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Un mundo de locos

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A lo mejor en los países “neo-ultra-liberales” deberíamos reflexionar un poco.

Todo está cambiando muy rápido, también en el sector financiero, y, ¡quién lo iba a decir!, dichos cambios están produciéndose bajo la bota de un régimen comunista, el chino, cuyas empresas van marcando un paso que, en algunas cosas, acabamos siguiendo los demás.

Hace apenas unos meses Facebook anunciaba, a bombo y platillo, como si estuviésemos ante una nueva revolución industrial, la creación de Libra, una suerte de criptomoneda que no cumple, en realidad, con los requisitos de estas, y que más parece un nuevo sistema de pago centralizado, como el de Paypal -quien, por cierto, inicialmente parecía que iba a estar también en el proyecto, pero que se ha caído del mismo, según informaciones de hace pocos días- o el Alipay, de Alibaba, el conocido como “Amazon” chino, quien ya en 2018 (hace más de un año) negociaba para integrar sus sistemas de pago con El Corte Inglés para facilitar que los turistas chinos pudiesen comprar, al visitarnos, las mercancías de los grandes almacenes a través de la aplicación china de su móvil, sin cheques, tarjeta de crédito o transferencias.

La idea de Facebook puede parecer muy inteligente: si a través de Facebook se puede también comprar, el flujo de información sobre los usuarios crecería de forma exponencial, sabiendo no solo su ubicación, gustos, amigos y preferencias, sino también pautas de compra, nivel de gastos, e, incluso, horas de trabajo, relación con clientes y proveedores, etc., todo a tiempo real, en información parametrizable a la que poder aplicar la inteligencia artificial y el big data… y sin engaños ni manipulaciones. El sueño de cualquier entidad financiera.

El problema es que, como digo, Facebook va muy por detrás de sus homólogos chinos. Antes hablábamos de Alibaba y su sistema Alipay, pero también podemos hablar del Tencent, el “Facebook” chino, de su ecosistema Wechat (el “Whatsapp” chino, para que nos entendamos) y su sistema de pago Wechatpay, a través del cual compran al mes más de 900 millones de personas (para pagar casi todo, desde la cuenta de un restaurante, a unas entradas, un taxi, una peluquería, una canción, un viaje, una devolución a un amigo o en un puesto ambulante).

Pero no solo las empresas gigantescas, que capitalizan cientos de miles de millones de dólares, van por delante de nosotros. En China, un mercado de más de mil cuatrocientos millones de personas, muchos de ellos sin tarjeta de crédito ni acceso a crédito bancario, están proliferando un montón de empresas intermediarias de préstamos cuya función es, básicamente, conseguir pequeños préstamos (fundamentalmente de consumo: para comprar un coche, un electrodoméstico o pagar los estudios de un hijo…) para esas personas que no pueden acceder al crédito bancario… y lo hacen de una manera eficiente y ganando dinero.

Estas empresas, como Ppdai, Lufax o Yirendai, que no tienen ni veinte años de vida, pero sí decenas de millones de usuarios registrados: i) llegan a los clientes potenciales a través de la red, muchos de ellos sin banco ni tarjeta de crédito, pero sí con un móvil; ii) los categorizan como prestatarios potenciales en distintos niveles, en apenas un par de horas (a partir de información obtenida de los lugares más diversos, y, entre ellos, las aplicaciones del móvil o las redes sociales, fundamentalmente a través de tecnología e inteligencia artificial), determinando su riesgo y las cantidades máximas que pueden prestárseles, plazos y los intereses que les corresponden en función de dicha calificación (como si de una agencia de rating se tratara); iii) buscan a inversores, privados e institucionales (entre ellos, fondos y bancos), para que sean los prestamistas de los distintos “préstamos”, en función de su aversión al riesgo y de sus rentabilidades esperadas; iv) hacen las gestiones oportunas para que el prestatario reciba su dinero en menos de un día (generalmente en apenas un par de horas); v) gestionan después los cobros tanto del principal como de los intereses para el prestamista, y de las comisiones que se quedan ellos mismos por sus servicios, así como una suerte de “prima” que cobran al cliente/prestatario para un “fondo” que garantice el pago de ese y otros préstamos (funciones de compañía seguros, o de fondo de garantía, como vemos); vi) intermedian para que si, no habiendo vencido todavía el plazo del préstamo, el prestamista se quiere salir de la operación, un tercero pueda comprarle la deuda y colocarse en su lugar (es decir, labor de intermediación en una suerte de “mercado segundario”) y, por supuesto, vii) gestionan también, con su propio personal, o subcontratando, los recobros… Y todo ello sin gastos en oficinas comerciales, sin apenas personal, basándose fundamentalmente en la tecnología, con amplísimos márgenes y gestionando préstamos -de terceros- que, solo en el caso de PPdai.com, por ejemplo, una de las pioneras, superan los nueve mil millones de dólares (en préstamos cuyo ticket medio está en torno a los 500 euros, con menos de 5.000 trabajadores, y casi cien millones de usuarios acumulados registrados, no todos “activos”, en su plataforma).

