Voy a resumirles la conferencia que hace unos pocos días tuve el gusto de impartir en el Acto de Inauguración de Curso del Colegio Mayor Montalbán, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. Presentada con este mismo título, la charla trató sobre los contenidos y las celebraciones en el centenario de estos tres momentos de la historia de España: el descubrimiento de América, el nacimiento de Carlos V y las Cortes de Cádiz.
Comencé recordando algunas citas famosas sobre el significado de la Historia; desde la frase de Cicerón: "La historia es maestra de la vida y testigo de los tiempos", hasta otras dos bien conocidas, ya del siglo XX: "Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo" (George Santayana) y "Lo que no es tradición, es plagio" (Eugenio d’Ors).
Quería considerar que el hombre es un ser biográfico, construye su identidad en el tiempo. Del mismo modo ocurre con las sociedades, que son agrupaciones humanas: las naciones tienen un pasado, bromeaba, como las personas tenemos abuelos. Eso quiere decir que los países no pueden cambiar de pasado, como tampoco podemos cambiar a nuestros abuelos…
Aunque, desde hace siglos, siempre ha habido gente que cree que es posible, o le interesa convencernos de que sea posible. Tratan de convertir la Historia en una herramienta con un uso interesado: deciden lo que ha pasado y lo que no. Como ya denunció Orwell en su novela 1984 (inspirada en la dictadura marxista), el Gran Hermano pretende rescribir la Historia (según las necesidades cambiantes del Partido) por medio de un Ministerio de la Verdad: es la filosofía del doblepensar
(que significa el poder, la facultad de sostener simultáneamente dos opiniones contradictorias). A menor escala, y en tiempos y lugares más cercanos a nosotros, algunas personas se empeñan en recuperar una memoria histórica que tiene algo de orwelliano.
Pero no se trataba de ofrecer una clase de Filosofía de la Historia, por lo que en seguida pasé a comentar los tres Centenarios y sus diversas conmemoraciones:
1492: Descubrimiento de América o encuentro de dos mundos
Sobre este acontecimiento, que acabamos de celebrar el pasado día 12, quise recordar la discusión planteada en su momento acerca de las imputaciones morales que se hacen a la gesta española. Desde masacre, genocidio o imperialismo, a las consideraciones "políticamente correctas" de la UNESCO (¡dirigida entonces por el español Mayor Zaragoza!), que enfatizaban "el encuentro de dos mundos", proponiendo los objetivos de "recoger testimonios de las culturas indígenas de América, y realzar y preservar el patrimonio cultural del nuevo continente".
Simplificando un poco, creo que la postura del gobierno español (que en 1992 celebraba los diez años del PSOE en la presidencia) más bien discurrió por estos cauces, y –desatendiendo una reflexión crítica- se centró en el impulso de aquella Andalucía y Sevilla (el AVE o la EXPO 92), gran caladero electoral. Con resultados bastante cuestionables: desde las anécdotas de Luis Yáñez al frente de la Sociedad Estatal Quinto Centenario a las corruptelas económicas (el pellonazo) que todavía en abril de este año andaba queriendo resolver el gabinete de Rajoy.
Afortunadamente, sí hubo una voz importante en el panorama internacional que destacaría la hazaña española. Aunque centrado en el aspecto religioso, Juan Pablo II no se cansó de recordar el alcance positivo de la evangelización del continente americano. Porque junto a su crítica de tantos abusos, los clérigos y teólogos españoles diseñaron un nuevo modelo en las relaciones sociales y políticas. Como, por ejemplo, señalaba: "Pero la labor evangelizadora, en su incidencia social, no se limitó a la denuncia del pecado de los hombres. Ella suscitó asimismo un vasto debate teológico-jurídico, que con Francisco de Vitoria y su escuela de Salamanca analizó a fondo los aspectos éticos de la conquista y colonización. Esto provocó la publicación de leyes de tutela de los indios e hizo nacer los grandes principios del derecho internacional de gentes".
1500 – 1598. Centenarios del nacimiento de Carlos V y muerte de Felipe II
En segundo lugar, recordaba cómo entre 1998 y 2000 se celebraron en nuestro país estas dos conmemoraciones, unidas en una Sociedad Estatal con ambos objetivos. Resulta interesante comprobar que casi discurre un siglo entre el nacimiento del Emperador en Gante y la muerte de su hijo Felipe en monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Entre las muchas cuestiones memorables sobre aquel Imperio en el que "no se ponía el sol", voy a destacar ahora su formación: al contrario de los que a veces se piensa, Carlos y Felipe apenas conquistaron territorios por las armas. Fueron razones genealógicas las que fueron sumando a las coronas de Castilla y Aragón los estados de Flandes y Borgoña, el archiducado de Austria con derecho a la sucesión imperial, o el reino de Portugal. Adicionalmente, Castilla y Aragón llevaban tiempo gestionando un mecanismo de virreinatos por Italia y América (y Asia) que nos permiten hablar de ese gran imperio hispano.
Lo que desde luego supuso un esfuerzo titánico, sorprendente para las circunstancias de la época, fue mantener y gobernar todas aquellas posesiones. Que por lo demás fueron sistemáticamente hostigadas por otros reyes y príncipes europeos; además de la también colosal amenaza que era el imperio Turco.
1808-1812. La Guerra de Independencia, Cádiz y las Emancipaciones americanas
Terminamos con una tercera celebración que ya nos resulta más cercana, y en cuyo entorno hay una faceta menos conocida a la que voy a referirme (y sobre la que había escrito algún otro comentario anterior): la influencia de aquellos escolásticos de Salamanca en los orígenes del pensamiento político e incluso podríamos decir, del liberalismo constitucional, también del nacido en Cádiz.
Hay una lógica en lo que explicaba. Porque si decíamos que Francisco de Vitoria y sus discípulos escribieron sobre la dignidad de la persona y los derechos humanos, tiene también sentido que propusieran un sistema de organización social acorde a estos principios… Que no será otro que la defensa de la libertad en cualquier sistema de gobierno. No es que propugnaran tal o cual régimen político, sino que señalaron las bases que por derecho natural debían ser respetadas en esta faceta de la organización humana.
Los nombres de Francisco Suárez y Juan de Mariana son bien conocidos para los lectores de esta web: unos teólogos jesuitas que continuaron el argumento anterior del dominico Francisco de Vitoria, sobre el origen de la autoridad. El poder viene de Dios, y es necesario su ejercicio para la convivencia pacífica entre los hombres; pero esa autoridad no le es entregada directamente al gobernante, sino que la recibe través de la sociedad. Por ello, los escolásticos distinguieron entre la potestas, que siempre pertenece a la sociedad, y la auctoritas, que se podía transferir al legítimo gobernador.
Ideas que estarían debajo de la oposición al dominio francés en nuestro país y también entre los artículos del texto gaditano. Pero además, ese mismo fundamento animó a las Juntas de Patriotas que se rebelaron en el Nuevo Mundo contra José Bonaparte, y que pronto devinieron (a mi juicio, por la torpeza de Fernando VII), en los movimientos independentistas que cristalizarán en las nuevas naciones iberoamericanas.
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