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¿Y los trabajadores? (y II): Emprendedores de por vida

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Gergen y Vanourek (2008) utilizaron el concepto de vida-emprendimiento para caracterizar a los emprendedores con éxito que han luchado por todos los medios para mejorar sus condiciones de vida. Este artículo amplía este concepto y lo aplica también a los empleados. Los trabajadores emprendedores de por vida son personas que luchan para llegar a fin de mes; a menudo, se enfrentan a diversas dificultades, riesgos y muchas veces a la inseguridad laboral. Están bajo una gran presión para hacer frente a un trabajo exigente y deben encontrar un equilibrio entre el trabajo, el dinero, la familia y sus aspiraciones, con más seguridad, mayor consumo y más tiempo de ocio. Como emprendedores de por vida, a pesar de las circunstancias difíciles o desafiantes, buscan una vida mejor y más autónoma; les interesa la excelencia y el desarrollo profesional, quieren obtener una mejor remuneración y realizar un trabajo más autónomo; siempre están atentos a los nuevos enfoques y oportunidades, deseosos de afrontar lo nuevo y de encontrar soluciones a los retos a los que se enfrentan.
Siguiendo el marco mengeriano, cualquier empleado tiene la capacidad de ser emprendedor porque posee conocimientos y la facultad de pensar y adaptarse a un entorno en constante cambio y es capaz de llevar a cabo sus planes individuales para hacer frente a la incertidumbre y satisfacer sus necesidades presentes y futuras en la mejor medida posible.

Para Menger la disposición de capital físico es la condición imprescindible para ser un emprendedor. Marx explica la penuria de los obreros con el hecho de que carecen de capital. Este artículo argumenta que los trabajadores o empleados en general sí tienen un tipo de capital a su servicio para realizar sus fines: su capital humano personal. El concepto de capital humano personal se basa en una reinterpretación de las ideas sobre la composición del capital y los bienes económicos de Adam Smith y Carl Menger.

El concepto de capital humano personal

Originalmente, el concepto de capital se utilizaba para referirse a una suma de dinero que generaba intereses. En la época medieval, el concepto se amplió para incluir los bienes que podían comprarse a cambio de dinero. Turgot amplió aún más el concepto al declarar que el capital es la suma de bienes acumulados, incluido el dinero. Adam Smith sentó las bases de la teoría moderna del capital al distinguir entre los bienes atesorados para el consumo futuro y los bienes ahorrados para la inversión (Böhm-Bawerk, 1888: 24-25).

Para Smith, el capital son los bienes de un individuo que genera ingresos (Smith, 1776: 363). Smith incluía entre los bienes capitales las habilidades útiles: «…las habilidades adquiridas y útiles de todos los habitantes o miembros de la sociedad. La adquisición de tales talentos, por el mantenimiento del adquirente durante su educación, estudio o aprendizaje, cuesta siempre un gasto real, que es un capital fijado y realizado, por así decirlo, en su persona… El perfeccionamiento de la destreza de un obrero puede considerarse del mismo modo que una máquina o un instrumento de comercio que facilita y abrevia el trabajo, y que, aunque cuesta un cierto gasto, devuelve ese gasto con un beneficio». (Smith, 1776, 368). El concepto smithiano de capital humano pasó a ser parte de la literatura económica dominante desde de 1950-60 (Schulz 1961, Becker 1964).

Menger estaba interesado en el proceso de producción de bienes y por eso el concepto de capital humano está solo presente de manera latente en su obra. Su concepto de capital solo incluye bienes materiales y dinero a disposición de un emprendedor para poder lanzar un proceso de producción. Sin embargo, al conceptualizar su teoría de los bienes, distinguió entre bienes materiales y bienes intangibles entre los que distinguía dos subgrupos: las relaciones humanas y sus atributos tales como la buena voluntad, las conexiones sociales, familiares, amistades, compañerismo, etc., y las destrezas y estudios profesionales (Menger 1871: 52-55).

El artículo propone la resurrección del concepto de capital humano personal dentro del seno de la teoría económica Austriaca. El capital humano personal es el capital al servicio de cada uno, lo que constituye los bienes inmateriales mengerianos. Este capital humano personal que está al mando de cada individuo puede ayudarle en sus planes de generar ingresos en el marcado. El capital personal de cada persona se compone de tres tipos de bienes de capital humano 1) el conocimiento personal, las habilidades y la educación, 2) la habilidad con la que un individuo es capaz de llevar a cabo sus tareas, lo que implica destreza en el trabajo; y, 3) el capital social personal, que comprende la reputación, las conexiones personales y las relaciones.

