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Teoría de juegos y deterioro institucional

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Es esencial para el arraigo de una sociedad civilizada que el sistema judicial garantice un verdadero Estado de Derecho. Es decir, un sistema judicial dotado con recursos humanos y materiales suficientes, respaldado por leyes que permitan actuar con contundencia frente a los delitos y, especialmente, funcionando con absoluta independencia de los poderes ejecutivo y legislativo.

Teoría de Juegos

La teoría de juegos ofrece un campo de trabajo bastante amplio en el ámbito de las ciencias sociales, dado que permite analizar muchas situaciones en donde la gente decide su acción basándose parcialmente en cómo piensa que otros reaccionarán y/o en cómo ellos mismos probablemente reaccionarán frente a las acciones de los otros.

Es decir, las partes en un juego frecuentemente tienen en cuenta el comportamiento anticipado de los otros cuando toman sus decisiones, ya sea en los negocios, en la abogacía y, en general, en las interacciones sociales en donde diversos jugadores tienen el objetivo de maximizar su ganancia en el juego.

Juego de Deterioro Institucional

Permítanme que, a continuación, realice un planteamiento inicial de cómo se podría elaborar un estudio del deterioro institucional de un país por teoría de juegos, analizando las estrategias de juego que siguen diversos grupos poblacionales de jugadores, cuando no queda garantizada la independencia judicial y tampoco existe una financiación transparente de los partidos políticos.

Desde luego, no pretendo dejar ligados todos los pormenores de un análisis por teoría de juegos en un texto breve, pero sí deseo introducir las líneas generales que pueden permitir observar la espiral de degeneración del régimen político cuando carece de contrapesos para evitar la delincuencia y la intervenciones de los políticos contrarias a la Constitución

En primer lugar, encontramos una estructura institucional en el país, basada en una Constitución y el ordenamiento jurídico soportado por los pilares normativos de esa ley básica, lo que determina un esquema de incentivos y permite aplicar diferentes estrategias ganadoras a los diferentes grupos de jugadores.

Se trata de un juego de longitud infinita (superjuego) con millones de jugadores interactuando. Se realiza con información imperfecta y asimétrica, dado que algunos pocos jugadores tienen mejor información y mejores contactos para usarla que la inmensa mayoría de la población. Y se trata de un juego de suma "no-cero" en donde la ganancia de un jugador no necesariamente se corresponde con la pérdida de otro.

Como elemento de contraste del juego estaría el grado de respeto que cada grupo de jugadores tiene por las instituciones morales que permiten el arraigo del Estado de Derecho en una sociedad civilizada. Por ejemplo, entre otros, el grado de respeto por los derechos individuales (vida, libertad, propiedad privada e igualdad ante la ley), por el cumplimiento de los contratos, por el mercado, por la empresarialidad, por el dinero…


Grupos de jugadores

Propongo que se consideren cuatro grupos principales de jugadores que interactúan en el esquema de la figura. Un grupo A formado por una amplia mayoría de millones de ciudadanos que, en mayor o menor medida, respetan las instituciones morales arriba mencionadas.

Un grupo B que está formado por diversas minorías de delincuentes que están organizadas en tramas de corrupción, en mafias y, también, en grupos terroristas, ya que no dejan de ser mafias que infringen las normas legales establecidas por el derecho positivo y, por tanto, atacan las instituciones de modo reiterado y contumaz.

También encontramos un grupo C, que está formado por los jueces que, bien en oposiciones como en España bien en elecciones judiciales como en Estados Unidos, acceden a administrar la Justicia. En principio, suponemos que los jueces trabajan con profesionalidad e independencia, salvo cuando intentan acceder a los puestos directivos en donde, si quieren prosperar, en muchos casos acaban sometiéndose a los criterios políticos y, entonces, consideramos que se terminan integrando en el siguiente grupo de jugadores.

Los auténticos "decision makers" (tomadores de decisión) del juego forman el grupo D de la casta político judicial, ya que definen la reglas del juego con sus intervenciones.

En el caso de España, la casta político judicial está formada por los cerca de 80.000 altos cargos políticos y por sus compañeros de partido que logran prebendas en ayudas, subvenciones, concursos públicos, etc., valiéndose de información y contactos no accesibles al resto de los ciudadanos. Pero, tal y como hemos comentado antes, también incluye aquellos jueces que se integran o se acercan a un partido político para medrar y acabar siendo elegidos miembros de un Consejo General del Poder Judicial o de altos tribunales, como el Constitucional o el Supremo.