Es verdad que China es un país muy peculiar, y que se trata de un sector, el de la tecnología financiera, en el que está todo por hacer, también en cuanto a regulación (aunque van avanzando), así es que no sabemos lo que pasará en el medio y largo plazo. En cualquier caso, pase lo que pase, no deja de ser llamativo que todo ello haya, y esté, ocurriendo en un país comunista que, según muchos, “solo sabe copiar”. A lo mejor en los países “neo-ultra-liberales” deberíamos reflexionar un poco.

2 Comentarios

  1. Yo creo que a muchos el árbol
    Yo creo que a muchos el árbol de la tecnología les impide ver el bosque; el articulista se sorprende por la presunta paradoja de que los avances que describe se den en la China Comunista , un estado con pretensiones Totalitarias, aunque yo mas bien lo describiría como la Pesadilla Keynesiana.

    A ver, no hay tal paradoja, de hecho, estos avances basados en la pretensión del Big Data; el propio dueño de Alibaba (los cuarenta ladrones están en el Gobierno comunista) ha manifestado que con el Big Data podrán predecir el comportamiento o toma de decisiones de los individuos; es decir, creen que tendrán una «revelación » de sus preferencias; el objetivo de Alibaba es hacer negocios , lo cual es comprensible.

    Pero no seamos ingenuos, sin duda el Gobierno Chino está detrás de todo esto y financiandolo porque cree, al igual que los merluzos economistas mainstream (un ejemplo típico en España, es el de los hilarantes Pseudoeconomistas del Blog económetrista «Nada es Gratis» , salvo para ellos que chupan de fondos públicos) que con el Big Data conseguirá lo que todo socialista anhela, tener toda la información o conocimiento en el sentido Hayekiano para controlar la sociedad; como no han estudiado a Von Mises , los muy ilusos no saben que aunque dispusiesen de todo ese Big Data no podrían Calcular racionalmente para llevar a cabo su programa socialista, es decir, Keynesiano; además ellos ya tienen su Suiza particular ( la que decía Kruchev que había que mantener como un islote capitalista en un mundo socialista para, aparte de guardar lo que robaban, tener precios verdaderamente paramétricos, es decir de mercado, para los factores de producción ), en la medida en que tienen sus mercados, o sea, personas interactuando mediante intercambios económicos que permiten evaluar socialmente las perdidas y ganancias a través de los precios monetarios.

    Un saludo.

  2. ¿Un mundo de locos? Un mundo
    ¿Un mundo de locos? Un mundo de autómatas.

    Turgot tiene razón. No hay tal paradoja. El objetivo es el control total de la sociedad y la granja humana llamada China es la vanguardia(1) en el desarrollo de la nueva versión del colectivismo totalitario, un sueño que la oligarquía considera al alcance de la mano gracias a las nuevas tecnologías de la información. El nuevo sistema, que pretende sustituir al actual de democracias farsantes, cuando no dictaduras descaradas, y mercados no ya intervenidos, sino profundamente deformados, se llama tecnocracia y ya hemos sido testigos de las primeras fases de su implantación. Los pasos futuros en esa dirección se vislumbran, también en las granjas humanas de Occidente.