Estos bienes de capital no materiales son personales, forman parte de las habilidades y capacidades de una persona. Siguiendo a Michael Polányi (1958), el capital de conocimiento no solo involucra al conocimiento que se adquiere a través de sistemas educativos, sino que también incluye el conocimiento tácito y las habilidades adquiridas de manera informal durante el ejercicio de diversos trabajos. Hayek, como hemos visto, enfatizó que el conocimiento es más que un proceso formal de adquisición de habilidades en la escuela y destacó cuán valioso es conocer el entorno en que se desarrolla el trabajo, incluyendo las condiciones locales y las posibles circunstancias especiales. (Hayek, 1945).

Los trabajadores emprendedores de por vida, a diferencia de los emprendedores reales, capitalizan principalmente los bienes de capital no materiales: el conocimiento, el prestigio y las relaciones. Los emprendedores reales, en cambio, no solamente tienen capital personal humano, sino que además tienen acceso al capital físico, bienes materiales y dinero.

Implicaciones del concepto emprendedores de por vida

Frente a lo que predica la teoría marxista, los obreros no carecen de capital. Ellos son dueños de su capital humano personal y, como todos los seres humanos, tienen capacidad de emplear su capital humano personal como emprendedores por la vida. De esta manera, utilizar el concepto de emprendedores de por vida para describir a los trabajadores es útil para reconfigurar nuestra percepción de los empleados y sus relaciones con el mercado.

Los trabajadores en el mundo del trabajo pueden encontrar formas de desarrollo de su capital humano personal adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos prácticos por sí mismos, y trabajar mejor y más eficientemente e incluso hacer innovaciones en el campo del trabajo, lo que les podría llevar a gozar de buen prestigio como trabajadores. Los conocimientos, la destreza y el capital social basado en la reputación permiten a loa trabajadores distinguirse, darse a conocer y salir adelante. Les posibilita tener mejor salario, más seguridad de empleo, ascender dentro de la jerarquía del mundo laboral y obtener un trabajo más complejo, más significativo, con más autonomía y, en general, tener más opciones para encontrar nuevos contratos de trabajo. Así los trabajadores podrán tener una vida más gratificante, satisfactoria y autónoma e integrarse en la clase media. Por eso, un orden económico basado en el mercado no es, por naturaleza, enemigo de los trabajadores. Al contrario, crea una prima por el buen trabajo y desarrolla el capital humano personal.

Por eso, la tendencia de nuestra era moderna no es la proletarización y menos aún la perdida de la importancia del conocimiento de los trabajadores como visionaba Marx en el Manifesto Comunista. Al contrario. La trayectoria de las sociedades que usan el libre mercado evidencia la creciente división del trabajo y la importancia de los conocimientos que poseen los trabajadores. Como consecuencia, se puede observar el aumento de la clase media para la que el capital humano personal es fundamental, y la integración de los trabajadores en la clase media como ya había sido observado por Eduard Bernstein hace más que cien años. Debido al fenómeno de emprendimiento de por vida, la economía de libre mercado no solo beneficia a una pequeña capa de los actores económicos que tiene el coraje y la idea de convertirse en un verdadero emprendedor, sino también a la gran mayoría de trabajadores que pueden actuar a lo largo de su vida como emprendedores de por vida y que, por tanto, pueden mejorar su posición social y su prestigio mediante el cultivo de su propio capital humano personal.
En conclusión, el nuevo concepto de emprendedor de por vida, destaca la importancia fundamental de la formación en el trabajo y el impacto motivador de la experiencia laboral en la vida de los trabajadores. El trabajo puede mitigar el impacto negativo de un comienzo laboral difícil para los trabajadores más humildes y de menos formación porque gracias al ejercicio del propio trabajo, los empleados adquieren práctica y conocimientos que les dotará de cierto reconocimiento en el mercado laboral, brindándoles paulatinamente el acceso a un mejor puesto. Esta observación sugiere que los altos niveles de desempleo en Europa, especialmente entre los jóvenes, tendrán un impacto particularmente negativo en las oportunidades de vida de los desempleados. Por eso, una de las recomendaciones clave que se derivan de esta investigación es que se debe considerar la reducción de la burocracia de las empresas y la carga fiscal sobre el empleo porque esto crearía más puestos de trabajo y daría a los emprendedores de por vida la oportunidad de avanzar en el mundo laboral. La economía de libre mercado es beneficiosa para la gran mayoría de los trabajadores ya que les permite mejorar su propio capital humano y con ello, mejorar su calidad de vida y su estatus social.

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