hecho, algunos trabajadores disfrutan de más de cuatro semanas de vacaciones ya al año debido a sus condiciones especiales pactadas con su empresa. Ese plus lo determina el contrato o el convenio de empresa, no una norma federal impuesta a todos. Esa excepción es posible asumirla por la mayor productividad de ciertas compañías, especialmente las orientadas al mercado exterior, las más dinámicas. A medida que ésta aumenta, se alargan en cada caso las vacaciones así como los demás derechos laborales, sin necesidad alguna de que se decrete centralmente desde el gobierno.
Los sindicatos suizos han pretendido una vez más convencer a sus compatriotas de que la voluntad política del pueblo puede hacer caso omiso de lo que marquen ciertos indicadores económicos y extender dicho privilegio de unos pocos a todos los trabajadores. A pesar de la sexta intentona, les fue imposible persuadirlos. Así de "testaduros" son los suizos.
Pese a otras iniciativas populares de sus sindicatos, las leyes helvéticas no han formalizado tampoco ningún salario mínimo oficial. Éstos están recogidos allí donde deben estar: o bien en ninguna parte o bien en los acuerdos de negociación colectiva voluntaria. En aquellos sectores que carecen de dichas cláusulas de compensación mínima sólo un 10% aproximadamente de los empleados son pagados menos de lo considerado como promedio.
El sector privado de la economía suiza es enorme, éste financia directamente las tres cuartas partes del presupuesto dedicado a I+D en dicho país. Existe un mercado laboral flexible e integrador. El mantenimiento de la paz laboral es un mandato expreso de todos los convenios colectivos para sindicatos y patronales. En la mayor parte de ellos está expresamente prohibida la lucha sindical violenta en cualquiera de sus manifestaciones.
Este pequeño y próspero país mantiene desde hace mucho tiempo unas tasas de paro singularmente bajas (actualmente por debajo del 3%). Allí no existe propiamente "derecho" de indemnización por despido; se tiene asumido que, independientemente del tiempo que se lleve trabajado, si el empleador decide resolver la relación laboral existente paga al empleado tres mensualidades en concepto de preaviso y asunto concluido. Eso sí, hay un seguro de desempleo que cubre incluso al empleado que causa baja voluntaria. En cualquiera de los casos el contratado debe haber cumplido con rigor todas las condiciones del trabajo, haber contribuido un mínimo de 12 meses en los dos últimos años y haberse registrado en la oficina de empleo para encontrar rápidamente otro trabajo adecuado a su formación.
Suiza conserva uno de los niveles más bajos por impuestos tributarios totales de entre los países desarrollados (29% de su PIB). La política de sus gestores públicos a favor de una estabilidad monetaria y una contención de la inflación sostenida en el tiempo han dado como resultado que sea el único país pequeño poseedor de una moneda relevante a escala internacional. Por contra, esto supone convertirse en moneda-refugio y exponerse a las violentas fluctuaciones que sacuden a los mercados financieros en épocas de crisis.
Si exceptuamos los productos agrícolas, el comercio internacional de la república alpina está bastante liberalizado. Desde que se vienen confeccionando los índices de libertad económica, Suiza aparece siempre entre los primeros puestos del planeta. En fin, la renta per cápita de los suizos es francamente envidiable (dicho esto desde un punto de vista sano, no progre).
Parece evidente que saben en su mayoría apreciar y conservar su riqueza generada responsablemente.
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