El pasado mes de noviembre, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los datos provisionales de población a 1 de octubre de este año. España cuenta ya con 49 millones de habitantes. Lo que supone un aumento de un millón de personas en dos años. Si la tendencia continúa, España alcanzará los 50 millones de habitantes en octubre de 2026. Todo un hito para nuestro país.
Yo nací en el año 81, así que la primera cifra que vi en mis libros de texto del colegio sobre la población española fue de 37 millones. En algún momento de mi adolescencia supe que habíamos superado la barrera de los 40 millones. Y más tarde, durante el fin del boom económico de la burbuja inmobiliaria, la cifra de 45 millones copó los titulares. Ya entonces muchos teníamos claro que no estábamos ante un mero incremento de población. La inmigración pasó a ser un tema importante de debate social, pero duró poco tiempo porque la burbuja estalló y con ella el flujo migratorio.
Desde entonces, 44 millones de habitantes es la cifra que ha quedado congelada en el imaginario colectivo. Han sido muchos años estancados en ese número y eso, unido a la pésima información que recibe el ciudadano medio, hace que muchas personas no conozcan la situación actual.
La España de los 50 millones es muy distinta a la España de los 40 millones que conocí en mi juventud, pero también supone un cambio importante respecto a la España de 2014. La inmigración ha pasado de ser un fenómeno social más que hay que considerar, al factor principal en los cambios sociales que se van a dar en la próxima década.
La mitad de los nacimientos son de madre española
Hay 9 millones de personas que habitan España que no han nacido en nuestro suelo. Solo el 50% de los nacimientos de niños son de madre española. Y la tendencia va a profundizar esta situación.
Así las cosas, habría que empezar a asumir la realidad y dotarnos de herramientas que nos permitan navegar en este mar. Una de estas herramientas debería ser el libro de Thomas Sowell, recientemente traducido por Deusto: Discriminación y disparidades: ¿Por qué hay personas, grupos sociales y países con mayor progreso económico que otros?
Una de las citas que se recogen al principio del séptimo capítulo refleja bastante bien la actitud con la que se debe abordar este tema:
Las cosas son como son, y sus consecuencias serán las que sean. ¿Por qué, entonces, deberíamos engañarnos a nosotros mismos?
Wiston Churchill
La inmigración hace correr ríos de tinta, pero por desgracia casi nadie atiende a la realidad, sino que repiten dogmas que les hacen sentirse bien y les unifica a sus respectivos grupos. Por suerte, la gran capacidad de análisis de Sowell nos permite centrarnos en lo importante.
España va a enfrentarse a la convivencia de diferentes grupos sociales, con culturas dispares y desigualdad económica creciente. Va a ser el caldo de cultivo de muchos conflictos si no sabemos afrontar la situación correctamente. Y hay que asumir que no vamos a ser capaces de hacerlo.
La raza no, pero la cultura sí
Por tanto, hay que agarrarse a las pocas certezas que tenemos. Y Sowell nos las da en su libro:
- La raza de los inmigrantes no es un factor determinante en su conducta. Por suerte, España no arrastra la rémora del racismo más allá de cuatro elementos aislados, y cierta juventud a la que le gusta escandalizar a las ursulinas del sistema público soltando barbaridades.
- La cultura de los inmigrantes sí es un factor importante en su conducta. Las sociedades prosperan o fracasan por varios factores, no por mera suerte. El capital social es tan importante o más que el económico. Como dijo Antonio Escohotado:
Un país no es rico porque tenga petróleo; un país es rico cuando tiene educación. Educación significa que, aunque tú puedas robar, no robas […] En definitiva, la riqueza es conocimiento y respeto ilimitado por los demás.
Antonio Escohotado.
- La imagen de un grupo social se ve afectada por el comportamiento de sus elementos más conflictos. Esto siempre ha sido así, e ignorarlo no va a servir para nada.
La España de los 50 millones
Nuestros antepasados lo tenían muy presente, tal como explica Sowell:
El miedo a la regresión social debido a la llegada de miembros menos aculturados del propio grupo no era exclusivo de los afroamericanos ni de Estados Unidos. Cuando los refugiados judíos de Europa intentaron llegar a Australia después de la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad para el Bienestar de los Judíos de Australia expresó su oposición a la admisión de «hordas» de refugiados al país, y aquellos que al final pudieron quedarse en la isla recibían unas tarjetas de esta organización en las que se leía: Los judíos como colectivo son juzgados por lo que hacen personas concretas. Tú tienes personalmente una gran responsabilidad.
Thomas Sowell
- El Estado de bienestar y la justicia social son perjudiciales a la hora de integrar a grupos dispares en una sociedad. Los datos que da Sowell sobre la población negra en Estados Unidos antes y después de los años 60 así lo atestiguan. Su conclusión no puede ser más contundente:
Podríamos imaginar que liberar a las personas de las cargas y las presiones asociadas a tener que proporcionar continuamente alimento, vivienda y otras necesidades a sí mismas y a quienes dependen de ellas iba a liberarlas de gran parte de su ansiedad vital y les permitiría perseguir otros objetivos al tener la cabeza más tranquila. Pero lo que ha ocurrido, en realidad, entre las personas despojadas de cualquier responsabilidad personal y un verdadero propósito en sus vidas, resulta muy descorazonador, en el mejor de los casos.
Nuestro país va a pasar por unos cambios sociales que estamos lejos de imaginar. Las ideas dominantes durante este cambio serán determinantes para afrontar el desafío. De momento, podríamos conformarnos si la población empieza a ser consciente de que va a vivir en un país muy distinto al que conoció en su niñez o juventud. La España de los 50 millones ya está aquí, e ignorarla no va a servir de nada. Como ya nos advirtió Ayn Rand:
Podemos ignorar la realidad. Lo que no podemos es ignorar las consecuencias de ignorar la realidad
Ayn Rand
Ver también
Inmigración y ultraderecha. (José Carlos Rodríguez).
Liberales contra la inmigración. (José Carlos Rodríguez).
Inmigración, dependencia, e intereses creados. (José Antonio Baonza Díez).
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