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Barbie en perspectiva

Publicado en Libertad Digital

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Rajoy quería que pagaran otros, que otros políticos de otros países crujieran a sus súbditos, aportaran el dinero y soportaran el coste político de recaudarlo.

Cuando estamos en tiempos electorales (en más electorales que otros) los partidos se afanan por subrayar hasta qué punto ellos son diferentes del resto. Por eso conviene contemplarlos con perspectiva. Hace un tiempo tituló Cinco Días:

Rajoy reclama al BCE un euro más barato y más inflación.

Como he dicho muchas veces, si la inflación fuese la garantía de la prosperidad, mi Argentina natal sería rica y Suiza sería pobre. No hay manipulaciones del tipo de cambio que puedan asegurar una prosperidad perdurable, y pedir «más inflación», por tanto, es un error.

En cambio, en esto otro Barbie no se equivocó: «Lo que hemos heredado nos obligó a subir impuestos». Esto no es un error, sino una mentira. Barbie sabe que eso no es verdad: él subió los impuestos porque prefirió hacerlo antes que reducir el gasto público. Y después se ufanó por haber preservado el Estado de Bienestar, es decir, el mismo argumento que empleó Smiley para acometer con anterioridad la misma política fiscal usurpadora.

Tituló entonces El País: «Rajoy rechaza el plan sindical para la recuperación europea». Dejemos de lado la intención de presentar a Barbie como alguien hostil a la recuperación de Europa, y concentrémonos en qué clase de diferencias había entre el presidente del Gobierno y los sindicatos. Lo aclaró maravillosamente Cándido Méndez: «La discrepancia está en la financiación».

Efectivamente, Barbie estaba a favor del disparate de aumentar el gasto, con el pensamiento mágico de la macro cañí que cree que el mayor gasto es el bálsamo de Fierabrás. Pero lo que me interesa resaltar no es el desatino presidencial sino la confluencia de fondo en la propuesta intervencionista: él estaba de acuerdo, como lo estaban y están los sindicatos, y como lo estaban y están los políticos de todos los partidos. Lo único que le preocupaba era «la financiación», es decir, no quería financiarlo subiendo aún más los impuestos aquí a una ciudadanía indignada. Lo que quería era que pagaran otros, que otros políticos de otros países crujieran a sus súbditos, aportaran el dinero y soportaran el coste político de recaudarlo. Y eso es lo que quieren siempre todos los políticos de todos los partidos de todos los países.

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