Skip to content

Tres errores económicos de Nigel Farage

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

La balanza comercial es otro mito mercantilista.

Nigel Farage es, sin duda, uno de los políticos con mayor protagonismo y éxito en Reino Unido. Su esfuerzo titánico por sacar a su país de la Unión Europea ha sido recompensado, y el próximo 31 de octubre, con toda probabilidad, los británicos abandonarán una organización diseñada para alimentar a políticos y burócratas.

El líder del Brexit Party, al igual que su amigo Donald Trump, quiere «hacer a su nación grande otra vez». Entrevistado, el pasado 27 junio, por Breibart News, afirmaba Farage que en su país eran necesarias tres cosas: a) Recuperar la empresarialidad (las regulaciones europeas están matando el secular espíritu emprendedor de los británicos); b) Situar a Reino Unido en el siglo XXI mediante la creación de infraestructuras públicas; y c) Acometer reformas políticas: combatir la corrupción, eliminar la Cámara de los Lores, etc.

En la entrevista, Farage mostró su acuerdo con la propuesta de bajada de impuestos de Boris Johnson, pero añadía un reparo: en el caso de las rentas altas, los propietarios se comprarían un chalé más grande en España: «they just buy a bigger villa in Spain». De esta frase inferimos un triple error económico del político británico.

Primero. La futura reducción de impuestos supondrá un dinero extra en el bolsillo de los británicos ricos y pobres pero nada nos indica que los primeros lo consumirán fuera del país y los segundos en casa. Por ejemplo: un «rico» podría comprarse una villa más grande en Marbella, pero un «pobre» también podría alargar un día su estancia en Benidorm. Otro ejemplo: un británico de clase media podría comprarse un BMW (hecho en Alemania) y un rico un Rolls Royce (hecho en casa).

Segundo. Cuando alguien incrementa su renta disponible puede emplearla en cualquiera de estas combinaciones: a) aumentando el consumo; b) aumentando el saldo en efectivo (ahorro a la vista); c) reduciendo deudas; y d) aumentando la inversión. Lo cierto es que ricos y pobres no emplearán el dinero extra de igual manera. A medida que aumenta la renta, la cantidad dedicada al consumo es proporcionalmente menor, es decir, la propensión marginal al consumo es decreciente. Los ricos ya tienen cubiertas la mayor parte de sus necesidades de consumo y dedicarán el dinero extra a inversión; en cambio, las clases medias y bajas lo gastarán. En ambos casos, el comportamiento económico es impecable. Quienes castigan el ahorro de los ricos pensando que ese dinero será despilfarrado en champán, en realidad impiden una mayor acumulación de bienes de capital en la sociedad. Por otro lado, cree equivocadamente Farage, que el dinero escatimado a las personas más acaudaladas será gastado de forma más eficiente por políticos y burócratas manirrotos, cuestión a la que me he referido como mito de la inversión pública.

El tercer error proviene de la mentalidad mercantilista: creencia infundada de que somos más pobres cuando el dinero «sale» del país y más ricos cuando «entra» o se «queda». La balanza comercial es otro mito mercantilista: exportación e importación son las dos caras de una misma moneda. A medio y largo plazo ambas tienden a igualarse. El dinero que «sale» del país tiende a «volver» y viceversa.

2 Comentarios

  1. En líneas generales comparto
    En líneas generales comparto el artículo del Sr. Hernández, aunque haría estas matizaciones: si la extrapolación (o «inferencia», si así se se considera) del Sr. Farage sobre el incremento del consumo (chalé más grande) más que de la inversión (exterior o interior) fuera correcta (que no lo creo), obviamente el error existiría y sería grave.
    Aunque no se comenta nada, parece «deducirse» que se pretende fomentar más la Autarquía que el intercambio comercial y financiero en el Reino Unido y esto seeía un error extraordinario.
    La Historia de España y de Chile nos enseñan, de forma contundente, que la Libertad Económica internacional es lo menos malo y se enmarca en la denominada estrategia de «todos ganan».
    En España el régimen de Franco abogó por la Autarquía hasta que se percató del error y un grupo de tecnócratas liderado por el Sr. Fuentes Quintana (Planes quinquenales de Desarrollo) consiguió un Crecimiento Económico medio de casi el 9% anual desde 1959-1975. En Chile ocurrió algo similar y los tecnócratas eran de la prestigiosa Escuela de Chicago.
    ¿Qué aprendemos de esto?: Que la Libertad Económica es lo más beneficioso para todos los actores (personas físicas u jurídicas que quieren y se esfuerzan en trabajar) de los países intervinientes.
    Dicho esto, también debo exponee una crítica: la Libertad Económica implica igualdad en el trato de todas las partes, lo que se opone a que en un país la jornada de trabajo pueda ser de 12 horas diarias y en otro 8 horas, que se tenga se derecho a la Asistencia Sanitaria y las Pensiones o no porque, obviamente, repercute en el coste final del bien o servicio.
    En resumen Libertad Económica sí, «ceteris paribus», también.
    Gracias y saludos

  2. En líneas generales comparto
    En líneas generales comparto el artículo del Sr. Hernández, aunque haría estas matizaciones: si la extrapolación (o «inferencia», si así se se considera) del Sr. Farage sobre el incremento del consumo (chalé más grande) más que de la inversión (exterior o interior) fuera correcta (que no lo creo), obviamente el error existiría y sería grave.
    Aunque no se comenta nada, parece «deducirse» que se pretende fomentar más la Autarquía que el intercambio comercial y financiero en el Reino Unido y esto seeía un error extraordinario.
    La Historia de España y de Chile nos enseñan, de forma contundente, que la Libertad Económica internacional es lo menos malo y se enmarca en la denominada estrategia de «todos ganan».
    En España el régimen de Franco abogó por la Autarquía hasta que se percató del error y un grupo de tecnócratas liderado por el Sr. Fuentes Quintana (Planes quinquenales de Desarrollo) consiguió un Crecimiento Económico medio de casi el 9% anual desde 1959-1975. En Chile ocurrió algo similar y los tecnócratas eran de la prestigiosa Escuela de Chicago.
    ¿Qué aprendemos de esto?: Que la Libertad Económica es lo más beneficioso para todos los actores (personas físicas u jurídicas que quieren y se esfuerzan en trabajar) de los países intervinientes.
    Dicho esto, también debo exponee una crítica: la Libertad Económica implica igualdad en el trato de todas las partes, lo que se opone a que en un país la jornada de trabajo pueda ser de 12 horas diarias y en otro 8 horas, que se tenga se derecho a la Asistencia Sanitaria y las Pensiones o no porque, obviamente, repercute en el coste final del bien o servicio.
    En resumen Libertad Económica sí, «ceteris paribus», también.
    Gracias y saludos


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política