De las declaraciones realizadas choca que España, según el presidente, haya "evolucionado hacia un modelo más productivo" cuando el propio Trichet (presidente del Banco Central Europeo) calificó la productividad española de "muy insatisfactoria" en comparación el resto de miembros de la UE. Llegó a decir que no era representativa "de una economía industrializada". Palabras muy duras y poco usuales en un alto burócrata. De hecho, la productividad española crece a la mitad que la europea y está en cotas de hace 30 años.
También impactan los sesgados números de Zapatero cuando afirma que nuestro poder adquisitivo ha aumentado. Todo cuadra sabiendo que los estadistas del Gobierno no están incluyendo el precio de la vivienda y que muchos de los productos contabilizados en su IPC tienen un peso totalmente arbitrario en la ponderación. Desde la entrada del euro, nuestro poder adquisitivo no ha parado de decrecer. Gran parte de culpa ha sido de las autoridades monetarias, pero el Gobierno ha sido incapaz de paliar el problema.
En su discurso, es casi un chiste de mal gusto que Zapatero marque como un hito la reducción en la tasa de temporalidad laboral cuando España tiene la tasa de temporalidad más alta de toda Europa, casi el doble de la europea. Los últimos datos de diciembre publicados nos indican que casi el 90% de los contratos han sido temporales, cifra muy similar a la de noviembre. Efectivamente, la ley Caldera ha significado uno de los grandes fracasos de esta legislatura. Afirmaba el ministro, en una entrevista realizada en El País en el año 2004, que "bajar la temporalidad al 25% sería un éxito". A duras penas se ha reducido un 2,5% y se debe al propio crecimiento de la economía. Si la ley Caldera ha sido incapaz de conseguir ni su más mínimo objetivo en pleno crecimiento económico, ¿qué cree que ocurrirá ahora que la economía se está enfriando de forma significativa?
En algo tiene razón Zapatero. Es innegable el crecimiento económico que ha tenido España en estos años. Gran parte de éste es debido a la política monetaria expansiva del BCE, hacia la que España estaba altamente receptiva para impulsar su sector estrella, la construcción. Los indicadores macroeconómicos, sin embargo, no son un fin en sí mismos, sino un medio para llegar a fines reales como el de bienestar. En este país, casi el 20% del PIB se lo lleva el sector de la construcción, del que la vivienda es sólo una parte. Aunque en agregados la economía está en buena forma, no ocurre lo mismo con sus componentes aislados, especialmente el referido a la economía del ciudadano, que año tras año ha visto disminuir significativamente su poder adquisitivo debido a este artificial crecimiento levantado sobre la ilusión de la inflación crediticia. No es de extrañar que la situación económica esté preocupando más a los ciudadanos.
El año 2008 parece que se va a cebar, al menos hasta el primer semestre, en los precios; perderemos más poder adquisitivo. El IPC adelantado del 2007 ha sido el más alto de la última década. Uno de los principales problemas para el nuevo año podría ser el desempleo debido al enfriamiento del sector de la construcción, algo que se acaba de confirmar con más de 100.000 parados más que el año pasado. En este tiempo Zapatero ha perdido una oportunidad de oro para adoptar medidas que nos librasen de esta situación que ahora se avecina. En su lugar, se ha dedicado a hacer regalos con nuestro dinero y ahora este comportamiento irresponsable va a pasar factura. Si los ciudadanos apenas hemos notado este crecimiento en nuestros bolsillos, ¿qué pasará ahora que las cosas se ponen feas?