    A la hora de valorar el desarrollo de la tecnología financiera en China (y en todo el mundo) que llama la atención del articulista, puede ser útil recordar la Campaña de las Cien Flores que sirvió a Mao para purgar a los disidentes molestos. Si la ideó como una trampa desde el principio o de manera sobrevenida es lo de menos: la tiranía siempre tiende hacia la expansión. La evolución de internet es similar a la Campaña de las Cien Flores. Primero se es una explosión de libertad (2). Después se convierte en un instrumento de tiranía (un buen análisis del radical cambio de carácter de internet es How the Intenet turned bad, que ya he enlazado recientemente en otro comentario), en especial en conjunción con las nuevas tecnologías, como el reconocimiento facial automático, que proporciona la ingente información («Big Data») de las que estas se alimentan. Sin ir más lejos, y por si la censura de internet en China no fuese suficiente, en breve los súbditos del Partido Comunista chino tendrán que pasar por un escaneado facial para poder usar internet. El éxito de las nuevas teconologías financieras incrementa la necesidad de utilizar internet para llevar una vida «normal» y, por tanto, fuerza a pasar por el aro a los súbditos. Además, no se trata solo de la vigilancia masiva de los individuos. Se trata también de la microgestión de los propios individuos, de sus comportamientos y decisiones, primero mediante un pormenorizado sistema de castigos y recompensas; segundo, mediante la eliminación casi absoluta y deshumanizadora de la libertad de toma de decisiones (no es el individuo el que decide cuánto ahorrar y cómo gastar el saldo de su cuenta, sino el sistema de inteligencia artificial de gestión económica; no es el individuo el que conduce su automóvil hasta el lugar que desea visitar, sino que ve limitado su abanico de posibilidades al catálogo de destinos disponibles / autorizados a los que el programa de guiado del vehículo autónomo que alquila permite ir; etc.). Como diría el Capitán Reynolds: «¡Trampa!»

    El proyecto para la implantación de la tiranía totalitaria más opresiva que ha conocido la Humanidad, el gobierno tecnocrático internacional / mundial, está en marcha (y, desgraciadamente, una drástica reducción de la población forma parte del programa, me temo). China es la vanguardia. Occidente sigue sus pasos (3), a corta distancia, con las variaciones que corresponden a las diferencias culturales y políticas entre ambos. Consejo subóptimo: Pongan las barbas a remojar.

    Saludos,
    Jubal

    =====

    (1) Mucho más resumido, en español: Sistema de crédito social chino.

    (2) Por ejemplo, Anthony Wile fundó el sitio web liberal The Daily Bell sobre la premisa de la que la «i-Reforma» o Internet Reformation (como su antecesora la Reforma protestante que llegó tras la invención de la imprenta), con el gran flujo de información y opinión libres que había posibilitado internet, estaba mermando la eficacia de la propaganda oligarquista. Anthony Wile terminó vendiendo The Daily Bell, cuyo nuevo dueño abandonó la premisa sobre la que la basó su fundador y cambió el rumbo de la publicación.

    (3) Algunos fragmentos seleccionados de la transcripción de una conversación entre Patrick Wood y Catherine Austin Fitts:

    Fitts: But if you look at technocracy, it is so unbelievably wasteful regarding people’s time and money. I think it’s going to end up in a huge ‘cluster of you-know-what’.

    […]

    Wood: Much of what is happening in the recent elections with the Brexit campaign and so on indicate to me that people are fed up with the technocratic lording over everything mentality, and people may not understand it all yet, but they are starting to push back and say, “No, we’re not doing that anymore, and we are tired of this whole thing. We’ve had it.”

    Fitts: They haven’t discovered the word yet, but they will. It is the pushback of the productive against technocracy that is driving them crazy.

    I’ll never forget being in Germany before the Brexit vote. I was talking to a very successful businessman – very intelligent and very calm. I said, “What do you think is going to happen?” He said, “I hope they vote for Brexit. Those bastards in Brussels!” and he went off. What he was screaming about was technocracy.

    His productivity and his business’s productivity – and this is big business – was being destroyed by technocracy, and he was furious. It’s everywhere; it’s all over the world.

    […]

    Fitts: I think that one of the things that the establishment has done that is absolutely brilliant is keep the people who are objecting to technocracy divided-and-conquered into all sorts of complex political or social or cultural descriptions of what they are angry about instead of realizing, “Oh, we are all angry about the same thing.” This is everybody.

    One of my favorite quotes from my pastor in Washington is, “If we can face it, God can fix it.” I think that you have done a better job than anyone I know of helping people see, “Oh, we all have the same problem.”


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