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Venezuela: cataclismo económico

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Algunos de estos productos presentan precios superiores a lo que valen en Estados Unidos o Europa.

Entre las negociaciones de Barbados y el informe de Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Caracas se prepara para recibir entre el 25 y el 28 de julio la reunión del Foro de Sao Paolo. El informe de Bachelet acusa al régimen de “grandes vulneraciones de derechos” y señala entre otros graves hechos más de 6800 ejecuciones y violaciones extrajudiciales por parte de las fuerzas de seguridad, entre enero de 2018 y mayo de 2019. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU considera que la atención de la crisis en Venezuela es impostergable. De 122 países miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU solo siete, casi todos dictaduras, rechazaron el informe de Bachelet. Precisamente, para solidarizarse con Venezuela y rechazar las “infamias” de dicho informe se reunirá en Caracas el siniestro Foro. Entre otras cosas, también se debatirá el proceso de diálogo entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana, y la” agresión” económica ejercida por Estados Unidos contra Venezuela, Nicaragua y Cuba así como las amenazas de invasión militar. El Foro castrista-socialista hablará de la defensa de la democracia, pero sin decir nada de la dictadura cubana y su sistemática violación de los derechos humanos.

Según proyecciones de especialistas internos y externos, se espera para este año una reducción del Producto Interno Bruto (PIB) de 25%; adicional al 50% que ya se ha registrado en los últimos cinco años. Este cataclismo socialista mantiene asombrado al mundo democrático porque no se conocen cifras tan catastróficas desde que se tienen registros del desenvolvimiento macroeconómico.

Para cubrir el déficit fiscal se siguen emitiendo incuantificables cantidades de bolívares sin respaldo que siguen alimentando la hiperinflación, pero paralelamente aplican a los bancos un encaje legal de 100%, con lo cual se estrangula el crédito en una economía con semejantes resultados macroeconómicos.

Por otro lado, el bolívar ya alcanzó los 10000 bolívares por dólar y algunos estudios señalan que la divisa se mantiene sobrevaluada y su precio debería estar entre 25000 y 30000 bolívares por dólar. Si consideramos que durante el chavismo ha habido dos reconversiones monetarias, el precio sería de 1000000000000 de bolívares por dólar, tomando en consideración que dichas reconversiones se tradujeron en una reducción de 8 ceros a la moneda nacional. Durante este período ha habido también decretos de estado de excepción, con 20 prórrogas para estabilizar la economía. Los ingresos del venezolano se reducen a un salario mínimo de 40000 bolívares al mes y los gremios y universidades sostienen que una familia de cinco miembros necesita al menos 350 dólares para no morirse de hambre. Ante esta situación insostenible para la sobrevivencia, donde la ONU anuncia que más de siete millones de personas necesitan ayuda humanitaria, el régimen da tímidos pasos hacia el desmontaje del control de cambio que mantiene desde hace 16 años. Después de haber acusado al portal web Dolar Today de mantener una guerra económica contra Venezuela, manipulando el precio de la divisa para hacer colapsar la economía del país, en estos momentos el precio del dólar referencial del Gobierno son las propias páginas digitales tantas veces descalificadas y con amenazas a sus dueños de ponerlos tras las rejas. Después de 13 tipos de cambio, o modalidades de control, el Gobierno admitió que es imposible sostener algunos esquemas cambiarios, sobre todo después que los ingresos han pasado de 90000 millones de dólares a 5000 millones de dólares anuales, con la industria petrolera reducida a su mínima expresión. Por lo tanto, en este momento, la liberación cambiaria viene a ser una medida desesperada.

En Gaceta Oficial No. 41452 del 20 de agosto de 2018 se promulgó un decreto derogando la Ley de Ilícitos Cambiarios, sin embargo, no es fácil erradicar las prácticas que durante tantos años han venido siendo la cotidianidad. En los aeropuertos la policía todavía extorsiona a los viajeros que portan dólares, se los decomisan o le cobran una comisión por no hacerlo.

En un reciente reportaje, BBC Mundo titulaba que en Venezuela se podía comprar carne importada de Japón a 2000 dólares el kilo entre otros caprichos. Vinos de Gran Reserva de España y Chile, pasta fina italiana y aromáticos quesos suizos. Los anaqueles de algunos establecimientos en Caracas, sostenía el reportaje, “adornan los anaqueles difícil de imaginar en un país en crisis”.

Algunos de estos productos presentan precios superiores a lo que valen en Estados Unidos o Europa. Ahora el dólar compra más fuera que dentro. Se estima que un dólar hoy compra el 10% de lo que compraba hace un año y medio atrás. Ya las autoridades no persiguen con tanta saña al empresario que viola el sistema de control de precios, aunque nunca falta un guardia nacional o un agente regulador que extorsiona y amenaza al comerciante con cerrarle el negocio. Con la apertura de ventas de mercancías y la tácita desregulación se ha reducido el “bachaqueo” y aunque sigue muy acentuada la escasez de efectivo, ahora puede pagarse libremente en dólares hasta a los vendedores de los semáforos. Al igual que en Caracas, en otras ciudades proliferan estos negocios de lujo ampliamente surtidos, lo cual da una falsa sensación de abundancia. Sin embargo, ya se acabaron las colas para comprar el pan porque un pan campesino cuesta un dólar y si a esto sumamos que una lata de sardina también cuesta lo mismo, estamos diciendo que un trabajador con salario mínimo de 40000 bolívares al mes necesita una quincena de su sueldo para comprar estas dos exquisiteces.

Lo que el socialismo del siglo XXI pretendía, que los pobres compraran en los mismos establecimientos donde lo hacían los ricos, resultó ser otra estafa para los más necesitados.

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