Desarrollo del juego

En función de la estructura institucional de cada país, los actores del juego perciben mayores o menores incentivos para, respectivamente, bien actuar con respeto por las instituciones morales que hemos introducido como elemento de contraste del juego, o bien atropellar los derechos civiles y contar con impunidad para la comisión de delitos.

La estructura institucional y, de modo especial, la presencia o ausencia de la independencia de los jueces y sus órganos directivos, determinan las diferentes estrategias "ganadoras" que adopta cada grupo de jugadores en el desarrollo durante décadas del juego, lo que hace evolucionar las instituciones hacia una democracia con un Estado de Derecho fuerte o involucionar hacia una democracia débil frente a la corrupción y la violencia organizadas.

Si analizamos el caso de España, el Consejo General del Poder Judicial es elegido por los políticos al igual que el Tribunal Constitucional o el Tribunal Supremo, por lo que muchos ciudadanos observamos que es nula la independencia judicial, los recursos son escasos y la legislación debe mejorar la persecución de los delincuentes.

Pongamos el desarrollo del juego en nuestro país. Por un lado, tenemos el grupo A de la mayoría de los ciudadanos de bien que realiza su vida y su trabajo respetando las instituciones y, conforme avanza el proceso de deterioro institucional, su estrategia "ganadora" se distancia más y más de los políticos y los jueces para refugiarse en el ámbito estrictamente privado de la familia, los amigos y los negocios.

Enfrente de los anteriores se sitúa el grupo B de delincuentes cuya estrategia "ganadora" consiste en vulnerar los derechos individuales para lograr su beneficio por medio de las diversas variedades delictivas. Entendemos que la delincuencia también puede analizarse desde el ámbito de la teoría de juegos, dado que dependiendo del grado de independencia de los jueces, de los recursos con los que son provistos y, especialmente, de la contundencia de la legislación (reforma del código penal) que se implemente en cada país, existen mayores o menores incentivos en el grupo B para delinquir.

Justo en medio de ambos grupos de jugadores, se emplazan los dos grupos de tomadores de decisiones que son la clave para el desarrollo del juego de deterioro institucional o "decision makers": el grupo C (jueces) y el grupo D (casta político judicial).

Democracia liberal versus democracia deteriorada

En una democracia liberal, el grupo C sigue una estrategia clara de aplicación estricta de la ley, de un modo independiente respecto del grupo D que se debe limitar a legislar las leyes y gestionar las administraciones públicas. De hecho, el funcionamiento independiente de ambos grupos es la clave para evitar el prohibicionismo y los atropellos reiterados de derechos civiles. Es decir, en ese caso, las acciones del grupo C favorecen al grupo A mayoritario, cuando tienen independencia del grupo D.

Pero, sin embargo, en una democracia deteriorada, donde no queda garantizada una verdadera independencia judicial, los grupos C y D terminan gestionando erróneamente las instituciones.

El grupo D mantiene una estrategia "ganadora" que consiste en lograr el apoyo del mayor número de electores posibles para lo cual financia campañas electorales y de comunicación muy costosas.

Y, a su vez, el grupo B plantea su estrategia buscando alianzas con el grupo D para conseguir sus objetivos delinquiendo del modo más impune posible. Es más, el grupo B de delincuentes puede aprovechar la carencia de financiación transparente de los partidos políticos para comprar sus favores.

Finalmente, al existir una dependencia jerárquica del grupo C respecto del grupo D, en principio, muchos delincuentes del grupo B buscarán sus objetivos realizando sus fechorías, pero también buscando "pactar" con el grupo D.

En los casos de mayor deterioro moral, el grupo D de la casta político judicial puede terminar "negociando" con mafias terroristas, en lugar de luchar contra la violencia organizada.

Y, en las situaciones de mayor degeneración institucional, también el grupo D puede acabar mirando para otro lado y empleando las dilaciones judiciales y la prescripción de delitos para librase ellos mismos y al grupo B de la cárcel, en lugar de luchar contra la corrupción.

En resumen, en una democracia deteriorada, un estudio por teoría de juegos puede llevar a la conclusión de que los grupos C y D parecen terminar favoreciendo a aquellos colectivos que hemos agrupado en el grupo B de los delincuentes, en vez de trabajar para que prevalezcan los derechos civiles del grupo A, es decir, en vez de defender a los ciudadanos de bien.

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