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Tensión en la troika y la argentinización de Europa

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Mientras en España estamos centrados en el terrible problema de los desahucios, con todo lo que ello implica: el aspecto legal, la solución para los que se quedan sin casa, la responsabilidad de políticos y banqueros, la de los que se metieron en hipotecas, la de los avalistas, las consecuencias de cualquier solución… mientras todo eso centra nuestra atención, la troika sufre en silencio.

Diferentes posiciones frente a Grecia

Como un matrimonio a tres bandas peleando por la educación del hijo más difícil, el Fondo Monetario Internacional, de un lado, y la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, de otro, se encuentran enfrentados por la solución que debe adoptarse ante la insolvente Grecia.

Una vez que aflora la situación griega, el default, las mentiras y todo lo demás, las instancias supranacionales, muy en su papel, y en vista de que cabía la posibilidad de que Grecia no fuera el único país en dificultades, decidieron crear una autoridad de rescate compuesta por las tres instituciones. La llamada “troika” ha sido quien ha decidido qué dinero inyectar, de dónde sacarlo, qué condiciones exigir y ha enviado a los “hombres de negro” a supervisar todo el proceso. El plan no tenía mala pinta, aunque solucionaba el problema de quienes tenían deuda griega a costa de los ciudadanos que nutren las tres instituciones. Solidaridad, lo llaman. Pero hete aquí que Grecia no reacciona y la situación empeora dramáticamente.

Tras varios rescates, planes, reuniones, comparecencias y votaciones, la troika se encuentra “stuck in the middle”, paralizada en plena ascensión a la montaña. Por un lado, no puede dar marcha atrás. Ya es mucho el dinero inyectado a Grecia. Por otro lado, seguir adelante pone en riesgo el futuro europeo. Lo que antes era una fuga localizada se ha convertido en varios países rescatados y alguno más en lista de espera. El esfuerzo realizado no permite retirarse, pero tampoco se puede avanzar.

En esa situación, la parte europea de la primera parte, ante la declaración de Grecia de que sigue sin poder pagar lo previsto ni en sus mejores sueños, opta por dar más tiempo para que recupere fuerzas, pero cobrar finalmente. Pero Lagarde, voz cantante del FMI, propone simplemente que la eurozona asuma las pérdidas griegas, que seamos realistas y demos por hecho que no nos van a pagar. Muy duro.

La lección de Hispanoamérica

La casualidad ha querido que esta semana, en medio del debate, se celebre la vigésimo segunda edición de la Cumbre Iberoamericana en Cádiz. Con poca presencia de los presidente más mediáticos (Kirschner, Castro…) y con una borrasca en lo alto, la reunión ha tratado temas relevantes de manera frívola, como siempre. Apretones de manos, sonrisas, fotos, declaraciones más o menos acertadas y un tema flotando en el aire: la crisis europea.

Ahora que parece que se mueve el suelo bajo los pies de la troika, llegan los representantes de Ecuador, Cuba y México y nos advierten: “Mucho ojo, nosotros ya padecimos al FMI”. Es un buen consejo, pero el mensaje es el opuesto al que debería ser.

La idea es que el FMI les impuso unas condiciones sangrantes, al asumirlas se frenó su crecimiento, fueron “vendidos” a las grandes multinacionales americanas y el “estado social” se vio severamente dañado. El imperialismo del capitalismo salvaje en esencia.

Nadie se pregunta la razón por la que esos gobiernos tuvieron que acudir al FMI, que fue precisamente la promesa de un paraíso inexistente en forma de “estado social”, ni explican los gobernantes de la cumbre cuál fue la responsabilidad de la corrupción política, ni hablan de la falta de exigencia de responsabilidades a los políticos corruptos. Eso sí, sacan pecho ahora que Europa, enamoriscada del mismo concepto de “estado social” ahora pasa dificultades.

La verdadera lección americana

Pero algo sí podemos aprender de América Latina. Primero, desconfiemos de los países que repiten su historia y se exponen al precipicio del crecimiento de deuda basado en el famoso slogan “unicornios para todos”. Segundo, observemos qué ha permitido que países como Chile remonten: una economía más acostumbrada a la iniciativa privada que el resto. Tercero, hacer oídos sordos a quienes se postulan como ejemplo mientras masacran a su propio pueblo. Y aquí hablo de Venezuela y Cuba, principalmente. De hecho, no sé qué lleva a seguir tratando con dictadores pseudo democráticos en lugar de, por respeto a los pueblos venezolano y cubano, no darles cancha en estas reuniones internacionales.

A Europa le queda un largo recorrido hacia la salida y no es bueno hacerlo siguiendo cualquier camino. Como dice Juan Ramón Rallo en su último libro “Una alternativa liberal”, uno nos lleva hacia Suiza y otro hacia Argentina. Como en otros ámbitos, el camino fácil conduce al peor resultado, y el angosto nos lleva en la buena dirección. El mayor handicap es el sufrimiento de las personas que caen derrotados por sus malas decisiones y por los perversos incentivos ofrecidos por los gobernantes y las autoridades monetarias. Personas que sufren implacablemente los resultados y que ven que esos políticos, autoridades monetarias y banqueros privilegiados no van a responder de sus actos. Es la argentinización europea del siglo XXI.

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