Uno de los objetivos principales de la calculada (por falsa) espontaneidad del presidente venezolano era el histórico edificio La Francia, que albergaba una gran cantidad de comercios de oro y joyería. Lo que no resulta tan conocido es que el 60 por ciento de los pequeños empresarios afectados por la “bolivariana” arbitrariedad chavista eran judíos. No se trata de una coincidencia. Al contrario, es una buena muestra de un antisemitismo cada vez más evidente en el líder del socialismo del siglo XXI.
Al día siguiente de que Chávez ordenara en televisión la expropiación, grupos de seguidores del presidente fueron a hostigar a los comerciantes que recogían sus cosas. Los gritos que tuvieron que oír aquellos que perdían su forma de vida no dejaban lugar a dudas. “¡Fuera, judíos, váyanse a su casa!”, clamaban los sectarios bolivarianos a las víctimas del expolio gubernamental.
En el programa televisivo de agitación y adoctrinamiento La Hojilla, el presentador (un barbudo que al hablar parece un doble de Chávez) justificó la expropiación con el argumento de que en el edificio “sólo hay judíos que venden oro”.
La expropiación, que en rigor iba dirigida contra la universidad propietaria del edificio (no controlada por el Gobierno), evidenció una judeofobia chavista que responde a los esquemas clásicos del viejo odio contra los hebreos.
Dos mitos se repitieron esos días: los judíos como personas que comercian con oro y los judíos como extranjeros. Nada sorprendente. Basta con observar de quién gusta rodearse Hugo Chávez para comprender que el antisemitismo tiene su lugar en su peculiar y totalitaria visión del mundo.
Al margen de su nefasta alianza con Ahmadineyad, Chávez ha nombrado vicepresidente a Elías Jaua, uno de los personajes más siniestros del régimen venezolano. A sus vínculos con los terroristas de ETA y las FARC, hay que sumar sus antiguos contactos con los golpistas “carapintadas” argentinos, según denuncia el Centro Wiesenthal. Entre estos últimos, el odio a los judíos era algo público y notorio.
El mandatario venezolano tuvo entre sus primeros colaboradores a un oscuro personaje argentino, el ya fallecido Norberto Ceresole. Ceresole era un furibundo ensayista antisemita que negaba el Holocausto y cuya obra es admirada por los neonazis.
El odio a los judíos y el rechazo a la libertad suelen ir unidos. El chavismo es un buen ejemplo de ello